Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 14 de enero de 2015

El mono y el yacare .767

É gracioso el cuento del mono y el yacaré. El mono le engañó al yacaré. Como el mono é muy letrao. Al yacaré le gusta mucho la guaina. El monito quería bandiar un riacho y él no sabe nadar. Al otro lado había mucha fruta y él quería comé. Taba en la orilla y vino el yacaré y él le dice:
-Cómo te va, chamigo. El otro día una guaina me preguntaron por vó. Dice que só un mozo muy lindo y muy elegante.
Y áhi pegó un coletazo el yacaré y le preguntó qué guaina era.
-Yo quiero ir a la otra banda porque hay una fiesta en la casa de esa guaina. Yo suelo ir siempre, pero hoy no puedo pasar. Yo te puedo presentá.
Entonce el yacaré le ha dicho que él lo puede llevar. Que suba por su lomo, que él le lleva. El mono le tenía mucho miedo pero con cuidado se sentó en el lomo del yacaré y el yacaré le pasó.
En el paso el mono le hablaba siempre de la guaina y el yacaré iba muy contento, pero cuando llegó al otro lado saltó y se subió a un árbol y le decía:
-Yacaré feo, lomo de serrucho, ninguna guaina pregunta por vó. Toda te tienen miedo y se ríen de vó.
El yacaré se enfurecía, pero no le podía hacer nada al mono pícaro, pero se la juró. Y por eso lo yacaré siempre tratan de matá a lo mono, porque le burló así.

Julia Aguallo, 33 años.

Riacho Hê-Hê. Pilcomayo. Formosa, 1968.

Cuento 767 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El mono y el yacare .765

Una siesta de invierno estaba tomando sol un yacaré a orilla de un riacho. Un mono que tenía deseos de cruzar el riacho y no podía hacerlo, se presentó al yacaré y le dijo:
-¿Qué tal pa, amigo yacaré?
-Y... che rechapáma nicó, aiconte yaguá sin yáraicha (y... ya ves todo lo que me pasa, vivo como perro sin amo).
-Re yapónepa cheve una gauchada, nde picó che rovayá ¿ayepa? che mbojhasá na pé otra orillape. (¿Me harías una gauchada? Sos mi cuñado, quiero que me hagas pasar a la orilla opuesta).
-Bueno, pues, che rovayá -le contestó el yacaré. ¿Y qué pa dice de mí tu hermana? (Bueno, pues, mi cuñado).
Y el mono con tal que lo pase al otro lado del riacho, le dice:
-Jhe'í ndé rejhé, pero qué lindo mozo es ese yacaré, amendasé nicó jhendi'é. (Dice de vos, pero qué lindo mozo es ese yacaré, querría casarme con él).
Y el mono cuando ya estaba sobre el lomo del yacaré, éste seguía preguntándole:
-¿Y qué más dice de mí tu hermana?
-Que tenés linda boca, que sos bueno, que tenés linda estampa, en una palabra, que ndé raijú sin igual. Cuando estaban ya llegando a la otra orilla y el mono ya daba el salto en tierra consiguiendo su propósito, le dice el yacaré:
-Decile a tu hermana que yo también la quiero y que me espere para casarme con ella.
Y el mono vivo le contesta:
-¡Si mi hermana ya es casada! Y dice por vos: ese tobá mocái, acä chipá guazú, jheté cucú, rezá guazú, mboriajú locro (ese falso, cabeza de chipá grande, cuerpo lleno de pústulas, ojos saltones y quebrados como locro de pobre).
El yacaré indignado no tenía más remedio que resignarse y comprender que el mono fue más vivo que él. Lo engañó picó y consiguió que lo pase.

Valentina Zarza, 88 años.

Manantiales. Mburucuyá. Corrientes, 1950.

La narradora, de cierta cultura, es bilingüe guaraní-español. Conoce el cuento desde sus primeros años.

