Dice
que había un joven muy rico y güen mozo.
Y
dice que había una señora que tenía una chica. Esta chica era muy
bonita, pero muy holgazana; no sabía hacer nada, nada, nada.
Dice
que pasó este joven por áhi afuera y la vio a la niña y se enamoró
de ella. Dice que él creía que era trabajadora y que le dice a la
madre:
Este
joven, entonce, le dio lana para que le haga un chaleco con la tela
muy finita y que 'sté todo bordado.
Entonce
dice que la chica se puso a llorar lo que la señora había dicho eso
de ella. Y le dice que paque había dicho eso. Entonce la señora le
dice:
El
joven le mandó un poco de lana para que le haga un chaleco con la
recomendación que el tejido tenía que ser muy finito y bien
bordado. Le dio un plazo pa que lo entregara.
A
la noche, cuando la chica 'taba durmiendo, golpiaron la ventana.
Entonce cuando ella abrió si aparecieron tres mujeres. Eran ánimas.
Ellas le dijieron que una hilaba, la otra tejía y la otra bordaba.
Entonce le dijieron que no tuviera miedo porque ellas le iban a
ayudar, y que ella rezara por ellas.
Al
tiempo, cuando se cumplió el plazo, las tres vinieron a traerle a la
chica la prenda, a la noche, por la ventana. Era una cosa
maravillosa. Un chaleco que nunca si había visto. Un hilo hilado
finito, finito. Un tejido que no parecía hecho a mano. Un bordado
que parecía una pintura. La niña les dijo que ella 'taba perdida si
la hacían hacer a ella ese hilado, ese tejido y ese bordado. Entonce
le dijieron que les tenía que rezar y que ellas la salvarían
siempre.
Al
otro día lo llamaron al joven. Cuando la niña le entregó el
chaleco se quedó encantado de ver esa obra nunca vista. Se quedó
prendado de la niña y le pidió que se casara con él. Y ya se hizo
el casamiento.
La
noche antes de casarse la niña, las ánimas le golpiaron la ventana.
Entonce le dijieron que tenía que invitarlas a la fiesta de boda.
Al
otro día, le dice la niña al joven que le tenía que pedir un
favor. Entonce que él le dice que le pida cualquier cosa, y que
hable no más. Entonce le dice que tenía tres tías viejas, muy
feas, y que las quería invitar. Entonce le dijo que cómo no.
Entonce le dijo que como eran tan feas que quería preparar una
piecita para que las viera él no más. Él le dijo que las invite
con mucho gusto.
Bueno...
Se hizo el casamiento. Y esa noche la niña lo sacó al joven y lo
llevó a donde tenía a las tres tías. Cuando él las vio, las
saludó. La niña se las presentó. Una tenía un brazo muy largo. La
otra unos dedos de la mano largos y gruesos. La otra tenía los ojos
salidos, estropeados, que daba pena verla. Entonces las despidió él
muy amable y ellas se jueron. Entonces él se quedó solo con la niña
y le dice:
-Y
la otra, ¿pórque tiene los dedos tan largos y gruesos?
-Bueno
-que le dice- desde hoy, de este mismo momento, te vas, agarrás los
husos, las agujas y los hilos, y los vas a tirar. Yo no quiero que
quedés como tus tías.
Ramona
Torres de Gil, 71 años. Pellegrini. Toay. La Pampa, 1964.
Aprendió
el cuento de una criolla vieja que era una gran narradora.
Cuento
1028. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
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