Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

Perecita .1090

Que había una señora que tenía un hijo flojo, flojísimo. Era un hijo solo.
Lo mandaba a la leña y no quería ir.
A ningún lado quería ir. No quería hacer nada, nada. Él le decía siempre que tenía pereza. Por eso le habían puesto el Perecita.
Un día le rogó tanto la madre:
-¡Andá Perecita, buscá unas leñitas!
-Tengo pereza -le dice, pero al fin salió.
Se fue Perecita a la leña. Había juntado unas leñitas y había hecho una carguita. La tenía ahí a la carguita, y él 'taba recostado en la arena en la orla de un río. Tenía mucha pereza, porque era tan flojo. Era lo que tenía él, porque era un muchacho muy bueno. Y que había un pescadito afuera de l'agua pidiendo misericordia que lu echaran al agua. Y entonce que le dice al muchacho:
-¡Echame, por favor!
Y él, no.
-¡Tengo pereza! -que le dice.
-Pero, ¡echame, te lo pido por favor!, que yo te voy a dar una virtú. Una variíta de virtú, te voy a dar.
Entonce él, con la punta de l'ojota que lu empujó y lu echó al agua.
El pescadito, entonce, le dio la variíta de virtú y le dijo que le pida lo que quiera que todo le iba a dar.
Entonce él áhi no más le dijo:
-Variíta, por tu virtú, que se junte una carga de leña, y que yo vaya arriba y que la leña vaya caminando sola.
Y entonce se juntó la leña y la carguita caminaba sola, y él iba encima de la leña.
Y siguió el camino de las casas. Y entonce que pasó por el palacio del Rey. Y que áhi 'taban las hijas del Rey y que cuando lo vieron se largaron a réirse y decían:
-¡Mirá, Perecita cómo va en la leña! ¡Mirá cómo camina sola la carguita de leña!
Entonce que le dio rabia a Perecita y que dice:
«Variíta, por tu virtú, que la niña más linda del Rey tenga un nene muy lindo, y que sea mío».
Y al tiempo la hija más linda del Rey tuvo un nene. Y el nene nació con una naranja di oro en la mano. Y al que le diera la naranja di oro, ése era el padre.
Entonce el Rey 'taba muy enojado. Tenía una rabia terrible. Quería saber cuál era el padre del niño para castigarlo.
Que el Rey llamó a todos los más grandes, más ricos, y no daba a nadie la naranja el niño. Entonce llamó a todos los vecinos, y nada. Y ya nu había quedau nadie. Bueno, entonce se acordaron que el único que había quedado era Perecita.
-Pero no, qué va ser Perecita -que decían.
-Bueno, pero hay que llamarlo.
Y vino Perecita. Y en cuanto vino y lo vio el nene, le entregó la naranja.
Entonce el Rey dispuso de echarlos a la mar, que se murieran, de rabia que tenía.
Y prepararon el cajón. Los ponen y los echan a la mar. La niña lloraba muchísimo y ella decía que no tenía ninguna culpa, que eso era un castigo que no sabía de dónde le había venido.
Y entonce Perecita le dice que no se aflija, que no le va a pasar nada.
Entonce le pidió a la variíta que el cajón salga al otro lado de la mar y que áhi se formara un palacio mejor que el del Rey. Y todo se hizo así.
A los pocos días el Rey se enteró que al otro lado de la mar había un palacio mejor que el de él, y mandó que vieran de quén sería. Y se enteraron que era de Perecita. Entonce el Rey lo hizo buscar. Y entonce Perecita le contó todo cómo había pasado y que la niña no tenía ninguna culpa.
Y él se puso muy contento y les pidió que vinieran a vivir con él. Y los dejó tranquilos en las casas de él y fueron muy felices.

Beneranda Vallejos de Tula, 50 años. El Durazno Alto. Pringles. San Luis, 1958.

Campesina. Aprendió el cuento de la madre.

Cuento 1090. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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