Cuento 765 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El mono y el yacare .764

El monito muy letrao quería pasá por un arroyo que estaba crecido. En eso pasó un yacaré y como él quería que le lleve en el lomo, le dijo:
-¿Vo sabé que se acuerda por vo mucho la muchacha?
Entonce el yacaré se riyó y vino ande 'taba él y le dijo:
-¿Qué pa queré que te haga, chamigo?
Entonce el monito le dijo:
-Si queré llevame sobre tu lomo a la otra banda del arroyo. Ahí tengo que ir nicó.
El yacaré le dijo:
-Subí catú chamigo (puedes subir, mi amigo).
Cuando iban bandeando el arroyo le decía el yacaré:
-¿Qué ticó dicen por mí la muchacha?
Y el mono le decía:
-Dicen nicó que so muy lindo. Que tené lindo lo ojo, linda la narí y la boquita muy chiquita. Que tu lomo parece catú un colchón (que tu lomo parece casi un colchón).
El yacaré se ponía contento y cuando acabaron de pasá el arroyo, el monito saltó en la orilla. Y entonce el yacaré volvió a decile:
-¿Qué ticó dicen por mí la muchacha?
Entonce el monito le dijo:
-Y que pa van a decí má, que vo tené el lomo serrucho, ti tortero, sa botö, yurú guazú... (lomo de serrucho, nariz de tortero, ojo de botón, boca grande...).
El yacaré enojado dio un coletazo pero ya no le alcanzó má al monito.

Facundo Oliveira, 41 años. Itatí. Corrientes, 1950.

El narrador es bilingüe y su expresión es la típica de la región norte de Corrientes, en donde aún se habla intensamente el guaraní.

Cuento 764 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El mono y el yacare .762

El mono andaba por una costa de una laguna y quería pasar del otro lado. Y se encontró con un yacaré en la costa y le habló. Y le 'ijo:
-¡Tanto tiempo que no le veo, cuñado!
Y le 'ijo que la hermana vivía siempre pensando en él, ¡tan lindo mozo!
En ese momento le pide si le podía hacé el favor de hacele pasá al otro lado de la laguna. Entonce el yacaré le 'ijo que sí, pero que le contara algo de la hermana, que qué 'ecía por él. Y le 'ijo que subiera por él.
Entonce el mono se jue arriba del yacaré. Y el mono de miedo, durante le llevaba arriba le 'ecía que la hermana 'ecía que era un lindo mozo, que tenía los ojos como mburucuyá. Y él ía todo chusco. Cuando la cerca de la costa el monito le desajeró. Le 'ijo que qué la hermana le ía hacer caso, que tenía el lomo como serrucho y el ojo savá.
-¡Que só un boca grande mismo! -le 'ijo.
Y el yacaré lo ía a largá, lo ía a fundí, y allá el mono salta y él quedó con rabia. Y se jue y se aprovechó mismo por él en esa jorma.

Silveria Pérez, 42 años.

Paso de Los Libres. Corrientes, 1952.

La narradora es una campesina analfabeta, muy rústica. Habla el guaraní de Corrientes.

Cuento 762 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El mono y el yacare .761

Cierto día un mono se vio interrumpido en su camino por un arroyo que estaba muy crecido. Observaba en todas direcciones, en busca de medios con qué poder salvar el obstáculo. A pocos metros ve un yacaré enorme que tomaba sol. Se dirige hacia él:
-Querido pariente, quiero me hagas pasar el arroyo, tú que eres un buen nadador -le dice.
El yacaré abriendo su boca, lanza un rugido.
-Querido pariente -dice nuevamente el mono, ¡yacaré lindo, de linda boca!
-¿Qué quieres, hijo?
-No sé nadar, tú ya lo sabes.
-Sí, sí -dijo el yacaré, abriendo nuevamente la boca.
-Y quiero que me hagas pasar del otro lado, montado en tu fino y suave lomo.
-¿Tú no sabes nadar? -dijo el yacaré cerrando un ojo.
-Tú me harás pasar, yacaré lindo, de linda boca, de lomo fino y suave.
El yacaré exclama:
-Te haré pasar, hijo, con la condición de que en todo el trayecto tú irás repitiendo lo mismo.
-Acepto -dijo el mono.
-Sube sobre mi lomo y acomodate lo mejor que puedas.
Ya el mono va montado sobre el lomo del yacaré. El yacaré nada hacia la orilla opuesta, mientras el mono va repitiendo:
-¡Yacaré lindo, de linda boca, de lomo fino y suave!
En la orilla saltó el mono a tierra firme y grita:
-¡Yacaré feo, de boca grande y lomo de serrucho!
El yacaré ofendido intentó correr al mono pero al ver que este trepó a un árbol mientras repetía la misma frase, y al verse impotente de vengarse, se largó en el agua y se fue.

Juan C. Balzaretti. Invernada. Esquina. Corrientes, 1950.

El narrador es Director de escuela. Oyó el cuento desde niño en distintas zonas de la provincia.

La expresión muy cuidada del narrador no corresponde a la lengua hablada de la narración; puede darse en la lengua escrita.

