El
abuelo de Ugula le dejó, al morir, una magnífica escopeta. Con ella
adquirió fama de buen cazador, y se especializó en la caza de
elefantes: les pegaba un tiro, y se convertía en el tronco de un
árbol para que el elefante herido no le embistiera; al segundo tiro
se convertía en una hoja; y al tercero, cuando el animal ya moría,
recobraba su aspecto normali.
Así
fue matando, día a día, a toda una manada que había en aquella
zona. Hasta que, por fin, sólo quedaba una hembra. Una mañana,
Ugula se adentró en el bosque con ánimo de liquidarla. Apuntó bien
con su escopeta, pero falló. Y el elefante se convirtió en una
bella chica que suplicaba por su vida.
Ugula
le pidió explicaciones. Ella, sin embargo, no quiso responder a
ninguna de sus preguntas. Ugula marchó enfadado a su poblado y, al
anochecer, la muchacha se presentó en su casa: «Si no eres un
hombre casado, ¿me aceptarás como esposa?». Ugula asintió, porque
vio que era una chica de una gran hermosura. Al presentarla a la
familia, su hermano Etundji le advirtió: «Te vas a casar con
alguien que, en realidad, es un animal». Él no hizo caso y se
casaron.
Por
las noches, la muchacha le pedía detalles sobre su manera de cazar a
los elefantes. Ugula le informaba de todo. Y ello, a pesar de que una
noche el espíritu de su abuelo se le apareció en sueños para
advertirle: «No está bien que cuentes todas estas cosas a una mujer
que es un elefante». Ugula seguía sin hacer caso de las cosas
buenas que le decían.
Un
día, la mujer vio que las cabezas de unos elefantes colgaban de la
pared como trofeos de caza. Pensó: «Éstas son las cabezas de mi
padre y de mi hermano. Debo tomar venganza y dar muerte a la familia
de Ugula». Pero Etundji y Madembe, los dos hermanos de Ugula,
estaban al acecho; y, en cuanto advirtieron las intenciones de la
mujer, la ataron a un árbol.
Ugula,
al volver de la caza, protestó mucho. Sin embargo, cuando le
informaron de lo sucedido comprendió que había actuado de una
manera peligrosa para todos. Se trataba de su propia mujer, y quiso
perdonarle la vida igual que aquella vez que la encontró en el
bosque. La acompañó hasta lo más frondoso de la selva, y allí la
abandonó.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
i
La
gente ndowe cree que los cazadores de elefantes son capaces
efectivamente de realizar tales metamorfosis. En este caso, por
tanto, y para muchos oyentes, no se habría relatado un episodio
maravilloso sino un suceso extraño.
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