Había
una vez una señora que tenía una hija y una entenada. María Isabel
se llamaba la entenada y la tenían de sirvienta, no la querían, y
era muy linda y buena. Mangoviana se llamaba la hija y era mala y
fea.
María
Isabel tenía un corderito que quería mucho. Un día la madrasta,
para hacerla sufrir, le mató el corderito y la mandó al río que
lavara todas las tripitas, y que no se le fuera ninguna por el río,
que si no, le daba una paliza. María Isabel se fue llorando. Lavando
las tripitas está, y viene una corriente de agua y se las lleva a
todas. Y se fue María Isabel por el río, llorando, buscando las
tripitas. Y se le aparece un viejito y le pregunta por qué llora. Le
dice que la madrasta le ha muerto su corderito y la manda a lavar las
tripas y que no se le vaya ninguna a ir, pero que se las ha llevado
todas la corriente. Él dice que se las va a buscar. Le dice que vaya
ella adonde unas enfermas que 'tan áhi cerca, las limpie y les haga
lo que ellas le pidan.
María
Isabel se va donde las enfermas, que daban ascos de la enfermedá que
tenían. Y las enfermas le dicen que las limpie y todo, y que les
haga remedio y todo. Ella les hace todo y las cuida muy bien. Las
enfermas le dicen que muchas gracias, que se le ponga una estrella en
la frente y que escupa oro y plata. Entonce María Isabel se viene a
donde el viejito y el viejito la bendice y le da las tripas. Entonce
se va adonde la madrasta.
Mangoviana
'taba en el balcón y la vio a María Isabel y le dice, muy
sorprendida, que María Isabel viene con una estrella en la frente, y
que escupe oro y plata. Y dice la madrasta:
Y
cuando la ve, se enoja y hace que se ate acá, la frente, para que no
se le vea la estrella, y que cuando escupa no escupa en el suelo.
Al
otro día siguiente hace lo mismo con la hija, con Mangoviana, para
ver si también le sale una estrella en la frente. Mata un corderito
y la manda que lleve las tripas al río, a lavarlas. Y se va
Mangoviana rezongando.
Lavando
las tripas está Mangoviana, y deja ir todas las tripas por el agua
abajo. Y ella se va a buscarlas, llorando. Y áhi aparece de nuevo el
viejito y le pregunta por qué llora. Ella le dice que se le han
perdido unas tripitas, que se le han ido en el agua. Y él le dice
que se las va a buscar. Mangoviana se enoja y le dice que él las
tendrá. El viejita la manda a donde las enfermas.
Mangoviana
va donde las enfermas y las enfermas le piden que las limpie y les
haga remedios. Mangoviana se enoja, les tiene asco. No les hace nada
y las deja peor de lo que están. Y se va Mangoviana. Las enfermas le
dicen que muchas gracias y que se le ponga un moquillo de pavo en la
frente.
Mangoviana
se va adonde el viejito. El viejito le da las tripitas y Mangoviana,
enojada, le pega y se va a la casa de la madre.
María
Isabel sale al balcón y por reírse de ella le dice a la madrasta:
Pero
cuando la ve a Mangoviana, se enoja y le hace que se ate la frente y
se arrolle el moquillo pa adentro.
Se
corrió la noticia de que había una niña con una estrella en la
frente. Al día siguiente viene el Rey a la casa de la madrasta. La
ve a María Isabel, le hace sacar lo que tiene atado en la frente, y
ve la estrella. Y se enamoró de ella y en seguida la pidió y se
casaron. María Isabel le promete al Rey que va tener un niño con el
sol en la frente y una niña con la luna en la frente.
Cuando
fue a tener familia la atendió la madrasta. Ella tuvo dos nenes, el
nene con el sol y la nena con la luna en la frente, como le había
dicho al Rey. La madrasta le sacó los nenes y le puso dos perritos.
A los hijitos los puso en un cajón y los tiró a la mar.
Andaba
un pescador y los encuentra a los niñitos en el cajón y los lleva a
la casa, y deja para ellos los nenitos.
Cuando
el Rey supo que la señora había tenido dos perritos, mandó que la
pusieran donde están los perros, en el peor lugar de la casa, y áhi
criara a sus hijos.
Una
vez andaba un peón del Rey por cerca de la casa del pescador y ve
los niñitos jugando en un arenal. Y vino y le dijo al Rey que tenían
que ser sus hijos porque la nena tenía la luna y el nene el sol en
la frente. El Rey los mandó a buscar con el viejito que los había
encontrado. El viejito le dijo que los había salvado de la mar, que
'taban en un cajoncito. El Rey reconoció que eran sus hijos y mandó
a sacar a su señora de donde 'taba criando los perros. Y ella vio
los hijos, los reconoció. Y ya se dieron cuenta de todo. Al pescador
le dio el Rey todo lo que necesitaba para vivir hasta que se muera.
Llamaron
a la madrasta como envitación. Hicieron un castillo de leña, le
prendieron fuego y la echaron al fuego. Y Mangoviana quedó sola.
Yolanda
del Carmen Parada, 24 años. Chos Malal. Neuquén, 1959.
Aprendió
el cuento del padre, Victoriano Parada, de 56 años de edad, oriundo
de El Cholar, Neuquén, que sabe muchos cuentos antiguos.
Cuento
1046. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 072
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