Cuento 761 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El mono y el leon .668

Diz que había una vieja que tenía un melonarcito y todas las noches le robaban el mejor melón. Ya no sabía quí hacer para castigar al ladrón.
Jue a revisar el melonar y se dio cuenta que por un portillo qui había en el cerco se entraba el que robaba los melones. Entonce la vieja pensó di hacer como un muñeco, como un hombre de cera y ponerlo que cuide el melonar.
A la noche viene el ladrón, que era un mono, y lo ve a éste que 'tá cuidando y le dice:
-Oiga, amigo, hagasé un lau y dejemé pasar.
Como el muñeco no contestaba, le pegó un manotazo y se quedó pegau.
-Largame que te pego con la otra mano.
Le pegó y se quedó pegau.
-Largame que te muerdo -le dice.
Y lo mordió y se quedó pegau de la boca también.
Al día siguiente viene la vieja y lo encuentra al mono pegau del muñeco de cera. Lo pilla y lu ata bien atau di un árbol y se va a calentar agua para matarlo.
El mono 'taba muy triste, esperando la muerte, cuando ve que va pasando un lión y lo llama.
-Venga, amigo, lo quiero saludar porque ya me van a matar.
-¿Y porque te van a matar? ¿Quí has hecho?
-Porque no me gustan las ovejas gordas y me quieren obligar a comer una.
El lión, qui andaba buscando carne, le dice:
-Dejame a mí en tu lugar y yo voy a comer la oveja.
Se puso el lión y lo largó al monito.
Se vino la vieja con l'agua hirviendo y se la echó encima. Lo quemó al pobre lión y lo largó.
El lión, furioso, salió en busca del mono.
Va el lión y lo encuentra al mono descuidau y se lo traga entero. Áhi 'taba el mono en la panza del lión y no sabía por ónde iba a salir. Al fin si acordó que tenía un cortapluma y le cortó la panza y salió disparando. El lión cayó al suelo y al rato se murió. Volvió el mono y le sacó el cuero. Con el cuero hizo riendas, cincha, lazo y boleadoras.
Dio la casualidá que pasó una tropilla de guanacos y el mono bolió un guanaco y lo ensilló. Montó en el guanaco, pero el guanaco disparó por entre los cerros y lo voltió y lo mató al mono. Y así se terminó.

José Peñaloza, 44 años. Cieneguillas. Santa Catalina. Jujuy, 1952.

El narrador es puneño. Ha concurrido a la escuela primaria. En la actualidad es comerciante y criador, modesto hacendado.

Cuento 668. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El mono y el carnero .640a

Versión en guaraní

Oicó ndayé un mono jha un carnero tuyá, jhá oye'ói jhicuáy ca'á bîre, jha upéi jhé'í iñîrúpe:
-Yapîtá yajhecá ya'ú arä.
El carnero opîtá oyatapî jha el mono catú ojhó ojhecá hoja, jha oyujhú un yaguareté pocué jha ogüerú omoï tatápe; jha upépe oguäjhé chupecuéra un yaguareté viejo colí jha oporandú mba'épa oyapó jhicuáy, jha jhé'í chupé el mono:
-Ropîtá royapó un asadito.
Oma'é el yaguareté tatápe jha ojhechá jhapichá pocué, jha okîjhîyé demá. Porque ojhechá que el carnero jhobá rasî. Osënte el yaguareté jha ojhó. Jha upéi jhé'í el mono iñîrúpe:
-Ya yupí îbaté porque agä oúbaerá ñandébe.
Jha upéi el mono oñejha'ä oyupí iñîrúpe porque el carnero ndicatúi oyupí, jha upéy jhasîpe oyupí un ramazón ári jha el mono oyupí alto, cogollo pe; jha upéi enseguídante oúma tres yaguareté viejo; oyeré tataipîre jha opoí uno gramido, jha el ovechá tuyá okîjhîyé demá, jha upéi sapîante jho'á ipîtépe cuera, jha amó ibatégui el mono o sapucái iñîrúpe:
-El colí viejo péa co che îrú, aníque pe'u.
Jha sobre upéa osë odispará los yaguareté oirno'á ogüeyî chupecuéra el carnero, mediante el mono, o salvá iñîrupe.

César Aguirre, 20 años.

Colonia Madariaga. San Miguel. Corrientes, 1950.

El narrador, originario de la región, ha cursado los grados de la escuela primaria. Es bilingüe como todos los correntinos de esta región. Escribe cuidadosamente el texto guaraní.

Leído y corregido por la licenciada Carmen Vavá.

