Que
era un hombre que quedó viudo y tenía una hijita. Que la hijita era
muy bonita y se llamaba María. Que este hombre se casó con otra
señora y tuvo dos hijas feas. Se murió este hombre y quedó la
señora con las dos hijas y la entenada. A la entenada la tenía de
sirvienta, siempre en la cocina, en la orilla del fuego, y por eso le
pusieron la Cenicienta y le decían María Cenicienta. Así no más
la llamaban.
Una
noche, la señora va a un baile, a la casa del Rey, con las dos
hijas. Y la Cenicienta queda como siempre acostada en un cuartito,
porque nunca la sacaban a ningún lado.
María
Cenicienta cuando las vio que se fueron muy arregladas, le dio un
poco de tristeza, pero se acostó y se quedó dormida. Estaba muy
cansada porque tenía que hacer todo el trabajo ella sola.
Y
en lo que está durmiendo, se le aparece la madre, que era muerta, y
le dice que ahí le trae un vestido y un par de zapatos, que se vista
y se vaya al baile. Que ella le va a mandar un carrito que la vaya a
dejar, y cuando se quera venir que la vaya a buscar.
Estaba
María Cenicienta más elegante que todas. No la conocía nadie. El
Príncipe bailó toda la noche con ella.
Cuando
ya se quere retirar, viene el carrito a buscarla y cuando va a saltar
al carrito se le cae un zapato. Y ella, apurada por volver a la casa,
que no la vea la madrasta, lo deja no más. El Rey lo ve al zapato y
con todo disimulo lo guarda.
Al
otro día el Rey manda con un muchacho a preguntar de quén es el
zapato, a quén le queda bien y que con la dueña del zapato se iba a
casar él.
El
muchacho anduvo por todas las casas y al fin llega a la casa de la
señora y las dos hijas y la entenada. En primer lugar las dos hijas
se prueban el zapato y no les queda bien. Ellas hacen fuerza para
ponerse el zapato, pero, nada.
Entonce
dice el muchacho que llamen a María Cenicienta, que era la única
que faltaba. La señora decía que qué le iba a quedar bien y no la
quería llamar. Pero la tuvo que llamar porque era orden del Rey de
que todas las niñas de ese lugar, fueran como fueran se tenían que
poner el zapato hasta que saliera la dueña. Vino María Cenicienta,
se puso el zapato y le quedó bien, porque era de ella.
Esta
señora quedó con mucho odio para María Cenicienta. El Rey se daba
cuenta y le dice a María Cenicienta que cuidado con esa señora que
le podía hacer algún mal. Y siempre la manijaba bien encerrada, que
no saliera afuera y todo.
Y
un día se aparece una viejita con un canasto de manzanas, y le
regala una manzana, la más linda de todas. María Cenicienta la
prueba y se queda dormida. Se cayó al suelo como muerta. Y llega el
Rey y la encuentra en el suelo. El Rey se pone muy triste, pero
creyendo que estaba muerta, la mandá hacer el cajón y todo.
Ya
cuando la iban a enterrar, en lo que dan vuelta el cajón, se afloja
un pedazo de manzana que tenía en la garganta, y vive otra vez.
Tenía el pedazo de manzana trancado en la garganta. Entonce María
Cenicienta le dice al Rey que ha venido una viejita vendiendo
manzanas y le ha regalado una, ésa que le ha hecho mal.
Yolanda
del Carmen Parada, 24 años. Chos Malal. Neuquén, 1960.
Buena
narradora; trabaja como sirvienta.
El
cuento contiene el motivo de la manzana venenosa del cuento de Blanca
Nieve.
Cuento
1044. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
No hay comentarios:
Publicar un comentario