Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

Los tres hermanos .1015

Éste que era un señor con una señora, que tenían tres hijos, dos mayores y el shulco. Los dos mayores dijeron que se iban a trabajar. Entón el padre y la madre que le dicen a cada uno:
-¿Qué te vas a ir a hacer?, quedate.
Pero los otros se fueron no más. Al tiempo el shulco que le dice a la madre, que él también se va. Entó que le dice la madre:
-¡Oh, qué te vas a ir a hacer! ¡Sos muy chico!
Y al shulco se le 'bía puesto que se va a ir no más a trabajar. Se fue. Bueno, entón que 'bían quedau los dos viejitos solos.
Bueno, en fin, que el shulco después que 'bía andau un trecho, y que vio un caminito borrau, borrau, y por el otro camino que los encuentra a los dos hermanos mayores que venían volviendo ya. Entón que les dice a los hermanos que qué tal les ha ido. Entón que los hermanos le contestaron que bien. Bueno, entón que el shulco dice:
-Yo voy a ir por este caminito borrau.
Bueno, y que si 'bía ido. Que 'bía ido y que llega a la casa de un señor que le pregunta pa dónde se va. Entón que le dice el shulco que se va a buscar trabajo.
-Bueno -que le dice el señor- yo no más le vuá dar trabajo. Aquí no más puede trabajar.
Esa casa 'bía sido también la que estuvieron los otros dos hermanos.
-Usté mañana va a ensillar su burrito y se va a llevar esas vacas a una parte que coman bien, las vacas -que le dice.
Y así que hizo todos los días. En la mañana llevaba las vacas y a la tarde al dentrarse el sol las traía y las dejaba en el corral.
Cuando ya ha trabajau un tiempo, el shulco, que le dice al patrón que ya se iba a venir a la casa. Entonces que le dice el patrón:
-Antes me va a llevar esta carta hasta donde se hinque el burrito. Áhi entregue la cartita y pegue la vuelta sin darse vuelta ni mirar pa'trás. Bueno -que le dice el patrón- no vayas a tener miedo. Primero va a encontrar un río de leche, después un río de sangre. Pase, no vaya a tener miedo -que le dice. Después se va a dar con río de agua. Más allá va a ver unos potreros, el pasto tamaño de alto y las vacas por morirse de flacas. Más allá unos potreros pelaus, pelaus, pero unas vacas gordas, gordas. Más allá va a ver unas piedras dandosé unas con otras, y después usté va a seguir -que le dice- hasta que llegue adonde tiene que dejar la cartita.
Bueno, al otro día, que le dice al shulco, cuando éste había ensillau su burrito:
-Va a llevar esta varita que tiene la virtú y cuando quera pasar los ríos, usté diga: Varita, por la virtú que Dios te ha dau que ni las patitas se me le mojen al burrito, y así -que le dice- va a seguir no más.
Bueno, entón, que se 'bía ido el shulco. Y primero que encontró al río de leche, después al río de sangre, después al río de agua, que los pasaba muy bien por la varita que llevaba. Después que se encontró con los potreros, después con las piedras, después con las peñas y que él seguía no más, hasta que llegó a un lugar donde había un ranchito, y el burrito se hincó. Tiró la cartita el shulco y pegó la vuelta sin darse vuelta pa atrás, por más que le gritaban que se vuelva. En fin, que 'bía llegau el shulco a la casa del patrón y que entonces el patrón le preguntó qué había visto, y el shulco que le dice que primero encontró el río de leche, después el río de sangre, después el río de agua, más allá los potreros que 'bía dicho, más allá las piedras y las peñas dandosé una con otras. Entó que le dice el patrón que esos potreros con pasto, eran de los ricos, los potreros pelaus -que le dice- eran de los pobres, las piedras, que le dice:
-Ésos son los malos compadres. Las peñas dandosé unas con otra -que le dice- esas son las malas comadres. Bueno -entón que le dice, ¿y ahora qué quiere?
Y el shulco que dice que ya se quiere ir pa la casa d'él.
-¿Y qué quere -que le dice el patrón- la plata o la dicha?
Y el shulco que le dice:
-Para qué quero la plata, déme la dicha.
-Bueno -que le dice, le vuá dar esta varillita de la virtú pa que le pida lo que usté quera, y esto, y esto -que eran unas botas y un sombrero. Y que le dice que cuando se ponga las botas va a correr más que el viento, y cuando se ponga el sombrero no lo va a ver naide.
Bueno que le'bía dáu todu eso y se fue el shulco y llegó a la casa y allá, en fin, cuando ha llegáu, que le preguntan los viejitos y los otros hermanos si cómo le había ido, y el shulco que le dice que bien. Pero como los otros hermanos habían llevau plata, y este otro no, la 'bían recibío muy desacordados. Bueno, entón fue a la hora de cenar, el shulco fue, saca la varillita de la virtú y le dice:
-Varillita, por la virtú que Dios te ha dau, que se ponga la mesa con toda clase de comida.
Bueno, así que 'bía sido. En esto que se dijo, ya estaba la mesa tendida y servida de un todo. En fin, que ya los viejitos que dicen:
-No, no, po, el shulco trae la virtú y la dicha y eso es mejor que la plata.
Que 'bían como hasta llenarse.
Bueno, de ver eso, los hermanos, viendo que después los viejitos no los atendieron bien y entón que los hermanos se despidieron de los viejitos y se fueron y quedaron los viejitos con el shulco. Bueno, por esto 'bía sido que el patrón que 'bía tenido el shulco, 'bía síu Dios, que le dio la dicha y la virtú.
Y pasó por un zapatito roto, pa que usté me cuente otro.

Napoleón Castro, 63 años. El Zapallar. General Lavalle. La Rioja, 1950.

Cuento 1015. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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