Cuento 640a. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El mono y el carnero .640b

Versión en español

Habían andado un mono y un carnero viejo. Y habían estado yendo por un monte. Y depué le dijo al compañero:
-Vamo a quedar a buscar qué comer.
Y el carnero quedó a hacer fuego. Y el mono fue en busca de hoja. Y encontró una mano de yaguareté. Y trajo a poner en el fuego. Y al poner en el fuego le llegaron un yaguareté viejo, colí. Le preguntó si qué estaban haciendo. Y le dijo el mono:
-Quedamo a hacer un asadito.
Y entonce miró al fuego el yaguareté y vio la mano del yaguareté muerto y tuvo miedo de má y también porque vio al carnero muy serio. Salió no má y se fue el yaguareté.
Entonce le dijo el mono al compañero:
-Vamo a subir arriba porque ahora van a venir a nosotro.
Y despué el mono procuró a subir y alzar al compañero, porque el carnero no puede subir. Y despué, apena lo alzó en un árbol lleno de rama. Y el mono subió en un árbol alto, allá, en la corona, y al rato llegaron tres yaguareté viejo. Dieron vuelta por el fogón y dio unos gramido. Y el carnero tenía mucho miedo. Y al mismo tiempo, ¡zá! se cayó al suelo en medio de entre ello. Entonce, de allá arriba, le dio un grito el mono, al colí viejo, y le dijo:
-El colí viejo, ése es mi compañero. No lo vayan a comer.
Y salieron a disparar los yaguareté creyendo que se iba a bajar a ello el carnero. Mediante eso el mono salvó al compañero.

César Aguirre, 20 años.

Colonia Madariaga. San Miguel. Corrientes, 1950.

El narrador traduce el texto guaraní por escrito, al español hablado en la región. La traducción abunda en errores ortográficos y figuran algunas eses y eres finales que no pronuncia.

Cuento 640b. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El mono de barro .672

Que era un hombre que tenía una quinta. Y había un bicho que le hacía daño. Un día, descubrió qu' era un mono. Y él, pa agarrarlo, hizo otro mono de barro y le puso pega. Y lo puso en el medio 'e la quinta.
Güé...Ya vino el mono a hacer el daño de costumbre. Y cuando lo vido al otro mono que dice:
-¡Qué suerte que tengo un amigo para divertirme!
Y ya lo desafió a jugar a la taba. Y varias veces lo envité, y como no le contestaba, se enojó. Se allegó y le pegó un chirlo. Se le quedó pegada la mano derecha. Y le dice:
-Largame o de no con ésta otra te guá pegar más juerte. Y en vista que no le contestaba, le pegó un zurdazo. Y quedó pegáu de l' otra mano. Y entós le dice:
Largame o de no te guá pegar con las dos patas.
Y le pegó con las dos patas, y quedó pegáu. Y ya no se pudo mover. Que la pega era muy fuerte. Y claro, al otro día vino el hombre y lu agarró, y lo echó en un saco de cuero pa quemarlo más tarde.
'Taba áhi, cuando pasó el zorro, y como son tan curiosos los zorros, se allegó, y le preguntó al mono:
-¿Y porque 'stás áhi?
-Y, acá mi han echau para darme unas gallinas gordas.
Y el zorro le dice:
-Dejame a mí, entoce.
-Y, desatame -le dice el mono.
El zorro lo desató y se encerró en el saco. El mono lu ató bien y él se mandó a cambiar.
Vino el hombre más tarde y no se podía explicar cómo el mono se le volvió zorro. Pero lo castigó, lo quemó no más por dañino. Y así se salvó el mono.

Mateo Lucero, 47 años. El Arenal. La Carolina. San Martín. San Luis, 1948.

El narrador dice que este cuento lo sabe toda la gente antigua de El Arenal.

Cuento 672. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El mono de barro .676

