Se
hizo una votación en el poblado de los animales y salió elegida la
tortuga como jefe de todos. Ella dijo: «De acuerdo. Seré vuestro
jefe. Pero tendréis que cumplir lo que yo diga. Si alguien no me
obedece tendrá su castigo».
Llamó
al antílope para que fuera a buscarle hojas de yuca. El antílope se
excusó: «Estoy demasiado cansado». La tortuga cogió un palo y le
golpeó, rompiéndole una pata. El leopardo se enfadó mucho: «¿Por
qué le has hecho eso al antílope?». Ella replicó: «Soy vuestro
jefe y debéis cumplir mis órdenes. Ve tú a buscarme las hojas de
yuca». Como el leopardo tampoco quería, le pegó un bofetón. El
leopardo empezó a perseguir a la tortuga, que tuvo que refugiarse en
su casa. Y, más tarde, también se negaron el elefante y la cabra.
Entonces
la tortuga caviló: «A lo mejor es que hay algo malo en el bosque».
El conejo lo corroboró: «Creo que en ese bosque vive un hombre».
«Entonces», dijo la tortuga, «acércate tú, que también corres
mucho, e intenta cogerle al hombre las hojas de yuca». Cuando el
conejo se acercó a la finca del hombre, éste se encontraba
escondido. Y, al ver las intenciones del conejo, lo cogió por las
orejas. El conejo empezó a gritar y el hombre, con tanto grito, se
asustó, dejó al conejo y se fue.
El
conejo explicó que el hombre era un animal terrible. Y el daño que
le había producido en las orejas lo corroboraba. El leopardo
se
levantó y dijo: «Yo iré a ajustarle las cuentas a ese hombre». Se
fue a la finca; buscó por todas partes y no vio a nadie. Volvió al
poblado de los animales y se encaró con el conejo: «¿No habías
dicho que el hombre es un animal terrible? Pues has mentido. En esa
finca no vive nadie»: La tortuga estaba enfadada: «¿Por qué no me
has traído las hojas de yuca que necesito para comer?». El leopardo
replicó: «Yo no soy tu "boy"i.
Me he acercado a la finca solamente para ver al hombre, y he
comprobado que no vive allí».
La
tortuga decidió ir ella misma a la finca para ver si lo que, el
leopardo decía era cierto y para traerse las hojas dichosas. Llegó
allí, no vio a nadie y cogió unas cuantas hojas. Entonces reunió a
los animales y les dijo: «Efectivamente, el conejo nos ha engañado
a todos. Tal como anuncié, tiene que ser castigado».
El
leopardo se acercó al conejo y empezó a tirarle de las orejas. Éste
gritaba mucho, pero el leopardo no se asustó y siguió tirando
durante mucho rato. Desde entonces, el conejo tiene las orejas así
de largas.
Fuente:
Jacint Creus/Mª Antonia Brunat
0.111.1
anonimo (guinea ecuatorial) - 055
i
Criado.
La palabra es un préstamo del pidgin english que se habla en la
isla de Bioko.
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