Éste
era un rey muy rico. En un campo de la estancia del Rey había
entrado un bicho muy grande y muy malo, y a todos los que entraban al
potrero los comía. Y al Rey le comía un animal todos los días.
Bué. El Rey no hallaba cómo hacer para matar ese bicho. Había un
hombre vecino del Rey que decía que era muy corajudo. El Rey lo
mandó a llamar y le dijo que se preparara para que juera a pelear
con ese bicho, a ver si lo mataba. Y le dijo que viniera al otro día,
que pensara cómo podía hacer para matarlo. El hombre se jue muy
triste para la casa d'él. Entonce la señora del hombre, cuando lo
vido que iba tan triste, le preguntó que qué le pasaba. Él le
dijo:
-¿Qué
te parece, che vieja? Me ha dicho el Rey que tengo que matar el bicho
que anda en el campo d'él.
La
señora le dijo que no se asustara, que ella le iba a ayudar. Que
juera y le dijiera al rey que le hiciera hacer una jaula, todo de
fierro, con dos puertas, y que juera automática. Cuando se entraba
por una puerta, que se abrieran las dos; y cuando saliera por la
última, que se echaran llave las dos. La jaula tenía que tener una
cuadra de largo porque el bicho era muy grande, y tenía que caber el
bicho en la jaula. Bué... y que le dijiera al Rey que le diera el
caballo más ligero que tenía y que le hiciera llegar la jaula a la
puerta del potrero ande entreba el bicho. Bué... El Rey l'hizo hacer
la jaula, se la hizo llevar y le dio el caballo más ligero. El
hombre se jue un poco asustado. Lo único que le advirtió la señora
propia, que cuando viniera de vuelta y ella le preguntara cómo le
había ido, que dijiera él:
-Mal
y bien. Que no juera a decir bien,
primero, porque si decía bien, ella era perdida. El hombre se jue al
potrero. Cuando lo vido al bicho, áhi no más pegó la vuelta y se
disparó, y el bicho lo sacó corriendo. Ya lo venía alcanzando y
tuvo la suerte, junto con lo que ya le agarraba la cola del caballo,
de entrar a la jaula. Se abrieron las dos puertas y cuando salió por
la última se cerraron las dos y el bicho quedó encerrado adentro 'e
la jaula. Él se bajó y sacó su cuchillo, y de ajuera de la jaula
le comenzó a pegar hasta que lo mató. Entonce jué para las casas
del Rey y le dijo que ya había hecho lo que él lo había mandado.
El Rey muy contento le dijo que se juera a la casa d'él muy
tranquilo, y le dio mucho dinero. Al otro día cuando iba llegando a
las casas d'él, salió la señora y le preguntó cómo le había
ido, y él le contestó:
Mal,
y bien. Al otro día muy temprano el
Rey lo mandó a llamar otra vez y le dijo que tenía que traerle el
tigre más malo que había vivo, a la casa d'él. El hombre se jue a
la casa llorando y le dijo a la señora lo que le había ocurrido con
el Rey. La señora le dijo que ella lo iba a ayudar, que no se
apurara y que le pidiera al Rey un rollo de serpentina, para que con
eso lo trajiera enlazado al tigre. Se jue a la casa del Rey y le
pidió la serpentina y se jue a los campos. En eso que andaba sintió
los bramidos de un tigre, y ése era el tigre más malo que había.
Él armó una armada de serpentina, y la señora le había dicho que
cuando viniera el tigre que le dijiera:
Y
que se le comenzara a arrimar despacito, y que no le tuviera miedo al
tigre. Llegó el hombre y se juntó con el tigre. Sacó la serpentina
y lo comenzó a chistar. El tigre comenzó a bramar y bramar y él lo
siguió chistando y se comenzó a allegar despacito hasta que le puso
la serpentina en el cogote, y lo trajo tirando hasta las casas del
Rey. El Rey no se hallaba qué hacer, y así cuando vido que el
hombre tráiba el tigre tirando con un papel de serpentina, le dijo
al hombre que le pusiera unas cadenas y que lo atara bien y que se
juera para las casas d'él. Cuando anduvo una cuadra de las casas,
sintió un ruido: era el tigre que cortó las cadenas y comenzó a
matar a todos en la casa del Rey. Al Rey jue el primero que mató, y
el hombre comenzó a mosquetear. Entonce se jue contento porque no lu
iba a molestar más el Rey. Cuando llegó a las casas iba muy
contento. Le dice la señora:
-¡Bien,
bien!... Se equivocó. La señora no
le dijo nada. Pidió agua él para tomar, y se sentó muy contento,
pero la señora quedó muy triste.
-Bueno
-le dijo-, che viejo, ahora yo tengo que irme, porque vos no te
acordaste que tenías que decir cuando yo te preguntaba que cómo te
había ido, mal,
primero.
Y
la señora le dijo que si la quería ver a ella que la juera a buscar
a Los Tres Picos de Amor. Y se hizo una palomita y se voló. El
hombre la quedó mirando hasta que se vido chiquita, chiquita, y no
la vido más. Él estuvo un tiempo solo, y un día dispuso de irse.