Era un hombre que tenía un parral de uvas y siempre se las comían. Descubrió que era un mono. Entonces un día hizo un mono de barro, le puso por encima pega-pega y lo puso en la puerta por donde tenía que entrar el mono. Y vino el mono y lo vio al mono de barro y creyendo que era vivo, le dijo:
-Buenas noches, amigo.
Y le dio la mano, y se quedó pegado.
Y entonce le dijo:
-Soltame que te doy una trompada -y le pegó y se quedó pegado.
Y le pegó con un pie y se quedó pegado.
Y le pegó con el otro pie y se quedó pegado también. Entonce vino el dueño del parral y lo ató al mono. Y le dijo que le iba a dar una paliza.
Entonce pasaba un lión y el mono le dijo:
-¿Qué tal, tío lión? ¿Quiere comer una res de carne? Porque yo no la quiero comer, no tengo hambre, me han atado aquí. Entonce dijo el lión:
-Bueno.
Y lo desató al mono y el mono lo dejó atado al lión.
Y entonce vino el dueño y le dio una paliza tremenda al lión. Y el lión se fue a buscar al mono para matarlo. Y el mono había robado una olla con tortas fritas y se había subido a un árbol. Y lo vio el lión y le dijo:
-¡Ah, monito pícaro, ahora te voy a matar!
Y entonce le dijo:
-Cayate, tío lión, subite conmigo a comer tortas.
Y entonce, cuando iba subiendo al árbol, le echó encima la olla con grasa caliente y lo quemó al lión. Y se disparó. El lión lo salió a buscar.
Un día el lión lo alcanzó al mono. Y el mono, cuando vio que llegaba el lión, se ató de un árbol. Cuando llegó el lión le dijo que él se ataba porque iba a venir un viento muy fuerte y se iba a llevar a todos los árboles y a todas las cosas del mundo, menos a ese árbol.
Y entonce el lión le dijo:
-¡Átame a mí, por favor!
Entonce lo ató bien fuerte y se disparó.

Angélica Molina, 9 años. Esquel. Chubut, 1955.

Variante del cuento tradicional, al que se han agregado motivos de las aventuras del mono, del tigre y del zorro.

Cuento 676. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El monito .674

Las aguas del pozo de una estancia siempre amanecían sucias de hojas, palitos, boñigas secas. El capataz espió a los peones para ver quién era el malhechor, pero sin lograr averiguarlo.
Desconfió que fuese algún animal dañino. Mandó hacer un muñeco de cera, que puso de centinela junto al pozo. Efectivamente, fue un monito el que después de beber se entretenía en arrojar basuras dentro del pozo.
Al divisar la figura tuvo recelo, quedándose a observar si hacía algún movimiento, y como no vio nada, se aproximó paulatinamente. Cuando estuvo cerca, miró detenidamente y le habló:
-Dejame beber.
Como no tuvo respuesta, insistió, con igual resultado. Le insultó amenazándole con castigarle.
-¡Con esta mano te voy a castigar! -le dice.
Le enseñó la derecha. No le contestó. Entonces a la figura de cera le dio un manotazo. No hubo contestación y le quedó pegada la mano. Entonces le dijo:
-Con esta otra castigo más fuerte.
Y otro manotazo con la izquierda dio a la figura. Tampoco hubo contestación y le quedó pegada la mano. El monito dijo:
-Ya que no sentiste mis manotazos, con una patada te haré hablar.
La figura recibió una patada y le quedó pegada la pata. Y le dice
-Parece que no sentiste. Ahora con este otro pie sí te haré hablar -y le pegó.
Nada no hubo y le quedó pegado el pie.
-Con un mordiscón por la barriga te haré hablar, ¡sotreta! -le dice.
Y un feroz mordiscón dado en la barriga deja su huella profunda. Como no consiguió ninguna manifestación de vida, se alejó orondo el monito, seguro de haber dado una lección.
El confiado animal, dejó suficiente prueba para identificarlo y así recibir su merecido.

Juan Bautista Acosta. Mburucuyá. Corrientes, 1950.

El narrador es Director de Escuela.

Cuento 674. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El loro y el gato .778

Había un loro en una casa que era muy hablador. Y un día no habían estao los dueños de casa. Y que vinieron unos pasajeros mercando bolsas di harina. Saludaron y el loro los había saludao de adentro. Los hombres han pensao que eran los dueños de la casa. Y han dicho, los hombres:
-¿Bajamos alguna bolsa di harina?
-Bajen todas, bajen todas -ha dicho el loro.
En ese momento ha venido el dueño de casa y áhi si ha descubierto que el loro era que daba la orden de bajar las bolsas. Que los hombres habían bajao montones de bolsas. Y el dueño 'i casa li ha pegao al loro y el loro si ha metío abajo di un cajón.
Al rato li han pegao al gato porque si ha comido un pedazo 'e carne, y el gato también jue y se ha dentrao ande había dentrao el loro, y el loro li ha dicho:
-¿A vos también t' han corrío porque has hecho que bajen bolsas di harina?

Elina Ríos, 65 años.

Huayco Hondo. Capital. Santiago del Estero, 1952.

