Había
tres reyes, cada uno de los cuales poseía una riqueza importante: el
primero tenía un frutal que daba los mejores frutos; el segundo
tenía un pájaro de oro, que todas las noches comía la fruta del
primero; y el tercero tenía un caballo de oro.
Al
primer rey le molestaba que el pájaro de oro se le comiera la fruta.
Y cama: también tenía una hija muy bonita, hizo saber que dejaría
que ésta se casara con aquel que fuera capaz de traerle al pájaro
de oro. Muchos hombres probaron suerte, pero ninguno de ellos lo
consiguió. El rey, además, proclamó que quería a ese pájaro
vivo.
Un
chico salió de su poblado para buscar mujer. Al llegar al poblado
del primer rey, tuvo noticia de la proclama y se presentó
volun-tario para intentar la captura. Permaneció en el jardín del
rey toda la noche, después de preparar una buena trampa.: Por la;
mañanita, el pájaro llegó a comer la fruta, pera la trampa
solamente pudo, atraparle una pluma.
Con
esa pluma
de
oro partió hacia el poblado vecino, donde vivía el segundo rey al
que advirtió: «Debes darme el pájaro de oro, porque, si continúa
comiendo la fruta de ese árbol el otro rey montará en cólera e irá
a por ti». El segundo rey no quería proble-mas, de manera que
aceptó el acuerdo, pese a que le resultaba desfavorable.
Con
el pájaro de oro en la mano, el chico se presentó ante el primer
rey y le recordó que debía casarse consu hija. El rey no estuvo de
acuerdo, porque también quería el caballo de oro. El chico no
perdió la esperanza y confió en su suerte: Fue al poblado del
tercer rey, y también consiguió convencerle de que le regalara el
caballo de oroi.
De
vuelta al primer poblado, el chico ya se veía casado con la hija del
rey. Pero éste le pidió todavía más: «Quiero que aplanes la
montaña que está delante de esta casa, porque me oculta el mar».
El chico se creyó burlado, pero intentó realizar el trabajo:
pasaban días, y semanas, y meses, y apenas se notaba el esfuerzo
realizado. Hasta que llegó una viejecita y, al ver que tenía un
gran problema, resolvió ayudarle: llamó a todos los animales que
saben excavar la tierra, y en muy poco tiempo el terreno quedó
aplanado.
El
rey se sintió satisfecho: «Toda la vida había deseado ver el mar
desde mi casa, y tú me lo has conseguido. No solamente puedes
casarte con mi hija, sino que además puedes llevarte el pájaro y el
caballo de oro como muestra de agradecimiento».
Después
de la boda, el chico y su mujer montaron en el caballo de oro, y se
llevaron consigo al pájaro y otras riquezas que les habían
regalado. A mitad de camino, apareció de nuevo la viejecita y le
habló así: «Ya veo que has conseguido lo que te habías propuesto.
Pero vete con cuidado,,porque tus dos hermanos están al acecho para
robártelo todo. Sives que alguien se está ahogando en el río, no
acudas en su ayuda: sigue tu camino hasta llegar al poblado». El
chico prometió que actuaría de esta manera, y la viejecita
desapareció.
Antes
de llegar a su poblado, efectivamente, un hombre braceaba
desesperadamente en el agua, pidiendo auxilio. El chico no pudo pasar
de largo e intentó acudir en su ayuda. Cuando estaba junto al río,
llegó uno de sus hermanos desde atrás y le echó al agua. Luego
ayudó al primero y los dos cogieron a su mujer, al caballo, al
pájaro y todas las demás riquezas, y se lo llevaron al poblado.
Allí contaron a la gente que ellos solos habían conseguido todo
aquello.
Pero
sucedió que, desde aquel momento, la mujer, el pájaro y el caballo
enmudecieron completamente: el pájaro ya no volvió a cantar, la
mujer no hablaba, y el caballo no hacía nada.
Mientras
tanto, el chico se debatía entre las aguas, luchando contra la
corriente que lo arrastraba. Apareció de nuevo la viejecita, y se
enfadó con él: «¿No te había dicho que no acudieras en auxilio
de ninguna persona que se encontrara en apuros? Voy a ayudarte por
esta vez, pero debes seguir mis instrucciones». Lo sacó del río y
reemprendió la marcha. Tardó todavía dos semanas en llegar a su
poblado. Y, nada más llegar, la gente del poblado observó que la
mujer, el pájaro y el caballo volvían a sentirse felices y a
hablar: «Aquí está ocurriendo algo raro. Hasta ahora habían
quedado mudos». El chico se dirigió ala gente, y contó todo lo que
había ocurrido. Ellos dijeron: «¿Qué podemos hacer con tus dos
hermanos?».
El
chico respondió: «No quiero que nadie les toque. Pero tampoco deseo
que vivan cerca de mí». La gente echó a los hermanos fuera del
poblado, y el chico pudo vivir feliz con su mujer, su pájaro y su
caballo.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
i
El
desarrollo de la trama, así como la tradición europea de este tipo
de cuentos, en la cual se inspira, parecen reclamar mayores
dificultades para la consecución de animales tan preciosos. Tanta
facilidad resta verosimilitud. Pero no he encontrado otras
versiones.
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