Perdido por perdido, puede ser que alguno le diera noticias di adonde
eran Los Tres Picos de Amor. Anduvo como dos años caminando de a
pie. Un día, en un camino, encontró tres hermanos que estaban
discutiendo por una herencia. La herencia era un par de botas que
poniéndoselas uno, era más ligero que el viento; por un sobretodo
que poniendoseló hacía vivir los muertos, y por un sombrero que
poniendosé ese sombrero, no lo vía nadie. Entonce le dijo el hombre
que si querían que él les iba a repartir la herencia. Los muchachos
acertaron. El hombre les dijo que se jueran a una distancia de 500
metros y que corrieran una carrera, qu'él iba a ser el vedor, y que
el que ganara iba a elegir de las prendas. Cuando los muchachos se
jueron a largar la carrera él les hizo seña de que largaran. Los
muchachos largaron, y él se puso el sombrero. Y los muchachos
pasaron y no lo vieron. Corrieron hasta quén sabe dónde. Él se
puso las botas, alzó el sobretodo y se jue. Corría más ligero que
el viento. Muy tarde llegó a una casita adonde había una viejita.
Llegó y la saludó y ella le dijo que era la madre de Viento Sur, y
que Viento Sur era muy malo y que si venía y lo hallaba áhi, lo iba
a matar. Él le dijo que iba a hacerle una pregunta:
La
viejita le dijo que lo esperara, que en seguida iba a venir. El
viento sur tenía una hermana que también estaba áhi en la casa.
Cuando estaba áhi el hombre conversando con la viejita y la niña,
la viejita cayó muerta. Entonce la niña se largó a llorar
desesperada. Entonce el hombre le dijo que no lo juera a hacer
aporrear con el hermano, que él le iba a hacer vivir la madre.
Entonce la tapó con el sobretodo, y al ratito vivió. Al rato llegó
Viento Sur y lo quería matar. Entonce le dijo la hermana lo que
había ocurrido en ese momento. Entonce Viento Sur lo comenzó a
conversar. Entonce el hombre le dijo que él andaba en busca de Los
Tres Picos de Amor y que si él no sabía ánde quedaba. Viento Sur
le dijo:
-Yo
he andado mucho pero no sé adónde es eso; mi compadre Viento Norte,
tiene que saber. Si no sabe él no lo sabe nadie, porque él tiene
toda clase de bichos y los manda pa todos lados.
Bué...
Viento Sur le dijo que al otro día lo iba a acompañar hasta la casa
del compadre y que él lo iba a recomendar. Viento Sur le dijo que
cómo iba a hacer para ir él tan ligero. Él le dijo que no se
apurara, que tal vez iban a andar medio di acuerdo. Al otro día
tem-prano tomaron viaje. Cuando Viento Sur llegó, el hombre ya hacía
una hora que estaba áhi. Viento Sur llegó a la casa del compadre y
le dijo que ese hombre que venía con él, venía a hacerle una
pregunta, que como él era tan andariego, que podía saber ánde
quedaban Los Tres Picos de Amor. Viento Norte tampoco sabía, pero
llamó a todos los bichos que él tenía y les comenzó a preguntar,
y ninguno sabía. Después, se acordó él, que faltaba un águila
renga, vieja, muy andariega, y que a lo mejor ésa sabía. Al rato no
más llegó l'águila vieja y la llamaron y le preguntaron si no
sabía ande quedaban Los Tres Picos de Amor. L'águila renga dijo que
sí, que de allá venía, y que tenía que irse en seguida, porque al
otro día había un casamiento, y era convidada ella. Que se casaba
una niña que era forastera de ese pago. Entonce Viento Norte le
ordenó que tenía que llevar ese hombre allá. Al rato no más
l'águila renga lo habló para ajuera y le dijo que le pidiera a
Viento Norte un cordero para el viaje, para comer. El hombre lo pidió
y se lo dieron. El hombre alzó el cordero y subió en l'águila.
L'águila subió volando y se jue. Viajaron toda esa noche y al otro
día, y ya se le iba acabando la carne del cordero. L'águila le
pedía a cada rato carne para comer. Y ya se le terminó el cordero,
y no podían salir a tierra; iban sobre el mar. L'águila le comenzó
a pedir carne y él ya no tenía; entonce se cortó un pedazo de la
pierna y le dio al águila. Ya faltaba poco para salir a tierra
cuando le pidió más carne. Ya amenazaba caer al agua de hambre, el
águila. Entonce él se cortó de la otra pierna otro pedazo de carne
y se la dio al águila. Entonce ya salieron a tierra. Cuando se
asentó el águila al suelo, a él no le faltaba nada de las piernas,
le había crecido otra vez la carne. Bué... Llegaron a las casas
ande era el casamiento. L'águila renga era muy amiga de todos. El
hombre, el único recuerdo que tenía de su esposa propia, era un
pañuelo de bolso, que se lo había bordado ella. Los novios ya
estaban en la mesa. Llegaron ellos y se sentaron también en la mesa.
Entonce la novia que era la esposa del hombre, lo comenzó a
mirar. Ya lo estaba conociendo, cuando le alcanzó a ver el pañuelo
que ella misma había bordado. Entonce pidió la palabra y ante todos
dijo que la dejaran hablar. Entonce ella se paró y les dijo que ese
hombre que había llegado con l'águila renga era el marido propio de
ella, y corrió y lo abrazó. El novio quedó más sosprendido porque
no sabía qué hacer. L'águila renga se encargó de traerlo al
hombre que llevó a esos pagos al otro día junto con la señora
propia. Y nu es más.
José
Chaves, 26 años. San Martín. San Luis, 1939.
El
cuento es variante del cuento tradicional.
Cuento
961. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 069
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