Una
vez había uno que se burlaba de todos los aparecidos y fantasmas. Y
se reiba de los que le tenían miedo a las cosas que no son de este
mundo. Y creiba que de cobardes se disparaban y él se creiba muy
valiente.
Una
vez hizo una apuesta, que él s'iba a pasar la noche en una casa
abandonada qui asustaban todas las noches, y que no dejaban vivir a
naide áhi. Por eso la habían abandonado los dueños y nadie podía
cobijarse áhi.
Este
hombre se jue a la casa esa, que quedaba en medio di un campo
solitario. Hizo juego, puso un asado, comió, y trató de dormir. A
eso de la media noche, mientras trataba de tomar el sueño, siente
una voz ronca que decía del techo:
Entonces
diz que cayó un brazo de dijunto. El hombre sintió un poco de
recelo pero se aguantó. Al rato, mientras hacía juerzas por
dormirse, otra vez la voz ronca en el techo que decía:
El
hombre ya 'taba viendo que no se trataba de susto sino que esto se
'taba poniendo fiero, pero como era corajudo, si aguantaba. Y así
jue diciendo la voz del techo: ¿Cairé?, y el hombre contestando que
caiga, y diciendo unos ajos pa darse valor y pa insultar al fantasma.
Y así jueron caendo todas las partes del cuerpo en esqueleto, hasta
que se hizo un montón y se formó el cuerpo. Y al fin dijo:
-¡Cai
di una vez, carajo! -Le volvió a decir el hombre valiente, ya muy
enojau y tamién con algo de miedo.
Áhi
cayó la calavera y se formó el dijunto en esqueleto, y se levantó
y lo devoró al hombre que creiba que todos eran cobardes. Lo devoró
antes que cantaran los gallos, porque si se demora un poquito en
contestar, y cantan los gallos, como todos los fantasma del otro
mundo tienen que disparar, el hombre se salva.
Domingo
Pereyra, 72 años. Esquina del Sauce. Desamparados. San Juan, 1953.
El
motivo final del cuento es ajeno al cuento tradicional.
Cuento
909. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
No hay comentarios:
Publicar un comentario