Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

Narcisito travieso .1081

Narcisito era un niño pobre. Tenía sólo la madre. El padre había muerto.
Un día la madre lo mandó al pueblo a vender una gallina para comprá la necesidade. Salía otro chico del pueblo con un perro al que lo iban a matar. Narcisito se paró y le dijo:
-No maten al perro que yo se lo doy la gallina a cambio del perro.
Le dijieron:
-Para qué queré este perro flaco que no sirve para nada.
Dijo él:
-A mí me va a servir.
Agarró el perro y volvió a la casa.
La madre salió y dijo:
-No traés nada, Narcisito.
-Compré este perro, mamá, a cambio de la gallina.
-¡Ah, hijo!, mañana irás a vender la otra gallina.
Tenía sólo tre gallina.
-Así traerá de comer para tu perro y para mí y para vos.
-Bueno, mamá, no te enojés.
Y se jue a vender la otra gallina. Salieron los mismos chicos con un gato, judeando, cuando le vieron ir a él.
-¡Oh!, Narcisito, nosotro vamo a vendé este gato porque es muy dañino.
-No -dice él, te cambio por esta gallina.
Le dieron el gato y llevaron la gallina. Él volvió con el gato a su casa. Sale la madre y le dice:
-Hijo mío, me vas a matar de hambre. Andás comprando sólo perros y gatos.
Dijo él:
-No es nada, mamá. Este gato pongalé Pío y al perro, Roque. Y ello algún día me salvarán.
-Bueno -le dice la madre.
-Mañana te irá a vender esta última gallinita. Y no vayas a comprar nada que no nos pueda servir. Si esta vez no me traés nada te voy a castigar.
-Bueno, mamá.
Y agarró la gallinita y se jue al pueblo. Salieron otra vez los chicos con una víbora verde. Y dice Narcisito:
-¿Adónde llevan este animalito tan lindo?
-¡Oh!, es una víbora que pica. Vamo a matar.
-No le maten. Quiere vivir como todo vivimo. Le cambio -dijo él, le doy la gallina y me da la víbora.
Se la dio, la ató una piola larga y se la llevó. Se jue lejo y se jue pensando que no iba a volver a su casa porque no llevaba nada. Le dijo a la víbora:
-Yo te pongo Juanita, tu nombre. Tenís calor, te voy a bañar porque tenís mucho calor.
Dice que la víbora iba arpeando porque le llevaba por una piolita. No le llevaba alzando porque le dijieron que pica. Bueno, se bañó mucho la víbora y no salía del agua. Él tiraba la piola y decía:
-Vamo, Juanita, que tengo que trabajá para ganar para el pan.
-No es nada, Narcisito -le dijo la víbora. Vamo en ese monte, en ese árbol grande, está mi madre. Y ella te va a dar una fortuna porque me salvaste la vida. Ella es la serpiente más grande que se conoce y es muy mala. Te va querer tragar y yo te salvaré. Ella, de contenta te va hacer tres anillos en un platito. Usté agarra el que está en el medio, el de oro. Uno hay de cobre, otro de plata y otro de oro. El de oro tiene una fortuna. Pidalé lo que usté necesita que te dará.
Y todo pasó como dijo la víbora.
Se jue él tan contento después que recibió ese anillo. Vendió a un comerciante. Compró todas las necesidades que le faltaba y le llevó a su madre.
La madre de tanto que lloraba, que hacía día que ese hijo no volvía, ni le conocía al hijo:
-Mamá, soy Narcisito que le traigo todas las necesidades de su casa.
La madre quedó muy contenta.
Después se acostó a descansar. El perro y el gato lo rodeaban. Después de 'tar acostado y tranquilo dijo:
-Anillito, por la virtú que Dios te ha dado vení en mi bolsillo.
Un rato depué tocó el bolsillo, 'taba el anillo.
La madre, tan contenta, le dejó dormir un rato y le recordó con su güen mate amargo. Y le preguntó, contenta la vieja:
-¿En qué ganaste tanta plata, hijo mío?
Le dice él:
