Que
eran unos viejitos que tenían tres hijos y eran muy pobres.
El
hijo mayor dijo que iba a salir a rodar tierra y a buscar trabajo.
Entonce el del medio dijo que él también se iba. Y salieron de
viaje los dos.
Cuando
se fueron los hermanos mayores, pidió permiso el menor para ir, pero
los padres le decían que era muy chico, que le podía pasar algo. Y
esto era porque los viejitos sabían que los hermanos mayores no lo
querían. Al fin lo dejaron ir porque tanto rogó él.
El
hermano menor los alcanzó a los mayores en el camino y éstos le
hicieron de todas las maldades, pero él siguió.
Un
día van y le dicen al Reis, que el hermano menor se había dejado
decir que él era capaz de traerle la hija que le había robau el
Reis Colorado. Que ese reino quedaba al otro lado del mar.
-Que
usté se ha dejao decir que es capaz de traerme mi hija, y palabra
de Reis no puede faltar, tiene que cumplir.
Y
le dio plazo de quince días para que la trajiera y de lo contrario
le cortaba la cabeza. Y lo mandó que elija el caballo que quisiera
en el corral.
El
pobre muchacho se fue muy afligido y entró al corral a elegir
caballo. No hallaba qué elegir, y en eso pasa cerca una yegüita
flaca y sintió que le dijo:
Entonce
dio una vuelta para disimular y agarró la yegüita flaca. La llevó.
Llegando a su casa, la yegüita le dijo que no se aflija, que ella lo
va ayudar. Que se haga preparar para el viaje una tortilla al
rescoldo de diez arrobas.
Y
al día siguiente sale en busca de la hija del Reis. Y cuando va muy
lejo, en medio de una montaña de árboles, encuentra un gran
hormiguero, donde había muchas hormigas que las llevaba el viento.
Entonce la yegüita le dice que le dejara la mitá de la tortilla. Al
dejarle esto, sale un hormigón y le agradece, diciendolé que cuando
en algo lo necesite, que diga, «el hormigón más grande que hay en
el mundo», y en seguida iba a 'tar ahí, y que en algo lo iba a
ayudar. Más adelante encontraron otro hormiguero donde dejaron la
otra mitá de la torta.
Llegando
a la orilla del mar, ven que una ola había tirado un pescado afuera
del agua, el cual ya 'taba moribundo. Se bajó el muchacho y lo tiró
al agua. Reacciona el pescado y sale contento, y le dice, que cuando
por algo se vea en apuro, que diga. «Dios y el pescado más grande»,
y ahí estará él, y en algo le iba a ayudar.
Entonce
la yegüita le dice que cierre los ojos y que no los abra hasta que
ella no le diga. Y cuando la yegüita le dijo que abriera los ojos,
ya 'taba al otro lado del mar. Y ése era el reino del Reis Colorado,
el que había llevado la Princesa hija del Reis Blanco.
El
muchacho desafió a jugar una carrera. No faltó quien le dijo al
Reis que había un desafío. Entonce viene y le dice que por cuánto
quiere correr. Entonce le dice que le corre por una carga de plata. Y
como al Reis le parecía poco, le dice que corran también a perder
los caballos. Cuando vio esa yegüita tan flaca, pensó que le ganaba
lejos.
Se
hizo la carrera. En el caballo del Reis iba a correr la niña hija
del Reis Blanco, de adonde venía el mozo.
Y
largaron la carrera. Y en un descuido, el mozo le había dicho a la
niña que la venía a llevar. Y salieron corriendo. Corrían los dos
caballos muy ligero y se perdieron de vista de la gente. Y el mozo la
alzó a la niña, la puso en las ancas y siguió solo hasta la oría
del mar.
Cuando
llegaron al mar, le vendó los ojos de la niña con un pañuelo y él
cerró los ojos. La yegüita los pasó al otro lado. Al cruzar el mar
se le cayó un anillo a la hija del Reis.
Y
llegando, ya de vuelta, le entregó la hija al Reis, estando éste
tan contento por haber creído imposible que ese chico, en ese
animalito tan flaco, pudiera rescatar su hija. El Reis le agradeció
mucho y se puso a sus órdenes.
Más
envidia les dio a los hermanos cuando se enteraron de lo sucedido,
pero cuando supieron lo del anío que se le había perdido a la
Princesa, le fueron a hablar al Reis.
Se
presentaron al palacio y le dijieron al Reis que el hermano se había
dejado decir que era capaz de traer el anío que perdió la Princesa
al pasar el mar.
