Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

Los dos hermanos .928

Era en tiempo de la antigüedá. En un pueblito que estaba muy lejos, habían dos niños, un niño y una niña que habían quedado huérfanos. La niña era muy linda. Un día desapareció la niña. Todos los del pueblo la salieron a buscar. No aparecía por ningún lado. Decían que un hombre raro aparecía a veces por ahí que robaba cosas de valor y que nadie lo podía seguir y agarrarlo porque se desaparecía como brujo y que él podía haber llevado la niña. El hermanito quedó muy triste y un día dice:
-Yo no soy cobarde. Yo voy a buscar a mi hermana. La buscaré hasta el fin del mundo. Si no la encuentro no vuelvo.
El niño se fue. Empezó a trotar mundo. Caminó y caminó. Pasaban los días y las noches y no encontraba ninguna noticia. Seguía andando por los bosques y por los poblados. Se alimentaba de frutas de lo que encontraba en el campo. Y después de un tiempo que andaba, una nochecita, vio entre el monte una lucecita. Divisó una luz y siguió hasta que encontró unas casitas muy chiquitas. Llegó y vio que vivían unos enanitos negros. Eran tan chiquitas las casitas que el chico tenía que entrar en cuatro pies. Entonce lo recibió el enanito que mandaba y le preguntó al niño qué le pasaba. Se sorprendió de ver que un niño había llegado a ese lugar tan lejos. Eso era otro mundo. El enano tenía 140 años. El niño desconsolado le contó lo que le pasaba con su hermana. Entonce el enano le dijo que él lo ayudaría hasta donde él podía. Le indicó el camino para llegar al país verdadero de los enanos. Le dijo que ahí vivía su padre que tenía 180 años, y que no había cosa que él no supiera y no la remediara. El niño pasó la noche con estos enanos, comió bien, durmió bien, y con las indicaciones del viejito enano, tomó el camino. El viaje fue muy penoso porque le tocó atravesar montañas, pantanos, y defenderse de los animales salvajes. Después de mucho andar, divisó muchas, muchas luces. Entonce el chico, contento, calculó que era el país de los enanos. Y llegó y golpió las manos y un enjambre de enanitos salieron a recibirlo y gritaban:
-Abuelo, abuelito, corré, mirá qué hombre grande que viene.
Entonce el viejito, sin asombrarse lo recibió y le hizo las mismas preguntas que le hizo su hijo, el otro enano viejo. El chico le contó la historia de la hermanita que le habían robado. Entonce el enano, que sabía todo lo que pasaba por que era adivino, le dijo:
-Sí, a tu hermana te la robaron. Te la robó el mago que vive muy lejos de aquí. Hay que andar un camino largo y hay que cruzar un río que siempre está muy crecido.
El chico se puso a llorar creyendo que él no podría llegar a ese lugar, y que nunca más la vería a su hermana. Entonce el viejito enano, que era muy bueno, le dijo:
-No te preocupes ni llores que yo te voy a dar todo el poder para que puedas cruzar el río y llegar adonde está tu hermana y para que se la quites al mago.
-Pero, cómo voy a hacer, abuelito, para cruzar el río.
Entonce el viejito enano le dijo:
-Tomá, yo te voy a dar el poder para cruzar el río y tenés que decir: «Plumita, plumita, volveme gaviota y haceme volar hasta que cruce el río». Además, a esta plumita guardala bien porque con ella te podés transformar en lo que te haga falta. Así engañarás al mago y podrás recuperar a tu hermanita. En eso, como los enanitos habían oído su conversación y que había tenido que viajar mucho, le prepararon una canasta con los mejores manjares para él y para su hermanita. El niño se fue muy agradecido por el camino que le señaló el viejito enano.
Después de caminar muchos días, llegó, el niño, al río. En seguida le pidió a la plumita que lo transformara en gaviota y cruzó el río. Después siguió el camino, que le dijieron, que era muy largo y feo. Al tiempo divisó un hermoso palacio, el palacio del mago. Escondiendosé entró en el palacio y vio a la hermanita en una ventana. Se llegó y golpió la ventana. La hermanita se llevó una gran sorpresa y corrió y le abrió. Se abrazaron y ella llorando le dice:
-Disparate, hermano, porque si viene el mago te mata.
El niño que era muy valiente, le dice:
-No, yo no me voy sin llevarte a vos.
-Mirá -le dice la niña-, es imposible porque el mago tiene todo vigilado. Ahora viene y te mata.
-No te preocupes, cuando llegue no me va ver y yo me arreglaré para llevarte. ¿Le gusta el vino al mago?
-Le gusta mucho el vino -le dice la hermana- y toma mucho.
-Bueno, tomá -le dice y le da un polvo. Echale esto en el vino y se va quedar dormido y nosotros nos vamos. Y no se va a despertar más, no tengás miedo.
En eso sintieron muchos ruidos. Estaba llegando el mago. Entonce el chico le dijo a la plumita:
-Plumita, volveme mosquito.
Se volvió mosquito y se puso en un rincón.
Llegó el mago muy enojado y preguntando quien había venido. La niña dijo que nadie. El mago miraba por todos lados y decía que había olor a carne humana. Como estaba puesta la mesa, la chica empezó a servir. En un descuido le echó el polvo al vaso del vino del mago. El mago lo tomó y quedó muy dormido. Y con ese sueño se murió.
El chico volvió a ser chico. Entonce le dijo que busque las cosas de oro quí había robado el mago para llevarlas, pero sólo pudieron llevar algo, que no tensan fuerzas para todo. Tomaron el camino y llegaron al río y pasaron el río, porque con la plumita se hicieron gaviotas y volaron. Llegaron al reino de los enanos y les dejaron todo los regalos. Siguieron caminando y llegaron a su pueblo. Cuando llegaron, todos salieron corriendo. El niño contó la historia y todos le hicieron una gran fiesta porque él había salvado a la hermana y a todos del mago que era un gran peligro para el pueblo.
Héctor Maritano, 57 años. San Genaro Norte. Santa Fe, 1961.
El narrador dice que oyó contar este cuento al padre, que era italiano, pero que vino de niño al país, y también lo oyó a un viejo criollo.

Cuento 928. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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