Cuento 778 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El loro y el gato .781

Había una vez una vieja solterona que tenía como única compaña un loro y un gato. El loro era muy hablador. Esta vieja acostumbraba a ir todos los días a misa. Un día que ella estaba ausente, pasó un carrero gritando:
-¡Leña!... ¡Quién compra leña! El loro le gritó:
-Bajelá.
El leñatero bajó la leña.
En ese momento llegó la vieja y le dijo si quién le ordenó que baje la leña. Él le dijo que de adentro le gritaron.
-Estas son cosas del loro -gritó enojada.
Pagó la leña sin querer.
Fue directamente al loro y lo castigó. Éste se escondió debajo de la cama. Fue la vieja a la cocina y vio que el gato derramó la leche sobre el fogón. Lo castigó y también fue a esconderse debajo de la cama.
Estaban los dos animalitos muy tristes, entonces le dice el loro al gato:
-¿Y vos también comprastes leña?
Como el gato no sabía hablar, se terminó el cuento.

Ignacia Páez, 60 años.

El Tajamar. Capital. La Rioja, 1950.

Cuento 781 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El loro pelado .784

Había una vieja que tenía un loro que li alcagüetiaba todo lo qui hacía la sirvienta. La sirvienta le tenía mucha rabia. Un día qui habían hecho morcillas, el loro se puso arriba de la olla y empezó a picotiar. La sirvienta que quería librarse de él, lo pechó, y el loro se cayó adentro de la olla de morcillas.
Por milagro no se murió, pero salió quemado y con la cabeza pelada, y se quedó quieto en un rincón, medio muerto. Cuando vino la vieja, preguntó por el loro. La sirvienta le dijo que por hacer daño había quedado muy enfermo y pelado. Al fin sanó, y un día que estaba en la puerta, vio a un hombre que salía de una peluquería, bien pelado, y le dice:
-Vos también anduvistes comiendo las morcillas, ¿no?

Francisco Olmos, 38 años. Ullún. San Juan, 1952.

Cuento 784 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El loro hablador .782

Había una vieja que tenía un loro hablador. Un día la mujer sale y la casualidá, viene por la calle un hombre con unas cargas con bolsas de harina, vendiendo.
El hombre al llegar a la casa grita:
-¡Señora! ¿no compra harina? ¿Le descargo algunas bolsas?
Entonces el loro le contesta:
-Baje todo.
El hombre se pone a descargar la harina y estaba esperando que salga la señora a recibir y pagarle, cuando llega de la calle, la mujer. Y el hombre le cuenta que estaba esperando que le paguen, porque él ofreció la harina y de dentro le contestaron que las baje.
La mujer se dio cuenta que el loro era el que contestó y le dijo al hombre que cargue la harina y se vaya, que nadie había en la casa y que seguramente es el loro que ha hablado.
Entonces el hombre enojado cargó y se fue. Y la señora entró y agarró una rama y empezó a castigarlo al loro por lo que hizo.
El loro, las chuequiadas no más, corría de aquí para allá hasta que pudo esconderse debajo de un baúl. Luego, un gato le sacó la carne a la señora y enojada también lo castigó con una rama. El gato se disparó y fue a dar donde estaba escondido el loro. El loro al verlo le dice:
-¡Ah!, chey, ¿que vos también has hecho descargar harina?
Aquí termina el cuento.

Luis Torres, 65 años.

Pinchas. Castro Barros. La Rioja, 1950.

El narrador es persona culta.

Cuento 782 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El loro cuentero .787a

Versión quichua

Tiasakara suj loro ancha cuentero. Wiwasakaranku suj estanciapi y patronta willaj kasakara entero capataces ruasqankunata, na wijchuchisakara aykatacha cuentosan. Chaymanta yachasakara suj capataz y yachas loro cuentero kasqanta nisqa, pollot apis pelas kausasqallata:
-Entero cuenterosta kayna rini ruapucoj.
Loroo tiasqa upallas, atendes. Chaymanta, chayaptin pátron, curata pusamus visitanampaj, retirakuptinkuna qaaj llamkajkunata, loroo nipusqa capatasta:
-¿Qaankichu? Cha cura a debera ancha cuentero kayta por coronanta pelapusakaranku.

Jacinto Carpio, 69 años.

Villa Salavina. Salavina. Santiago del Estero, 1951.

El narrador es bilingüe quichua-español, nativo de la región y semianalfabeto.

Narración tomada con la colaboración de Laureta Bravo, que habla quichua, es oriunda de Villa Salavina y Directora de la escuela local.