-Mamá, vendí bien la gallina. Y ahora estamos remediados. Dentro de quince días voy a salir a rodar mundo.
La madre no quería. Le dice:
-¿Y su perro y su gato?
-Mi perro y mi gato, cuando yo salga de acá, de mi casa, que quede con usté, como un compañero, porque tengo necesidá de salir. Algún día que ese perro y ese gato salga al portón de nuestra casa a maullar dealé de comer bien y larguelás que se vaye donde yo estoy. Y usté ya va saber qué me pasa o me pasó. Yo le voy a dejar mucho dinero y surtido para que nada le falte.
La madre por un lado lloraba y por otro pensabe que tenía que dejar ese hijo que saliera.
Bueno. Llegó el día. Él se despidió de la madre y del perro y del gato y se jue.
La madre, todos los días rogaba por el hijo. Y tenía ansia de verle. Y le hablaba al perro y al gato y le decía:
-Tengo gana de verle a Narcisito.
Pasó un largo tiempo. No sabía nada del hijo. Una tarde el perro y el gato salía al portón a maullar tristemente. Ella le dice:
-Algo le pasó a mi hijo. Ustede han de ir adonde él está, pero vamo a esperar unos tres días -le dice al perro y al gato.
El dueño del perro y el gato había llegado en una ciudá grande y 'taba en una pensión. Estaba en un comentario que la Princesa de la ciudá quería casarse. Que 'taba en frente de la pensión, 'taba el palacio. La Princesa se iba a casar con el que adivinara lo que ella preguntaba. El miró y vio la gurisa muy linda, la Princesa y dijo:
-Pues, yo me voy a casar con la Princesa.
Se rieron todos y le dijo:
-Nosotro que 'tamo en el pueblo no adivinamo la pregunta que hace, y qué va a adivinar usté que es forastero.
Dice Narcisito:
-Eso no es nada. Esta noche mismo me voy a casar.
Y todo quedó así. Él se fue a acostarse.
Depué que quedó en silencio, él sacó el anillo del bolsillo y dijo:
-Anillito, por la virtú que Dios te ha dado que venga la Princesa adonde yo estoy para conversar.
Y la gurisa se vino.
Cuando ella se encontró con él, se quedó muy almirada porque ni sabe cómo vino adonde está este hombre que no conocía y jamás vio. Ella le dijo:
-Y, ¿cómo vine adonde vos estás?
Él le dijo:
-¡Ah!, usté busca casamiento y te vas a casar conmigo.
Ella le dijo:
-No puedo porque tengo otro amante.
Bueno. Él se quedó cansado y no le hizo llevar al palacio y se quedó a dormir.
La gurisa le registró el bolsillo y le encontró el anillo. Y al punto se imaginó que ese anillo sería de suerte y le dice:
-Anillito, por la virtú que Dios te dio, llevame al palacio.
Un momento de silencio y ella se trasladó al palacio. Y en el palacio dijo:
-Anillito, por la virtú que Dios te dio, llevame al medio del mar en un palacio mejor que el de mi padre con el negro cocinero -ése era el amante de ella.
Al otro día ella no amaneció, ni el negro cocinero.
Todo el pueblo el Rey hacía llamar en declaración para preguntar quién le llevó la hija y el negro cocinero. Y le dijieron que allí estuvo un hombre desconocido que él decía que tenía que casarse con la Princesa, y jue el día que no amaneció.
El Rey en seguida lo hizo llevar a Narcisito preso. Entonce le dijo que le haga aparecer a la hija y si no pena de la vida dentro de cuatro días.
El perro y el gato que tanto maullaban, dentro de tres días la madre largó.
El perro y el gato anduvo mucho y llegó a la misma pensión de Narcisito.
'Taba el comentario.
-Pobre hombre, va a perder la vida. ¡Quén sabe con quén se jue la Princesa!
El gato dentró, jue por abajo de la mesa y casi no había ni miga de pan. Él salió y le dijo al perro:
-Narcisito está preso, está en el calabozo. Falta tre día para matarle.
