Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

Los tres cabezudos .900

La bruja

Dicen que una vez habían tres muchachitos cabezudos, como mis hijos.
Andaban mariscando por el monte, cuando se perdieron y ya era tarde. Entonces vieron una lucita lejos. Con miedo se acercaron y golpearon la puerta. Salió una viejita fea y narigona, que les dijo:
-Pasen mis hijitos, que hace mucho que no como criatura, pero están muy flaquitos, los voy a engordar primero.
Y les encerró en una jaula grande. Cuando la bruja salió a juntar leña, entró un pajarito por el ojo de la llave, les abrió la jaula y les dio un espejito, una toalla y un peine. Les dijo:
-Escapensé pronto, antes que vuelva la bruja y cuando los alcance le tiran con estas cosas.
Los chicos salieron corriendo, pero les vio la bruja y les siguió. Cuando les estaba por alcanzar, echaron el espejo y se hizo una laguna grande. La bruja nadó y nadó hasta que cruzó la laguna, y ya les estaba por alcanzar otra vez. Entonces echaron la toalla y se formó un pastizal alto; toda rajuñada y rabiando pudo cruzar la bruja y corriendo les estaba por alcanzar.
Los chicos tiraron el peine y se presentó una enredadera tupida. Después de mucho forcejear, pudo pasar la bruja, y corre que te corre, ya les estaba por alcanzar, cuando de un árbol sintieron que un pajarito les decía:
-Suban aquí.
Los chicos subieron a tiempo. La bruja quedó bajo el árbol con una bolsa mágica. Abrió la bolsa y dando vueltas alrededor decía:
-Quiquiriquí, caete en la bolsa.
Quiquiriquí, caete en la bolsa.
Uno de los cabezudos miró para abajo y como la bolsa era mágica se cayó adentro.
Siguió la bruja diciendo:
-Quiquiriquí, caete en la bolsa.
Quiquiriquí, caete en la bolsa.
Otro miró para abajo y ¡patapúm! ¡a la bolsa!
Quedaba el más chico y ya estaba por mirar, cuando el pajarito le dijo:
-No mirés, cuando la bruja se canse de llamar va a subir a buscarte, entonces vos te bajás.
Así pasó, la bruja cansada de repetir:
-Quiquiriquí, caete en la bolsa, subió a buscarlo.
Pero el chico que era muy letrado, se bajó rapidito y agarrando la bolsa repitió:
-Quiquiriquí, caete en la bolsa.
La bruja miró y ¡patapúm! ¡a la bolsa! Entonces los tres muchachos la ataron bien y la tiraron en un pozo. Después se fueron al rancho de la vieja y largaron muchos chicos que tenía encerrados la bruja.

Bernabé Beignier, 50 años. Fortín Cardoso. Resistencia. San Fernando. Chaco, 1950.

Cuento 900. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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