Cuento 787a Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El loro cuentero .787b

Versión española

Diz que había un loro muy cuentero. Lo habían criado en una estancia, y le avisaba al patrón todo lo que hacían, los capataces. Ya había hecho echar no sé cuantos, con los cuentos. Después había sabido otro capataz que el loro era cuentero, y agarrando un pollo lo peló vivo no más diciendo:
-A todos los cuenteros les haré así.
El loro estaba callado atendiendo. Después cuando llegó el patrón trayendo un cura para que lo visite, cuando se retiraron a ver los trabajadores, el loro le dijo al capataz:
-¿Has visto? Ese cura debe ser muy cuentero, porque le han pelado la corona.

Jacinto Carpio, 69 años. Villa Salavina. Santiago del Estero, 1951.

Versión del narrador.

Villa Salavina, centro de la zona quichuizante de Santiago del Estero, es uno de sus pueblos más antiguos.

Cuento 787b Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El loro bautizado .779

Había una vez un loro muy entendido, que repetía todo lo que le enseñaban. Se llamaba Pedrito.
Una vez la dueña le dijo al esposo:
-Che, viejo, vamos hacerlo bautizar a Pedrito.
Él le contestó que era bueno hacerlo, ya que no tenían hijos. La señora salió a buscar a un matrimonio para que le sirvan de padrino. Al día siguiente quedaron en bautizarlo. Lo habló al Padre para ir a la iglesia.
Al día siguiente salieron para la iglesia con los padrinos. Caminaron un trecho y empezó a llover. Quedaban bastante retirados de la iglesia.
Por ahí los alcanzó un lechero y les dijo que los podía llevar si en caso querían subir a la jardinera. Y ellos le contestaron que sí.
Cuando iban, el lechero sin darse cuenta se arrimó a un árbol, y un gajo le iba a pegar. Y él dijo, al tiempo que se atajaba:
-Epa, amigo, si no mi agarro me rompe la cabeza.
Y siguieron viaje. Y empezó a llover. Y seguía lloviendo, pero poco. Y dice el lechero:
-Esta agua cae, cae, no moja mucho, pero jode.
En lo que iba, se refaló un caballo y se cayó. Y se bajaron todos y le ayudaban a levantarlo. El lechero se puso furioso y les dice a los hombres:
-Peguelén un garrotazo por el lomo, que se levante.
Llegaron a la iglesia y se ponen a bautizar a Pedrito. Pedrito no hablaba pero atendía todo.
El Padre le pasó la mano por la cabeza, entonce Pedrito habló y dijo:
-Epa, amigo, si no me agacho me rompe la cabeza.
La dueña de Pedrito casi se desmayó.
El Padre le echaba el agua bendita en la cabeza, y entonce Pedrito dijo:
-Esta agua cae, cae, no moja, pero no deja de joder.
Entonce, la dueña, ya cayó desmayada y gritó Pedrito:
-Peguelén un garrotazo por el lomo, que se levante.
Y lo levantaron a la señora dueña de Pedrito y lo pusieron en el carrito del lechero y se fueron todos a la casa. Y allá lo reprendieron.
Pedrito nunca más dijo lo que no tenía que decir.

Faustino Evaristo Ponce, 28 años. La Banda. Santiago del Estero, 1958.

Cuento 779 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El loro .783

Era en una casa de negocio, que tenían un loro muy hablador. El dueño tenía un muchacho de dependiente.
Un día, le dice el patrón al muchacho, al dependiente:
-Ve, muchacho, no vas a vender este queso porque está rancio.
Y viene una señora, y corta no más el queso el muchacho y le vende. Y el loro 'taba en el mostrador, y dice:
-¡El queso 'tá rancio! ¡El queso 'tá rancio! -decía el loro.
Y se va la mujer. Lo prueba y efectivamente, 'taba rancio el queso. Entonce se viene y lo tira:
-Bien mi había dicho el lorito que el queso 'taba rancio.
Y bueno, viene y le cuenta al patrón, y viene y le dice:
-Fijesé el pícaro del loro cómo me perjudicó, no me dejó, dice, ganar la plata. Cuando yo 'taba vendiendo el queso, el loro decía que el queso 'taba rancio.
-Ya lo vamos a pelar por cuentero -le dice.
Entonce agarra el patrón las tijeras y le corta un poco de pluma y lo pone en la lorera. Le traen la comida y le ponen. Enojado, el loro, tira toda la comida al suelo. Y viene un pila, un perro pila, un perro pelado, y lo mira y le dice:
-¿A vos también ti han pelau por cuentero? ¿A vos también ti han pelau por cuentero? -le dice al pila.

