Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

Los dos hermanos .919

Había una vez un matrimonio que tenía dos hijos, un varón y una niña. La desgracia no tardó en llegar a la familia: la madre muere y el padre queda con los hijos.
Pasan varios años y el padre vuelve a casarse.
La madrastra, que demostraba cariño a los niños, empieza a hacerlos sufrir.
El padre, inducido por ella, se muestra menos cariñoso con los hijos y por último resuelve llevarlos lejos de la casa y abandonarlos.
El varón, que siente la conversación la noche antes de salir, se llena los bolsillos de porotos.
Al otro día, temprano, el padre los convida para que den un paseo. Él va a caballo y lleva a la niña por delante y al varón en las ancas. Después de haber andado varias horas, los baja, los engaña que pronto volverá a buscarlos, y los deja en el campo, alejándose rápidamente.
A medida que pasan las horas y al ver que el padre no regresa, la niña empieza a llorar, pero el varón la consuela diciendolé que pronto encontrarán el camino. Comienzan a buscar los porotos que en el trayecto él había ido tirando y así consiguen llegar a la casa.
La madrastra contenta lo que no están los niños, prepara una gallina, y estaban por comerla cuando ellos aparecen. Al verlos, la madrastra le da tanta rabia, que de un puntapié hace caer la olla y se derrama la comida.
El padre se alegra al ver a los hijos, recoge la carne, la lava y se las da para que coman.
Dominado por la señora, le promete llevarlos de nuevo al otro día, para dejarlos más lejos. El varón guarda pasas de higo en el bolsillo del saco y se olvida de avisarle a la hermana.
El padre lleva esta vez al varón adelante y a la niña en las ancas. Mientras avanzaban, el varón deja caer las pasas y la niña las va recogiendo.
Cuando llegan al punto donde el padre piensa dejarlos, los hace bajar; éstos comienzan a llorar y le piden que no los abandone. El padre siente al ver la pena de los hijos, pero no olvida las amenazas de su mujer. Se aleja prometiéndoles volver a buscarlos después de encontrar unos animales. Era pretexto para poder retirarse.
Mientras la noche se acerca, la niña llora desconsoladamente al saber que no podrán regresar porque no saben por dónde es el camino, porque las pasas que él tiró con esa idea, ella sin saberlo las fue comiendo.
Pasa la noche y al otro día salen en busca de mejor suerte.
Llegan a una cueva donde encuentran una perra con cría. Ellos, viendo que son perros, resuelven llevarse uno; mientras el varón arroja piedras desde un árbol, la perra enojada sale de la cueva y la niña aprovecha para entrar y sacar un perrito. Se alejaron y siguen andando.
No tardaron en encontrar una leona con sus hijos y haciendo lo mismo que lo anterior, se llevan un leoncito. Pasan los días y encuentran una tigra con cría, y llevan uno.
Siguen acompañados por los tres animales, alimentandosé de plantas y animales silvestres.
Pasan los años. Cierto día llegan a un árbol, cerca de una vertiente; allí bautizan los animales. Al perro le dan el nombre de Cadena de Oro, al león Cadena de Plata y al tigre Garbanzo amigo, ayudame que estoy perdido.
Suben al árbol y desde la copa ven casas y sembrados cerca donde ellos están.
El hermano acompañado de los animales se dirige a una casa. Al llegar a unos potreros se encuentran con un gigante; a pesar de las amenazas de éste, con ayuda de los animales consigue matarlo y sigue adelante.
Cuando falta poco para llegar a la casa, se encuentra con otro gigante más grande que el anterior. Pelean y nuevamente triunfa el joven, siempre ayudado por los animales.
El gigante le promete darle sus bienes a cambio de la vida. El joven acepta. Rico ya, resuelve conocer la casa. Ésta tiene catorce piezas. Las visitan. Todas ellas muy lindas y amuebladas.
Cuando llegan a la última, el gigante no quiere abrir la puerta, pero por temor a los animales la abre y el joven ve que está llena de cadáveres; aprovecha un descuido del gigante, lo empuja hacia dentro y le cierra la puerta.
Vuelve adonde está la hermana, le cuenta lo que le ha pasado, le dice que son ricos y la hace prometer que no abrirá la puerta donde está el gigante.
Después de un año, curiosa por saber qué tiene el hermano en esa pieza, abre la puerta y sale el gigante. Éste la engaña y consigue de la niña que cuando salga el hermano haga quedar los animales y les coloque a cada uno un pelo que se sacó de la nuca y le dio.
Al otro día, con el pretesto de que tiene miedo de quedarse sola, el hermano le deja los animales. Les coloca los pelos. Los pelos se transforman en seis cadenas para cada uno y los ata en los pilares de hierro que tiene la galería. Después de haberse alejado el joven, abre la puerta, sale el gigante y avisado por la hermana, se dirige adonde él se encuentra, con el propósito de comerlo. El joven al verlo comprende la traición de la hermana y le pide que le deje dar tres gritos antes de matarlo. El gigante acepta y el joven trepado a un árbol grita:
