Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

Los tres picos de amor .961

Éste era un rey muy rico. En un campo de la estancia del Rey había entrado un bicho muy grande y muy malo, y a todos los que entraban al potrero los comía. Y al Rey le comía un animal todos los días. Bué. El Rey no hallaba cómo hacer para matar ese bicho. Había un hombre vecino del Rey que decía que era muy corajudo. El Rey lo mandó a llamar y le dijo que se preparara para que juera a pelear con ese bicho, a ver si lo mataba. Y le dijo que viniera al otro día, que pensara cómo podía hacer para matarlo. El hombre se jue muy triste para la casa d'él. Entonce la señora del hombre, cuando lo vido que iba tan triste, le preguntó que qué le pasaba. Él le dijo:
-¿Qué te parece, che vieja? Me ha dicho el Rey que tengo que matar el bicho que anda en el campo d'él.
La señora le dijo que no se asustara, que ella le iba a ayudar. Que juera y le dijiera al rey que le hiciera hacer una jaula, todo de fierro, con dos puertas, y que juera automática. Cuando se entraba por una puerta, que se abrieran las dos; y cuando saliera por la última, que se echaran llave las dos. La jaula tenía que tener una cuadra de largo porque el bicho era muy grande, y tenía que caber el bicho en la jaula. Bué... y que le dijiera al Rey que le diera el caballo más ligero que tenía y que le hiciera llegar la jaula a la puerta del potrero ande entreba el bicho. Bué... El Rey l'hizo hacer la jaula, se la hizo llevar y le dio el caballo más ligero. El hombre se jue un poco asustado. Lo único que le advirtió la señora propia, que cuando viniera de vuelta y ella le preguntara cómo le había ido, que dijiera él:
-Mal y bien. Que no juera a decir bien, primero, porque si decía bien, ella era perdida. El hombre se jue al potrero. Cuando lo vido al bicho, áhi no más pegó la vuelta y se disparó, y el bicho lo sacó corriendo. Ya lo venía alcanzando y tuvo la suerte, junto con lo que ya le agarraba la cola del caballo, de entrar a la jaula. Se abrieron las dos puertas y cuando salió por la última se cerraron las dos y el bicho quedó encerrado adentro 'e la jaula. Él se bajó y sacó su cuchillo, y de ajuera de la jaula le comenzó a pegar hasta que lo mató. Entonce jué para las casas del Rey y le dijo que ya había hecho lo que él lo había mandado. El Rey muy contento le dijo que se juera a la casa d'él muy tranquilo, y le dio mucho dinero. Al otro día cuando iba llegando a las casas d'él, salió la señora y le preguntó cómo le había ido, y él le contestó:
Mal, y bien. Al otro día muy temprano el Rey lo mandó a llamar otra vez y le dijo que tenía que traerle el tigre más malo que había vivo, a la casa d'él. El hombre se jue a la casa llorando y le dijo a la señora lo que le había ocurrido con el Rey. La señora le dijo que ella lo iba a ayudar, que no se apurara y que le pidiera al Rey un rollo de serpentina, para que con eso lo trajiera enlazado al tigre. Se jue a la casa del Rey y le pidió la serpentina y se jue a los campos. En eso que andaba sintió los bramidos de un tigre, y ése era el tigre más malo que había. Él armó una armada de serpentina, y la señora le había dicho que cuando viniera el tigre que le dijiera:
-¡Chisto, caballito!, ¡Chisto, caballito!
Y que se le comenzara a arrimar despacito, y que no le tuviera miedo al tigre. Llegó el hombre y se juntó con el tigre. Sacó la serpentina y lo comenzó a chistar. El tigre comenzó a bramar y bramar y él lo siguió chistando y se comenzó a allegar despacito hasta que le puso la serpentina en el cogote, y lo trajo tirando hasta las casas del Rey. El Rey no se hallaba qué hacer, y así cuando vido que el hombre tráiba el tigre tirando con un papel de serpentina, le dijo al hombre que le pusiera unas cadenas y que lo atara bien y que se juera para las casas d'él. Cuando anduvo una cuadra de las casas, sintió un ruido: era el tigre que cortó las cadenas y comenzó a matar a todos en la casa del Rey. Al Rey jue el primero que mató, y el hombre comenzó a mosquetear. Entonce se jue contento porque no lu iba a molestar más el Rey. Cuando llegó a las casas iba muy contento. Le dice la señora:
-¿Cómo te ha ido?
Y él, de contento, le dice:
Bien, bien!... Se equivocó. La señora no le dijo nada. Pidió agua él para tomar, y se sentó muy contento, pero la señora quedó muy triste.
-Bueno -le dijo-, che viejo, ahora yo tengo que irme, porque vos no te acordaste que tenías que decir cuando yo te preguntaba que cómo te había ido, mal, primero.
