Resulta
que era un muchacho de veinticinco años que no tenía ningún vicio.
Había muchas tentaciones, pero él no se dejaba dominar por ninguna.
Pero en una ocasión vinieron unos amigos, le enseñaron a jugar y él
aprendió muy bien. Que ya en ese lugar no le quería jugar nadie
porque les ganaba a todos. Y al ver que nadie le jugaba si aburrió,
agarró una alforja y la llenó de plata -plata blanca era la que
corría en ese tiempo-. Ensilló una mula de las mejores que tenía y
dijo antes de salir:
Y
cuando caminó más o menos seis leguas de la casa, encontró un
señor que iba montado en una mula blanca y se saludaron. Caminó un
trecho y lo encontró al mismo señor por segunda vez y lo saludó en
la misma forma. Caminó otro trecho y lo encontró. La tercera vez ya
lo habló. Le dijo el hombre al joven que qué había dicho al salir
de su casa. Y él le dijo que no si acordaba. Y entonce él pensó
hasta que si acordó que había dicho que si al diablo lo encontrara,
al diablo le jugara.
Y
el hombre le dijo que él era el diablo y que se pusieran a jugar. Y
jugaron. Y le ganó el diablo al joven todo el dinero que llevaba. Y
siguieron jugando y el diablo le ganó la montura chapada y la mula.
Le ganó todo. Y al verse perdido, el joven le dijo:
Y
le dijo el diablo al joven que le devolvía la mula ensillada y la
plata, que tan sólo él quería el alma. Y le dio plazo di un año
que vaya a un sitio que se llamaba La Laguna del Pan, donde lu iba a
esperar pa que le entregue el alma. Que tomara la dirección donde
nacía el sol. Y así hizo el joven.
Al
año, el joven se encaminó por ese camino. Caminó mucho y al fin
llegó a una casa ande vivía una viejita. Le preguntó dónde
quedaba esa laguna. Le contestó la viejita que ella no sabía, pero
iba a averiguar a los hijos.
Hizo
sonar una caja y los hijos de ella, que eran las aves más pequeñas,
vinieron. Preguntó y preguntó a los hijos y ninguno sabía de la
laguna ésa.
Y
le dijo la viejita que siga el camino más adelante, que vivía una
hermana de ella, que tal vez ella supiera de esa laguna.
Siguió
caminando el joven y llegó después de varias semanas a esa casa. Y
preguntó de La Laguna del Pan. Y le dijo la viejita que ella no
sabía, que tal vez los hijos lo sabían. Y agarró una quena y se
puso a tocar hasta que llegaron los hijos, que eran las aves
medianas. La viejita preguntaba a todas por la laguna y ninguna
sabía. Después le dijo la viejita que siga su camino. Y que iba a
encontrar otra amiga.
Siguió
el joven caminando y llegó al cabo de una semana a esa casa. Y le
preguntó a la viejita dueña de casa si sabía dónde 'taba la
Laguna del Pan. Y le dijo que ella no sabía, pero que tal vez los
hijos sepan algo. Los hijos eran las aves grandes. Agarró una
campana y llamó varias veces. Y empezaron a llegar las aves de toda
clase: cuervos, caranchos, águilas, cóndores, halcones. Y faltaba
una águila rial. Y la esperaron un buen rato. Y por fin llegó. Y le
preguntaron si conocía la Laguna del Pan y le contestó que
casualmente venía de ahí, que quedaba muy lejo.
Y
entonce el joven le dijo a l'águila si lo podía llevar. Y le dijo
l'águila que era imposible volar con él tan lejo, porque le
faltaría de comer. Y él le dijo que no había inconvenientes.
Compró un cordero gordo pa que comiera en el camino l'águila.
Cuando
tuvieron todo pronto, emprendieron el vuelo. Y caminaron un día.
L'águila se comió la mitá del cordero. Siguieron volando y
l'águila se comió la otra mitá. Le faltaba volar toda una mañana,
a las doce tenían que llegar, y ya no tenía comida. Entonce
l'águila le dijo al joven que no podía volar por falta de comida. Y
el joven se cortó una rebanada de una pierna y le dio de comer. Y
llegaron a las doce a la Laguna del Pan. Áhi lo dejó l'águila.
Antes
de irse l'águila vomitó el pedazo de pierna y se la puso al joven,
en el mismo momento se curó y quedó como si no se hubiera cortado
nada. Le dijo entonce l'águila, que ella quería salvarlo y que le
iba a contar lo que áhi pasaba para que se defendiera.
-Hay
acá tres palomas que se vienen a bañar en esta laguna. Son tres
niñas convertidas en palomas. Son las hijas del diablo. Las dos
mayores son perversas, pero la menor es de güen corazón. Tenía que
hacerte amigo de ésta, que ella te va a salvar. Se llama Turquía.
Cuando s'entren al agua, le tenís que agarrar unas plumitas de la
menor y así ella te va a encontrar, cuando busque sus plumitas. Y
l'águila se despidió y se fue.
Y
él se quedó esperando cerca de la laguna. Al fin llegaron las tres
palomas. Se sacaron las plumas y se convirtieron en tres niñas y
s'entraron a l'agua. El joven s'escondió cerca de donde dejaron el
plumaje. Mientras ellas se bañaban, él escondió tres plumas de la
menor.
