Había
una vez un matrimonio que tenía dos hijos, un varón y una niña. La
desgracia no tardó en llegar a la familia: la madre muere y el padre
queda con los hijos.
El
padre, inducido por ella, se muestra menos cariñoso con los hijos y
por último resuelve llevarlos lejos de la casa y abandonarlos.
Al
otro día, temprano, el padre los convida para que den un paseo. Él
va a caballo y lleva a la niña por delante y al varón en las ancas.
Después de haber andado varias horas, los baja, los engaña que
pronto volverá a buscarlos, y los deja en el campo, alejándose
rápidamente.
A
medida que pasan las horas y al ver que el padre no regresa, la niña
empieza a llorar, pero el varón la consuela diciendolé que pronto
encontrarán el camino. Comienzan a buscar los porotos que en el
trayecto él había ido tirando y así consiguen llegar a la casa.
La
madrastra contenta lo que no están los niños, prepara una gallina,
y estaban por comerla cuando ellos aparecen. Al verlos, la madrastra
le da tanta rabia, que de un puntapié hace caer la olla y se derrama
la comida.
Dominado
por la señora, le promete llevarlos de nuevo al otro día, para
dejarlos más lejos. El varón guarda pasas de higo en el bolsillo
del saco y se olvida de avisarle a la hermana.
El
padre lleva esta vez al varón adelante y a la niña en las ancas.
Mientras avanzaban, el varón deja caer las pasas y la niña las va
recogiendo.
Cuando
llegan al punto donde el padre piensa dejarlos, los hace bajar; éstos
comienzan a llorar y le piden que no los abandone. El padre siente al
ver la pena de los hijos, pero no olvida las amenazas de su mujer. Se
aleja prometiéndoles volver a buscarlos después de encontrar unos
animales. Era pretexto para poder retirarse.
Mientras
la noche se acerca, la niña llora desconsoladamente al saber que no
podrán regresar porque no saben por dónde es el camino, porque las
pasas que él tiró con esa idea, ella sin saberlo las fue comiendo.
Llegan
a una cueva donde encuentran una perra con cría. Ellos, viendo que
son perros, resuelven llevarse uno; mientras el varón arroja piedras
desde un árbol, la perra enojada sale de la cueva y la niña
aprovecha para entrar y sacar un perrito. Se alejaron y siguen
andando.
No
tardaron en encontrar una leona con sus hijos y haciendo lo mismo que
lo anterior, se llevan un leoncito. Pasan los días y encuentran una
tigra con cría, y llevan uno.
Siguen
acompañados por los tres animales, alimentandosé de plantas y
animales silvestres.
Pasan
los años. Cierto día llegan a un árbol, cerca de una vertiente;
allí bautizan los animales. Al perro le dan el nombre de Cadena
de Oro, al león Cadena
de Plata y al tigre Garbanzo
amigo, ayudame que estoy perdido.
El
hermano acompañado de los animales se dirige a una casa. Al llegar a
unos potreros se encuentran con un gigante; a pesar de las amenazas
de éste, con ayuda de los animales consigue matarlo y sigue
adelante.
Cuando
falta poco para llegar a la casa, se encuentra con otro gigante más
grande que el anterior. Pelean y nuevamente triunfa el joven, siempre
ayudado por los animales.
El
gigante le promete darle sus bienes a cambio de la vida. El joven
acepta. Rico ya, resuelve conocer la casa. Ésta tiene catorce
piezas. Las visitan. Todas ellas muy lindas y amuebladas.
Cuando
llegan a la última, el gigante no quiere abrir la puerta, pero por
temor a los animales la abre y el joven ve que está llena de
cadáveres; aprovecha un descuido del gigante, lo empuja hacia dentro
y le cierra la puerta.
Vuelve
adonde está la hermana, le cuenta lo que le ha pasado, le dice que
son ricos y la hace prometer que no abrirá la puerta donde está el
gigante.
Después
de un año, curiosa por saber qué tiene el hermano en esa pieza,
abre la puerta y sale el gigante. Éste la engaña y consigue de la
niña que cuando salga el hermano haga quedar los animales y les
coloque a cada uno un pelo que se sacó de la nuca y le dio.
