La
bruja
Dicen
que una vez habían tres muchachitos cabezudos, como mis hijos.
Andaban
mariscando por el monte, cuando se perdieron y ya era tarde. Entonces
vieron una lucita lejos. Con miedo se acercaron y golpearon la
puerta. Salió una viejita fea y narigona, que les dijo:
-Pasen
mis hijitos, que hace mucho que no como criatura, pero están muy
flaquitos, los voy a engordar primero.
Y
les encerró en una jaula grande. Cuando la bruja salió a juntar
leña, entró un pajarito por el ojo de la llave, les abrió la jaula
y les dio un espejito, una toalla y un peine. Les dijo:
Los
chicos salieron corriendo, pero les vio la bruja y les siguió.
Cuando les estaba por alcanzar, echaron el espejo y se hizo una
laguna grande. La bruja nadó y nadó hasta que cruzó la laguna, y
ya les estaba por alcanzar otra vez. Entonces echaron la toalla y se
formó un pastizal alto; toda rajuñada y rabiando pudo cruzar la
bruja y corriendo les estaba por alcanzar.
Los
chicos tiraron el peine y se presentó una enredadera tupida. Después
de mucho forcejear, pudo pasar la bruja, y corre que te corre, ya les
estaba por alcanzar, cuando de un árbol sintieron que un pajarito
les decía:
Los
chicos subieron a tiempo. La bruja quedó bajo el árbol con una
bolsa mágica. Abrió la bolsa y dando vueltas alrededor decía:
Quiquiriquí,
caete en la bolsa.
Quiquiriquí,
caete en la bolsa.
Pero
el chico que era muy letrado, se bajó rapidito y agarrando la bolsa
repitió:
La
bruja miró y ¡patapúm! ¡a la bolsa! Entonces los tres muchachos
la ataron bien y la tiraron en un pozo. Después se fueron al rancho
de la vieja y largaron muchos chicos que tenía encerrados la bruja.
Bernabé
Beignier, 50 años. Fortín Cardoso. Resistencia. San Fernando.
Chaco, 1950.
Cuento
900. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
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