El
Reis lo llamó y le dijo que él se había dejado decir que era capaz
de traer el anío que la hija perdió al pasar el mar.
Él
le dijo que no había dicho eso, ni capaz lo era tampoco. Entonce el
Reis le dijo que tenía tres días de plazo y de lo contrario sería
fusilado.
Se
fue muy triste el chico a la casa y se puso a llorar. Entonce la
yegüita le dice que por qué lloraba y él le contó lo que le
pasaba. La yegüita le dijo que no se afligiera, que al otro día
temprano saldrían en busca del anío. Entonce le dice:
Y
entonce el joven se puso contento.
Entonce
le dice que andaba en busca de un anillo de la Princesa, perdido en
el mar. El pescado toca una corneta, y se amontonan muchos pescados,
y él les pregunta si alguno no ha encontrado el anillo de la
Princesa perdido en el mar. Respondieron que ninguno, pero que
faltaban tres pescados. Y como siguiera tocando la corneta, se
presentó uno de los pescados, el cual estaba con sueño y un poco
emborrachado. Al ser interrogado por el pescado grande adónde había
andado y si había visto el anío perdido, dijo que sí, que había
estado en unos novios y que la novia tenía el anío. Le ordenó el
pescado grande que traiga ese matrimonio. Llegaron los dos pescados y
la novia entregó el anillo. Entonce el pescado grande se lo dio al
mozo y se despidieron, y él se fue.
Llegó
hasta el Reis y entregó el anío y el Reis se quedó asombrado de
que pudiera hacer esta prueba tan difícil este mozo.
Después
de pasar un tiempo, el Reis tenía una gran cosecha de trigo y la
gente le faltaba, y se le iba a perder en buena parte. Aprovechando
esto los hermanos se presentaron al Reis y le dijieron que el hermano
se había dejado decir que él era capaz, solo, de cortarle el trigo
y emparvarlo en tres días.
Lo
llama el Reis nuevamente y le dice que por última vez tendrá que
cumplir con lo que ha dicho, que él se ha dejado decir que en tres
días le cortará el trigo y se lo daría emparvado, y que de lo
contrario le haría cortar la cabeza.
Vuelve
a su casa el muchacho muy triste, llorando al ver su poca suerte.
Entonce la yegüita se allega y le dice que qué le pasaba.
-Qué
me va a pasar -le dice. Que mis hermanos han vuelto a engañar al
Reis diciendolé que yo me he dejado decir que soy capaz de cortar y
de emparvar el trigo en tres días. Y me van a cortar la cabeza
porque yo no soy capaz de hacerlo.
Entonce
la yegüita le dice que no se aflija, que se recuerde de las hormigas
que lo pueden ayudar. Entonce se fueron a los hormigueros. Y áhi
dijo:
En
seguida vino el hormigón. Él le dijo lo que le pasaba, y el
hormigón le dijo que no se aflija por eso.
Las
hormigas llegaron a las chacras y empezaron a cortar el trigo desde
el centro, de modo que a las orías no se notaba nada. Nadie se daba
cuenta del trabajo y los hermanos esperaban que esta vez lo mataran
al chico.
-Mirá,
tenimos que hacer algo para que tus hermanos dejen de buscar ocasión
de hacerte matar. Presentate ante el Reis y decíle que tus hermanos
se han dejado decir que son capaces de atajar la bala del cañón que
él tiene, por ser éste de poca potencia y muy débil.
Y
entonce el muchacho fue y le dijo al Reis. El Reis los llamó y les
dijo esto, y dijo que palabra de Reis no puede faltar, y que
tenían que demostrar lo que habían dicho. Ellos se dieron cuenta,
entonces, que 'taban pagando su maldá.
Al
otro día temprano los pusieron frente a la boca del cañón, y al
hacer la descarga fueron hechos pedazos.
El
Reis lo llamó al muchacho valiente y le dijo que quería que se
casara con la Princesa porque él la había salvado. Y se hizo la
boda con una fiesta que duró una semana.
Entonce
la yegüita le dijo al mozo que ella era un ángel, que lo había
venido a salvar de sus hermanos. Le dijo que le haga traer una fuente
con agua y una sábana sin pecar. Y cuando le trajieron esto, la
yegüita se revolcó en la sábana mojada y se convirtió en una
palomita, y se voló al cielo dejandoló feliz al mozo.
Pascual
Vivas, 40 años. El Pedacito. Villa General Mitre. Córdoba, 1952.
Cuento
1068. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
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