En
un reino de nombre desconocido había un rey muy querido por el
pueblo y sus súbditos.
Casado
a los veinte años, vivía muy feliz en unión de su esposa y doce
hijos, once varones y la menor, mujer.
Nada
parecía turbar la paz de la familia, cuando cierto día se enferma
la Reina. La tristeza cundió por todo el reino.
Llamados
los mejores médicos no le encontraron remedio y falleció dejando
desconsolados a su esposo y a los hijos. Pasan varios años y el Rey
piensa casarse de nuevo.
Reúne
a sus hijos y les avisa. Ellos aunque sienten, acceden gustosos por
ver feliz de nuevo a su padre.
La
madrastra era muy linda, pero orgullosa y muy vanidosa. Siente
envidia al ver que su hijastra es mejor que ella y hace todo lo
posible por afearla y alejarla del reino.
Varios
años antes se había valido de artes de hechicería y transformó a
los hijos en cisnes y ahora empleando el mismo procedimiento, vuelve
tan fea a la hija que el padre la desconoce. Cansada de sufrir la
Princesa se va del palacio en busca de sus hermanos.
Camina
días y días y llega a la orilla de un arroyo, donde se lava y
vuelve a ser tan hermosa como antes.
Al
llegar la oración, siente un ruido de alas y llegan los cisnes, se
transforman en hombres. La ven y corren; la abrazan y lloran de
alegría.
Los
jóvenes le cuentan que en la noche se vuelven hombres y al salir el
sol son de nuevo cisnes. Que ellos estarán tres días ahí y que
volverán al lugar donde viven. Que era muy lejos y que vienen al
reino de su padre una vez al año.
Trabajan
en la noche una red para llevar en ella a la hermana. El cuarto día,
a la salida del sol, levantan vuelo, toman la red con el pico y va la
niña acostada, mientras un cisne vuela encima de ella para darle
sombra en la cara.
Se
asientan en la noche y vuelan de día. Viajan tres días, hasta
llegar al país donde viven los cisnes.
Ella
que ruega a Dios la ayude para conseguir que sus hermanos vuelvan a
ser hombres, sueña que una vez le dice que cerca de allí hay una
planta, que con la fibra de esa planta teja once mangas, y se las
coloque a cada cisne, pero con la condición de que mientras teja no
tiene que hablar. La niña se levanta temprano, va, busca la fibra de
la planta y empieza a tejer sin hablar una sola palabra. Cuando
vuelven los hermanos se afligen al verla muda, pero como la ven
tejer, piensan que será algo para bien de ellos y no la hablan más.
Un
día pasa un príncipe que andaba cazando. Al verla tan hermosa se
enamora de ella, la lleva, y se casa.
Como
se le terminan las fibras con que tejía, la princesa se va en la
noche al cementerio, donde hay la planta que necesita. El cura del
reino la sigue, y le cuenta al príncipe, diciendolé que es bruja.
El joven que la quiere muchísimo, no cree y resuelve vigilarla.
Cuando le falta una manga, se le terminan de nuevo las fibras. La
princesa va en busca de más y el esposo la sigue y la ve entrar al
cementerio. Convencido que es bruja, la hace tomar prisionera y da la
orden de que sea quemada.
La
llevan en un carruaje del palacio a la prisión. Ella no habla, pero
llora sin dejar de tejer y termina todas las mangas.
Cuando
falta poco para la hora que la deben matar, llegan los cisnes, vuelan
alrededor de la prisión y por entre medio de las rejas les va
colocando las mangas.
Los
cisnes se vuelven hombres, corren, y llorando de alegría abrazan a
la hermana.
El
príncipe le pide perdón y el pueblo que lo quiere mucho se alegra
de verlo feliz y bendice a la princesa.
Clorinda
de Flores, 45 años. Catuna. General Ocampo. La Rioja, 1950.
La
narradora aprendió el cuento de la abuela, quien sabía muchos
cuentos antiguos.
Cuento
1022. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 072
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