Narcisito
era un niño pobre. Tenía sólo la madre. El padre había muerto.
Un
día la madre lo mandó al pueblo a vender una gallina para comprá
la necesidade. Salía otro chico del pueblo con un perro al que lo
iban a matar. Narcisito se paró y le dijo:
Y
se jue a vender la otra gallina. Salieron los mismos chicos con un
gato, judeando, cuando le vieron ir a él.
-¡Oh!,
Narcisito, nosotro vamo a vendé este gato porque es muy dañino.
-Mañana
te irá a vender esta última gallinita. Y no vayas a comprar nada
que no nos pueda servir. Si esta vez no me traés nada te voy a
castigar.
Y
agarró la gallinita y se jue al pueblo. Salieron otra vez los chicos
con una víbora verde. Y dice Narcisito:
-No
le maten. Quiere vivir como todo vivimo. Le cambio -dijo él, le doy
la gallina y me da la víbora.
Se
la dio, la ató una piola larga y se la llevó. Se jue lejo y se jue
pensando que no iba a volver a su casa porque no llevaba nada. Le
dijo a la víbora:
Dice
que la víbora iba arpeando porque le llevaba por una piolita. No le
llevaba alzando porque le dijieron que pica. Bueno, se bañó mucho
la víbora y no salía del agua. Él tiraba la piola y decía:
-No
es nada, Narcisito -le dijo la víbora. Vamo en ese monte, en ese
árbol grande, está mi madre. Y ella te va a dar una fortuna porque
me salvaste la vida. Ella es la serpiente más grande que se conoce y
es muy mala. Te va querer tragar y yo te salvaré. Ella, de contenta
te va hacer tres anillos en un platito. Usté agarra el que está en
el medio, el de oro. Uno hay de cobre, otro de plata y otro de oro.
El de oro tiene una fortuna. Pidalé lo que usté necesita que te
dará.
Se
jue él tan contento después que recibió ese anillo. Vendió a un
comerciante. Compró todas las necesidades que le faltaba y le llevó
a su madre.
Después
se acostó a descansar. El perro y el gato lo rodeaban. Después de
'tar acostado y tranquilo dijo:
La
madre, tan contenta, le dejó dormir un rato y le recordó con su
güen mate amargo. Y le preguntó, contenta la vieja:
-Mamá,
vendí bien la gallina. Y ahora estamos remediados. Dentro de quince
días voy a salir a rodar mundo.
-Mi
perro y mi gato, cuando yo salga de acá, de mi casa, que quede con
usté, como un compañero, porque tengo necesidá de salir. Algún
día que ese perro y ese gato salga al portón de nuestra casa a
maullar dealé de comer bien y larguelás que se vaye donde yo estoy.
Y usté ya va saber qué me pasa o me pasó. Yo le voy a dejar mucho
dinero y surtido para que nada le falte.
La
madre por un lado lloraba y por otro pensabe que tenía que dejar ese
hijo que saliera.
La
madre, todos los días rogaba por el hijo. Y tenía ansia de verle. Y
le hablaba al perro y al gato y le decía:
Pasó
un largo tiempo. No sabía nada del hijo. Una tarde el perro y el
gato salía al portón a maullar tristemente. Ella le dice:
-Algo
le pasó a mi hijo. Ustede han de ir adonde él está, pero vamo a
esperar unos tres días -le dice al perro y al gato.
El
dueño del perro y el gato había llegado en una ciudá grande y
'taba en una pensión. Estaba en un comentario que la Princesa de la
ciudá quería casarse. Que 'taba en frente de la pensión, 'taba el
palacio. La Princesa se iba a casar con el que adivinara lo que ella
preguntaba. El miró y vio la gurisa muy linda, la Princesa y dijo:
-Nosotro
que 'tamo en el pueblo no adivinamo la pregunta que hace, y qué va a
adivinar usté que es forastero.
Cuando
ella se encontró con él, se quedó muy almirada porque ni sabe cómo
vino adonde está este hombre que no conocía y jamás vio. Ella le
dijo:
Él
le dijo:
La
gurisa le registró el bolsillo y le encontró el anillo. Y al punto
se imaginó que ese anillo sería de suerte y le dice:
-Anillito,
por la virtú que Dios te dio, llevame al medio del mar en un palacio
mejor que el de mi padre con el negro cocinero -ése era el amante de
ella.
Todo
el pueblo el Rey hacía llamar en declaración para preguntar quién
le llevó la hija y el negro cocinero. Y le dijieron que allí estuvo
un hombre desconocido que él decía que tenía que casarse con la
Princesa, y jue el día que no amaneció.
El
Rey en seguida lo hizo llevar a Narcisito preso. Entonce le dijo que
le haga aparecer a la hija y si no pena de la vida dentro de cuatro
días.
El
gato dentró, jue por abajo de la mesa y casi no había ni miga de
pan. Él salió y le dijo al perro:
Jueron
lo do. El gato buscó sobre el techo por donde dentrar. No podía
dentrar hasta que encontró una partecita abierta y dentró donde
'taba el dueño. Y le lambió la cara y lo recordó. Que 'taba
durmiendo Narcisito.
-No
te asuste, Pío, yo le voy a llevar. Subí en mi lomo, yo te voy a
llevar nadando hasta el palacio de la gurisa que se perdió, porque
falta sólo un día para matale a Narcisito y vamo a ve si encontramo
el anillo.
Pasaron.
Ya era de noche. Llegaron al palacio. Había una casita cerca. Y
vivía un viejito. Y como era gato y perro quedó muy almirado que
anduvieran junto, y le dice:
-Yo
le pago todo lo que usté me pide si encuentro un anillo que le trajo
la Princesa, de mi dueño. Si podía mandar en comisión lo ratón.
Antonce
dice el viejito:
-Mire,
compañero, si quiere hacé un favor de buscar un anillo que ese
negro trajo de mi dueño. Le voy a pagar.
-Por
una bolsa de galletas y una canasta de pan le traigo el anillo. Yo sé
donde está. 'Ta en el tocador de la Princesa. Toda la noche se saca
del dedo. Nosotro lo vemos todas las noches.
Y
antonce se jueron los ratón. Jueron a la casa. No 'taba el anillo en
el tocador. Buscaron todo. No podían encontrar. Ya eran las tre de
la mañana. Dijo uno de los ratón chiquito:
-¿Sabe
adónde lo tiene el negro? En el culo. Porque sabe que sólo cuatro
día faltaba que le busquen y le quiten el anillo.
-Yo
voy a mojar mi cola en aceite y se le voy a poner al negro en la
nariz. El negro va a estornudar y va a caer el anillo y otro lo va a
cazar.
Así
lo hicieron. Y lo hicieron estornudar al negro y saltó el anillo.
Agarró un ratón y disparó y le llevó a Roque. Y se presentó Pío
y dispararon los ratón de más. Y ello se volvieron al palacio del
Rey. Y lo ratón se jueron a la casa del viejito. Roque le propuso de
mandarle queso y pan para después que amanecía. Bueno. Se
despidieron contento y llevaron el anillo a Narcisito.
Llegó
el gato y dentró al calabozo. Ya venía amaneciendo. Ese día iba a
morir a las ocho de la mañana. Narcisito salió del calabozo con la
virtú del anillo y jue a recordalo al Rey y le dice:
Y
jueron. Llegaba la hija del Rey con el negro del brazo. El Rey de tan
asustado, sacó su corona y le puso a Narcisito. Le coronó y quedó
de Rey. Y la gurisa quedó no más con el negro, que nadie la miraba
má.
Cuento
1081. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
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