Dice el perro:
No es nada, vamo al calabozo. Lo do vamo a sacarle.
Jueron lo do. El gato buscó sobre el techo por donde dentrar. No podía dentrar hasta que encontró una partecita abierta y dentró donde 'taba el dueño. Y le lambió la cara y lo recordó. Que 'taba durmiendo Narcisito.
-¡Oh!, usté es Pío.
-Soy, le venimo a salvá.
-¿Y Roque?
-Es muy grande, no puede dentrar.
-¿Qué te pasa?
-¡Oh!, me sacaron mi anillo y se jueron al mar la Princesa con el negro cocinero.
Le dice Pío:
-No es nada. Yo y Roque le vamo a salva. Vamo a ir a buscar su anillo.
Y lo animalito se jueron. Caminaron todo ese día por la orilla del mar y dice Roque:
-No te asuste, Pío, yo le voy a llevar. Subí en mi lomo, yo te voy a llevar nadando hasta el palacio de la gurisa que se perdió, porque falta sólo un día para matale a Narcisito y vamo a ve si encontramo el anillo.
Pasaron. Ya era de noche. Llegaron al palacio. Había una casita cerca. Y vivía un viejito. Y como era gato y perro quedó muy almirado que anduvieran junto, y le dice:
-¿Qué hacen por acá?
-Buscamo el palacio de la Princesa que hace tre día que se juyó del padre.
Le dice el viejo:
-Pues, yo soy el Rey de lo ratón. Estarán durmiendo ahora la Princesa y el negro.
Le dice Roque:
-Yo le pago todo lo que usté me pide si encuentro un anillo que le trajo la Princesa, de mi dueño. Si podía mandar en comisión lo ratón.
Antonce dice el viejito:
-Voy a llamalo.
Pegó un silbido y se presentó ratón de todo tamaño. Entonce le dice Pío:
-Mire, compañero, si quiere hacé un favor de buscar un anillo que ese negro trajo de mi dueño. Le voy a pagar.
Dice uno de los ratón:
-Por una bolsa de galletas y una canasta de pan le traigo el anillo. Yo sé donde está. 'Ta en el tocador de la Princesa. Toda la noche se saca del dedo. Nosotro lo vemos todas las noches.
Y antonce se jueron los ratón. Jueron a la casa. No 'taba el anillo en el tocador. Buscaron todo. No podían encontrar. Ya eran las tre de la mañana. Dijo uno de los ratón chiquito:
-¿Sabe adónde lo tiene el negro? En el culo. Porque sabe que sólo cuatro día faltaba que le busquen y le quiten el anillo.
-¿Y cómo vamos a sacar?
Uno dijo:
-Yo voy a mojar mi cola en aceite y se le voy a poner al negro en la nariz. El negro va a estornudar y va a caer el anillo y otro lo va a cazar.
Así lo hicieron. Y lo hicieron estornudar al negro y saltó el anillo. Agarró un ratón y disparó y le llevó a Roque. Y se presentó Pío y dispararon los ratón de más. Y ello se volvieron al palacio del Rey. Y lo ratón se jueron a la casa del viejito. Roque le propuso de mandarle queso y pan para después que amanecía. Bueno. Se despidieron contento y llevaron el anillo a Narcisito.
Llegó el gato y dentró al calabozo. Ya venía amaneciendo. Ese día iba a morir a las ocho de la mañana. Narcisito salió del calabozo con la virtú del anillo y jue a recordalo al Rey y le dice:
-Levantesé que usté va a ver a su hija dentro de poco rato.
Se levantó el Rey asustado y le dijo Narcisito:
-Venga a la orilla del mar. Viene llegando su hija en un buque con su nuevo esposo.
Y jueron. Llegaba la hija del Rey con el negro del brazo. El Rey de tan asustado, sacó su corona y le puso a Narcisito. Le coronó y quedó de Rey. Y la gurisa quedó no más con el negro, que nadie la miraba má.

Narcisa Ramírez de González, 48 años. Yapeyú. San Martín. Corrientes, 1952.

Buena narradora. Es curandera de fama en la región.

Cuento 1081. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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