Al
otro día, con el pretesto de que tiene miedo de quedarse sola, el
hermano le deja los animales. Les coloca los pelos. Los pelos se
transforman en seis cadenas para cada uno y los ata en los pilares de
hierro que tiene la galería. Después de haberse alejado el joven,
abre la puerta, sale el gigante y avisado por la hermana, se dirige
adonde él se encuentra, con el propósito de comerlo. El joven al
verlo comprende la traición de la hermana y le pide que le deje dar
tres gritos antes de matarlo. El gigante acepta y el joven trepado a
un árbol grita:
En
cada grito los animales cortan las cadenas y no tardan en llegar
donde está el gigante, y lo matan inmediatamente.
El
joven ayudado por los animales, lo arrastran, llegan a la casa y lo
colocan en la habitación número catorce; lleva una tina, encierra a
la hermana, diciendolé que cuando tenga hambre coma de la carne del
gigante, y que llene la tina de lágrimas, y las beba cuando tenga
sé.
Sale
de viaje y encuentra en el camino a una princesa que llora
desconsoladamente. Le pregunta la causa de su tristeza y ella le
cuenta que la población del reino de su padre vive aterrorisada
porque cada día la serpiente de siete cabezas come una persona y que
para que termine la aflición del pueblo, el Rey la mandó para que
la coma a ella, y si alguien daba muerte a la serpiente se casaría
con ella.
El
joven le promete salvarla y cansado por el viaje no tarda en
dormirse. Se despierta con los sollozos de la princesa que
deses-perada no encuentra qué hacer al ver que la serpiente se
acerca. El joven anima a los animales y éstos matan a la serpiente.
Corta las siete lenguas, hace un atado en el pañuelo, se despide de
la princesa y sigue en dirección del reino.
Al
otro día, el Rey manda a un negro que vea si vive su hija. Éste al
ver la serpiente, le da golpes, corta las siete cabezas, lleva a la
princesa al palacio y avisa al Rey que él mató a la serpiente,
presentando como prueba las cabezas.
Como
palabra del Rey no puede faltar,
se realiza la boda de la princesa con el negro y hacen un banquete
donde asisten los miembros de la casa real. El joven que se encuentra
en una casa del pueblo, ordena a Cadena
de Oro le lleve el primer plato que
sirven al negro. El negro grita:
Llega
el Cadena de Plata
y lleva el segundo plato, y el Garbanzo
amigo, ayudame que estoy perdido, el
tercero.
El
Rey indignado ordena la muerte de los animales y de su dueño, pero
la princesa lo aconseja que es mejor que lo invite, pues en caso
contrario el joven mataría a todos. Invitado a la fiesta, baila y
deja cair el atadito con las siete lenguas. El Rey que es muy
curioso, lo levanta, lo desata y mira su contenido. Llama al joven,
le pregunta, y así se entera que él es el que dio muerte a la
serpiente y recién oservan las bocas de las siete cabezas,
comprobando que no tienen lenguas.
La
parentela del negro, servidumbre en el palacio, resuelven vengar la
muerte de aquél y colocan alfileres envenenados en la cama, por el
lado donde se acostó el joven. Este muere inmedia-tamente.
Los
animales encerrados en una habitación para que no molesten,
comienzan a llorar en cuanto su amo muere.
Al
otro día antes de ser colocado en el cajón, la princesa deja salir
a los animales para que vean a su dueño por última vez. Estos
corren. Uno se mete por debajo de la cabeza, el otro por los pies, lo
levantan, y el tercero va sacando uno por uno los alfileres y se los
da a la princesa. El joven resucita y las fiestas siguen en el reino.
Un
día el Rey conversando con el yerno, éste le cuenta que tiene una
hermana soltera. El joven que estraña y desea ver a su hermana,
emprende viaje acompañado por su esposa y el suegro. Ésta vive
todavía, muy delgada al principio, a medida que los animales la
lamen, va engordando. La joven pide perdón a su hermano y éste la
perdona de todo corazón. El Rey que es viudo, se enamora de la
joven, la pide al yerno para casarse. Éste accede y se realiza la
boda.
Vivían
muy felices los dos matrimonios, cuando cierto día, el perro, el
león y el tigre les dicen que ellos se iban, que eran ángeles
mandados por Dios para protegerlos y que su misión había terminado.
Los jóvenes les piden que se queden a vivir con ellos. Éstos no
quisieron, salen corriendo, se meten en un pozo con agua y se
trasforman en tres palomas, que volando se perdieron entre las nubes.
La
narradora, semiculta, es originaria de la región.
En
el cuento figuran motivos del matador de
la serpiente de siete cabezas.
Cuento
919. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 069
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