Y la señora le dijo que si la quería ver a ella que la juera a buscar a Los Tres Picos de Amor. Y se hizo una palomita y se voló. El hombre la quedó mirando hasta que se vido chiquita, chiquita, y no la vido más. Él estuvo un tiempo solo, y un día dispuso de irse. Perdido por perdido, puede ser que alguno le diera noticias di adonde eran Los Tres Picos de Amor. Anduvo como dos años caminando de a pie. Un día, en un camino, encontró tres hermanos que estaban discutiendo por una herencia. La herencia era un par de botas que poniéndoselas uno, era más ligero que el viento; por un sobretodo que poniendoseló hacía vivir los muertos, y por un sombrero que poniendosé ese sombrero, no lo vía nadie. Entonce le dijo el hombre que si querían que él les iba a repartir la herencia. Los muchachos acertaron. El hombre les dijo que se jueran a una distancia de 500 metros y que corrieran una carrera, qu'él iba a ser el vedor, y que el que ganara iba a elegir de las prendas. Cuando los muchachos se jueron a largar la carrera él les hizo seña de que largaran. Los muchachos largaron, y él se puso el sombrero. Y los muchachos pasaron y no lo vieron. Corrieron hasta quén sabe dónde. Él se puso las botas, alzó el sobretodo y se jue. Corría más ligero que el viento. Muy tarde llegó a una casita adonde había una viejita. Llegó y la saludó y ella le dijo que era la madre de Viento Sur, y que Viento Sur era muy malo y que si venía y lo hallaba áhi, lo iba a matar. Él le dijo que iba a hacerle una pregunta:
Que si no sabía su hijo, adónde quedaban Los Tres Picos de Amor.
La viejita le dijo que lo esperara, que en seguida iba a venir. El viento sur tenía una hermana que también estaba áhi en la casa. Cuando estaba áhi el hombre conversando con la viejita y la niña, la viejita cayó muerta. Entonce la niña se largó a llorar desesperada. Entonce el hombre le dijo que no lo juera a hacer aporrear con el hermano, que él le iba a hacer vivir la madre. Entonce la tapó con el sobretodo, y al ratito vivió. Al rato llegó Viento Sur y lo quería matar. Entonce le dijo la hermana lo que había ocurrido en ese momento. Entonce Viento Sur lo comenzó a conversar. Entonce el hombre le dijo que él andaba en busca de Los Tres Picos de Amor y que si él no sabía ánde quedaba. Viento Sur le dijo:
-Yo he andado mucho pero no sé adónde es eso; mi compadre Viento Norte, tiene que saber. Si no sabe él no lo sabe nadie, porque él tiene toda clase de bichos y los manda pa todos lados.
Bué... Viento Sur le dijo que al otro día lo iba a acompañar hasta la casa del compadre y que él lo iba a recomendar. Viento Sur le dijo que cómo iba a hacer para ir él tan ligero. Él le dijo que no se apurara, que tal vez iban a andar medio di acuerdo. Al otro día tem-prano tomaron viaje. Cuando Viento Sur llegó, el hombre ya hacía una hora que estaba áhi. Viento Sur llegó a la casa del compadre y le dijo que ese hombre que venía con él, venía a hacerle una pregunta, que como él era tan andariego, que podía saber ánde quedaban Los Tres Picos de Amor. Viento Norte tampoco sabía, pero llamó a todos los bichos que él tenía y les comenzó a preguntar, y ninguno sabía. Después, se acordó él, que faltaba un águila renga, vieja, muy andariega, y que a lo mejor ésa sabía. Al rato no más llegó l'águila vieja y la llamaron y le preguntaron si no sabía ande quedaban Los Tres Picos de Amor. L'águila renga dijo que sí, que de allá venía, y que tenía que irse en seguida, porque al otro día había un casamiento, y era convidada ella. Que se casaba una niña que era forastera de ese pago. Entonce Viento Norte le ordenó que tenía que llevar ese hombre allá. Al rato no más l'águila renga lo habló para ajuera y le dijo que le pidiera a Viento Norte un cordero para el viaje, para comer. El hombre lo pidió y se lo dieron. El hombre alzó el cordero y subió en l'águila. L'águila subió volando y se jue. Viajaron toda esa noche y al otro día, y ya se le iba acabando la carne del cordero. L'águila le pedía a cada rato carne para comer. Y ya se le terminó el cordero, y no podían salir a tierra; iban sobre el mar. L'águila le comenzó a pedir carne y él ya no tenía; entonce se cortó un pedazo de la pierna y le dio al águila. Ya faltaba poco para salir a tierra cuando le pidió más carne. Ya amenazaba caer al agua de hambre, el águila. Entonce él se cortó de la otra pierna otro pedazo de carne y se la dio al águila. Entonce ya salieron a tierra. Cuando se asentó el águila al suelo, a él no le faltaba nada de las piernas, le había crecido otra vez la carne. Bué... Llegaron a las casas ande era el casamiento. L'águila renga era muy amiga de todos. El hombre, el único recuerdo que tenía de su esposa propia, era un pañuelo de bolso, que se lo había bordado ella. Los novios ya estaban en la mesa. Llegaron ellos y se sentaron también en la mesa. Entonce la novia  que era la esposa del hombre, lo comenzó a mirar. Ya lo estaba conociendo, cuando le alcanzó a ver el pañuelo que ella misma había bordado. Entonce pidió la palabra y ante todos dijo que la dejaran hablar. Entonce ella se paró y les dijo que ese hombre que había llegado con l'águila renga era el marido propio de ella, y corrió y lo abrazó. El novio quedó más sosprendido porque no sabía qué hacer. L'águila renga se encargó de traerlo al hombre que llevó a esos pagos al otro día junto con la señora propia. Y nu es más.

José Chaves, 26 años. San Martín. San Luis, 1939.

El cuento es variante del cuento tradicional.

Cuento 961. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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