-Cadena de Oro, Cadena de Plata, Garbanzo amigo, ayudame que estoy perdido.
En cada grito los animales cortan las cadenas y no tardan en llegar donde está el gigante, y lo matan inmediatamente.
El joven ayudado por los animales, lo arrastran, llegan a la casa y lo colocan en la habitación número catorce; lleva una tina, encierra a la hermana, diciendolé que cuando tenga hambre coma de la carne del gigante, y que llene la tina de lágrimas, y las beba cuando tenga sé.
Sale de viaje y encuentra en el camino a una princesa que llora desconsoladamente. Le pregunta la causa de su tristeza y ella le cuenta que la población del reino de su padre vive aterrorisada porque cada día la serpiente de siete cabezas come una persona y que para que termine la aflición del pueblo, el Rey la mandó para que la coma a ella, y si alguien daba muerte a la serpiente se casaría con ella.
El joven le promete salvarla y cansado por el viaje no tarda en dormirse. Se despierta con los sollozos de la princesa que deses-perada no encuentra qué hacer al ver que la serpiente se acerca. El joven anima a los animales y éstos matan a la serpiente. Corta las siete lenguas, hace un atado en el pañuelo, se despide de la princesa y sigue en dirección del reino.
Al otro día, el Rey manda a un negro que vea si vive su hija. Éste al ver la serpiente, le da golpes, corta las siete cabezas, lleva a la princesa al palacio y avisa al Rey que él mató a la serpiente, presentando como prueba las cabezas.
Como palabra del Rey no puede faltar, se realiza la boda de la princesa con el negro y hacen un banquete donde asisten los miembros de la casa real. El joven que se encuentra en una casa del pueblo, ordena a Cadena de Oro le lleve el primer plato que sirven al negro. El negro grita:
-El pato me lleva el pero.
Persiguen al animal pero no le dan alcance.
Llega el Cadena de Plata y lleva el segundo plato, y el Garbanzo amigo, ayudame que estoy perdido, el tercero.
El Rey indignado ordena la muerte de los animales y de su dueño, pero la princesa lo aconseja que es mejor que lo invite, pues en caso contrario el joven mataría a todos. Invitado a la fiesta, baila y deja cair el atadito con las siete lenguas. El Rey que es muy curioso, lo levanta, lo desata y mira su contenido. Llama al joven, le pregunta, y así se entera que él es el que dio muerte a la serpiente y recién oservan las bocas de las siete cabezas, comprobando que no tienen lenguas.
Enojado el Rey por el engaño del negro, ordena sea descuartiza-do.
Con alegría de familiares y del pueblo se celebra el casamiento de la princesa con el joven.
La parentela del negro, servidumbre en el palacio, resuelven vengar la muerte de aquél y colocan alfileres envenenados en la cama, por el lado donde se acostó el joven. Este muere inmedia-tamente.
Los animales encerrados en una habitación para que no molesten, comienzan a llorar en cuanto su amo muere.
Al otro día antes de ser colocado en el cajón, la princesa deja salir a los animales para que vean a su dueño por última vez. Estos corren. Uno se mete por debajo de la cabeza, el otro por los pies, lo levantan, y el tercero va sacando uno por uno los alfileres y se los da a la princesa. El joven resucita y las fiestas siguen en el reino.
El Rey que no sabe cuál es la negra culpable, ordena sean quemadas todas.
Un día el Rey conversando con el yerno, éste le cuenta que tiene una hermana soltera. El joven que estraña y desea ver a su hermana, emprende viaje acompañado por su esposa y el suegro. Ésta vive todavía, muy delgada al principio, a medida que los animales la lamen, va engordando. La joven pide perdón a su hermano y éste la perdona de todo corazón. El Rey que es viudo, se enamora de la joven, la pide al yerno para casarse. Éste accede y se realiza la boda.
Vivían muy felices los dos matrimonios, cuando cierto día, el perro, el león y el tigre les dicen que ellos se iban, que eran ángeles mandados por Dios para protegerlos y que su misión había terminado. Los jóvenes les piden que se queden a vivir con ellos. Éstos no quisieron, salen corriendo, se meten en un pozo con agua y se trasforman en tres palomas, que volando se perdieron entre las nubes.

Lorenza de Arce, 70 años. Catuna. General Ocampo. La Rioja, 1950.

La narradora, semiculta, es originaria de la región.

En el cuento figuran motivos del matador de la serpiente de siete cabezas.

Cuento 919. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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