Se
bañaron las niñas y salieron. La menor echó de menos las plumas y
se quedó buscandolás entre los pastos. Como eran perversas, las
otras dos no la esperaron. Cuando se fueron ellas, se le apareció el
joven y le habló a la chica. Entonce él le contó todo a la niña y
le dijo cómo había llegado a ese lugar tan lejos para entregar el
alma. Ella le dijo que el padre estaba en la casa y que esperaba a un
joven, que era él. Y s'hicieron amigos con la niña, y ella le
prometió salvarlo. Y le dijo que la llamara Turquía, y que cuando
la necesitara dijiera su nombre y ella s'iba aparecer, y se
dispidieron.
El
joven se presentó ante el diablo. El diablo, que no creía que él
viniera, le dijo que por primera vez cumplían una orden de él. Le
dijo que por eso le perdonaba la vida y no lo mataba. Que lu iba a
mandar a hacer algunos trabajos y que si los hacía bien lu iba a
perdonar del todo. Le dio semillas de zapallo, de sandía y maíz y
le dijo que las sembrara y que para las doce del día, que traiga
zapallos y sandías maduras y choclos.
El
joven se puso a llorar. Cómo iba a trair eso; di ánde iba a sacar
eso. Y tanto llorar si acuerda de Turquía, la nombra, y ella se
presenta.
Él
le contó el trabajo que tenía qui hacer y ella le dijo que no era
nada, que si acueste a dormir, que en seguida ella le iba a trair. A
la hora se despertó y encontró los zapallos, las sandías y los
choclos.
El
joven fue y le llevó al diablo todo. Y le dijo el diablo que 'taba
muy bien, que descansara para mañana.
Al
otro día temprano le dijo que le tenía que trair el anillo que
perdió el padre de él, junto del mar.
Entonce
se jue el joven más apenado que nunca. Se puso a llorar y si acordó
de Turquía. Y la llamó y si apareció al momento. Le preguntó qué
le pasaba y le dijo que lo había mandado el diablo, que buscara el
anillo que perdió el padre. Ella le dijo que no si aflija, que ya
l'iba a trair un polvito que le indicara dónde 'taba el anillo.
Trajo un cartucho con polvos. Y le dijo que siguiera un camino hacia
el mar y vaya largando el polvito ése por el camino. Donde caiga
todo el polvo, que cavara. Y hizo así. Fue por el camino y en una
parte cayó todo el polvito del cartucho. Áhi se puso a cavar y
encontró el anillo. Y sacó el anillo. Y se fue a ver al diablo. Le
entregó el anillo. Y le dijo que descansara para mañana, que tenía
otra misión.
Al
otro día lo llamó y le dijo que fuera a buscar la guitarra di oro,
cuerdas de diamantes y clavijas de plata que perdió el agüelo de él
en la orilla de la mar, que le daba dos días de plazo.
Y
salió más triste que nunca. Se fue muy triste, y llamó a Turquía
y le dijo la misión que tenía que cumplir. Ella le dijo que era muy
difícil encontrar esa guitarra, pero que iba a hacer todo lo
posible. Clavó un cuchillo en la orilla del mar, y le dijo que
cuando la sombra del cuchillo llegue a las aguas del mar, que se
largue él para el mar, porque ya no había esperanzas de encontrar
la guitarra. Y ella se fue a buscarla.
Ella
anduvo mucho. Preguntó a toda clase de animales. Dentró al mar,
preguntó a los peces. Y después de mucho averiguar, uno solo le
dijo que había visto la guitarra di oro, en un reinato abajo del
mar. Y ella se fue a buscarla áhi, que era muy lejos.
El
mozo taba mirando la sombra del cuchillo, y 'taba desesperado porque
pasaba tanto tiempo sin noticias de la niña y la sombra ya faltaba
muy poco para que llegara al mar. Ya se iba a largarse al mar, cuando
alcanzó a ver sobre las aguas una llamita. Y era la guitarra que
venía a flote de agua, la traía ella. Y el joven se puso muy
contento al verla llegar con la guitarra. Y áhi se saludaron muy
contentos los dos. Y le dijo ella a él si la quería. Y él le dijo
que sí. Entonce le dijo ella que le cortara un pedacito de un dedo,
de estito, el dedito chico. Y él no quería por nada, que cómo le
iba a cortar el dedo. Entonce ella le esplicó por qué. El padre le
iba a vendar los ojos a él, y a las tres niñas las iba a poner al
frente para que él elija por esposa a una. Entonce así él podía
reconocerla a ella por el dedito cortado. Y entonce él le cortó la
punta del dedo. Y se fue con la guitarra a presentarse ante el Rey
diablo.
Le
vendó los ojos a él y a ellas las hizo poner al frente. Él tenía
que elegir la que le gustara. Él les tocaba las manos a las tres
hasta que dio con la menor.
Entonce
los llevó a la orilla del mar a casarlos. Y entonce el mar se
embraveció y lo llevó al diablo. Y el joven quedó dueño de todo y
con el reinato. Se salvó él y se salvó la niña.
Alfonso
Barrios, 31 años. Finca del Rey. Anta. Salta, 1952.
Cuento
871. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 069
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