Ramona Virginia

Villafañe de Coronel, 86 años. Catamarca, 1968.

Cuento 783 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El leon y el mono .675

Dice que había un hombre que tenía un gran olivar y hacía todos los años una gran cantidá de aceite.
Dice que un año este hombre estaba en la tarea de hacer el aceite y empezó a notar que de noche le sacaban el aceite. Entonce empezó a vigilar y descubrió que era un monito el que le tomaba el aceite. Como es tan difícil de cazar un mono porque trepa por todos lados, pensó en ponerle una trampa que el mono no descubra que es trampa. Entonce mandó hacer un mono de cera y le puso encima como una goma bien pegajosa.
El hombre lo puso al mono de cera en el mismo lugar por donde entraba el mono ladrón. En cuanto anocheció vino el mono y cuando vio que el otro le atajaba el camino le dijo:
-¡Hola!, amigo, ¿cómo le va? Me parece que voy a tener un compañero.
Como el mono de cera no le contestaba, le vuelve a decir:
-Amigo, no se haga el sordo. Hagasé un lado y dejemé entrar, y si no le voy a dar una paliza.
Tampoco le contestó el mono de cera y el mono se enojó y le pegó un puñetazo:
-¡Tomó por zonzo! -y se quedó pegado.
-¡Largame! -le dice, y le pegó con la otra mano y se quedó pegado.
-¡Largame! -le vuelve a decir y le pegó con las dos patas y se quedó pegado del todo el mono ladrón.
A la madrugada viene el hombre dueño del aceite y lo encuentra al mono pegado, y le dice:
-Así te quería agarrar, ladrón. Ara te voy a pelar con agua hirviendo y te voy a poner la marca.
Agarró y lo sacó al mono y lo ató. Hizo juego y puso agua y puso a calentar la marca de marcar los animales.
Por casualidá andaba por áhi el león, y cuando lo vio al mono se acercó y le preguntó qué hacía áhi. Y entonce el mono que es tan vivo le dice:
-Aquí me han atao porque no quiero comer una ternera gorda que tiene el patrón.
Pero, que sos zonzo. Dejame a mí, entonce, yo la puedo comer.
-Güeno, si la querés comer desatame y yo te voy atar acá, pero tené cuidado que no vea el patrón porque no va a permitir que yo deje el lugar a nadie.
El león lo desató al mono y el mono lo amarró bien al león y se disparó.
Cuando vino el hombre se llevó una gran sorpresa de ver que el mono si había convertido en león, pero le dijo:
-Aunque te hagás el león lo mismo te voy a marcar, y te voy a pelar con la agua hirviendo, para que no me vengás a robar el aceite.
Entonce le metió la marca caliente en la anca y le echó la agua hirviendo. El león daba unos tremendos bramidos y de tanto que hizo juerza se cortaron las piolas y se pudo disparar. Iba quemado y pelado y dando bramidos de dolor.
Ya se dio cuenta el león de la mala jugada que le había hecho el mono, y en cuanto se pudo mover un poco empezó a buscarlo.
Va el león y lo encuentra al mono que estaba comiendo duraznos en un árbol alto, lleno de fruta. El mono lo había visto de lejo y se llenó los bolsillos de piedras y se subió al árbol. Llegó el león y le dijo:
-¡Bajate, mono, porque te voy a comer!
-Sí, me puede comer en seguida, pero primero tiene que probar estos durazno que son riquísimos. Abra la boca, áhi le tiro uno.
El león abrió la boca y el mono le tiró un durazno muy maduro y muy rico.
-Ahí va otro, abra la boca.
Y el león para comer los duraznos que estaban tan ricos, se olvidó de que venía a matar al mono. El mono le dice entonces:
-Ara tiene que abrir bien grande la boca porque le voy a tirar unos cuantos juntos y están muy maduros.
El león abrió bien grande la boca y el mono le tiró todas las piedras que tenía, le llenó la boca y le quebró todos los dientes. Lo dejó al león medio augado con las piedras, y se disparó.
El pobre león como no podía comer, se murió al poco tiempo. El mono se quedó libre y siguió haciendo picardías ande quera que andaba.

Ramona Andrea Quiroga, 55 años. Campo de los Zapallos. Santa Rosa. Garay. Santa Fe, 1951.

Campesina. Criolla originaria del lugar. Ha concurrido a la escuela de la comarca.

Cuento 675. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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