Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

Los tres hijos perdidos .918

Había una vez unos viejos que tenían tres hijos, una niña y dos varones. Los viejos se encontraban muy pobres y como no tenían qué darles de comer a los hijos, han resuelto mandarlos al bosque pa que coman frutillas. Les dieron un pedazo de pan. Se iban comiendo y tirando miguitas por el camino, pa saber por dónde iban a volver.
Entraron al bosque y como sentían hambre han empezado a comer frutillas, y cuando han visto que ya se les hacía tarde, se apuraban por volver a la casa, pero resulta que ya no sabían por dónde era el camino.
Han empezao a buscar las miguitas que habían tirao, pero ya se las habían comíu los pájaros. Seguían andando por el bosque unos días. Lloraban porque sentían hambre, y también sé, hasta que encontraron un camino que los ha llevau justo a una casa pobre donde vivía una bruja. Han golpiau la puerta y ha salíu a recibirlos una vieja fiera, nariz larga, y los ha hecho entrar.
Les han contao los niños lo que les pasaba y la vieja los ha hecho entrar y les ha dau de comer, pero después los ha empezado a hacer trabajar, y los cuidaba que no se vayan a ir.
Cuando ya habían pasado muchos días, la bruja ha dispuesto comerla a la chica, y le daba de comer bien, para que esté gordita. Los niños se han dau cuenta y lloraban, y querían ver cómo salvarla a la hermana. Un día ya los había mandado que calienten el horno, para echarla a la chica. Después la llamó y le ha dicho que entre al horno unos palos cortos que había, para que cuando se acerque la peche y la tire adentro.
Los niños se han dau cuenta de lo que iba a hacer la bruja y no la dejaban sola a la chica. Por eso, cuando la ha llamau, ellos también han ido, y le dice la vieja a la chica que l'eche esos palos al horno, pero ella le dice que le enseñe cómo los iba a poner. Y cuando la bruja entró un poco la cabeza en el horno para ponerlo bien adentro, los niños l'han pechau con tanta fuerza que l'han tirau adentro 'el horno. Taparon pronto el horno y no la dejaban salir a pesar de los gritos que daba, y así l'han dejau que se ase y se muera.
Entonces los niños, muy contentos, se han adueñado de todo lo que tenía la bruja. Han sacau unas bolsas y las han llenau de las riquezas que tenía la vieja, y de cosas de comer. Y se han ido otra vez al bosque, para ver si podían encontrar el camino de sus casas.
Han andado muchos días, ya cansados, hasta que por fin dieron con el camino que los llevaba a la casa, y se iban muy contentos, porque no veían las horas de ver a sus padres.
Los viejos los echaban mucho de menos y estaban tan pobres, que ya no tenían qué comer. Así que, cuando los han visto llegar lloraban de alegría. Les han contau los  niños lo que les había pasau y le han entregado todo lo que traían. Desde ese día han dejau de ser pobres y vivían muy felices.

Pasé por un zapato roto,
para que usté me cuente otro.

Francisco Rivero, 78 años. Nueva Esperanza. General San Martín. La Rioja, 1950.

Campesino rústico.

Variantes del cuento tradicional, que figura reducido a sus primeros motivos.

Cuento 918. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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