Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

Las almas del purgatorio .1026

Era una niña con la madre. No eran muy pobres. Tenían un regular pasar. La niña era muy linda pero muy floja, y cuando jue grande, la madre le dijo un día:
-Vos no te vas a conchabar porque no sabís trabajar. Pero, mejor recemos pa las almas del purgatorio. Ellas nos van a ayudar en todo y nos van a dar de comer. Las ánimas ayudan mucho, a los que son devotos de ellas.
Un día, un mozo muy rico, pensó en aquella niña. Preguntó a la gente qué hacía la niña, que enque si ocupaba. Y se dispuso a ir a ver qué hacía. Al otro día bien temprano se jue, y al llegar a la casa y golpiar la puerta, salió la señora. Entonce el mozo le preguntó que qué hacen, porque no salen y enque trabajan. Y ella le contestó que vivían pobremente. Entonce el joven le dice que porque no hace trabajar a la niña, que él podía ayudarla. Entonce la madre le dice que sí, que la niña sabía trabajar de todo, muy bien. Entonce le dice que él le iba a mandar lana pa que hile y teja, y todo lo que les hacía falta a las dos, madre y hija. Entonce la madre la llamó a la hija, y como la hija no sabía ni hilar ni tejer, le dice:
-Mañana le voy a contestar, y si me agrada, le voy a decir y voy a tomar el trabajo.
Se jue el mozo muy intrigado.
Esa noche la niña se puso a llorar porque tenía vergüenza que ese mozo viera que era tan floja. La madre le decía que probara a ver si podía hacer algo. Áhi 'taban, cuando sintieron unos golpes en la puerta y preguntó la niña quién era, y de fuera le contestaron:
-Somos las almas del purgatorio que venimos a decirte que hagás el trato con el mozo que vino esta mañana, que nosotros te vamos a hilar y a tejer la lana. Pero todas las noches tienen que rezar.
Bueno, al otro día la señora le hizo avisar al joven que mande el material en la cantidá que quiera para trabajarlo. Inmediatamente el joven mandó a la casa de la niña una gran cantidá de lana, montones de lana pa que hile y teja, y comida de toda clase. Él pensaba que la niña no era capaz de hacer nada.
Llegada la noche, las almas del purgatorio se presentaron en la casa de la niña, golpiaron la puerta y llevaron cada una un montón de lana para hilar y tejer, y les dijeron que ellas recen siempre por ellas.
Bueno, cuando pasó un mes, están llegando las almas con una carga de telas de toda laya pa que las entregue la niña al mozo rico.
Al otro día bien tempranito le manda a avisar que venga pa entregarle las telas. Grande jue la sorpresa del joven al ver las telas, y preguntó si quién había trabajado tantas telas y tan hermosas. Le dijeron que la niña, y áhi no más se interesó en ella.
Bueno... Pasó unos cuantos días y se presentó a buscarla pa novia porque era tan enteramente guapa. Pero ella le dijo que no podía darle ningún contesto hasta que no converse con unas cumitas que tenía.
Bueno... A la noche se presentaron las almas del purgatorio y le han dicho que acete, y que ellas la iban a ayudar, que no tenga miedo de nada.
Ya se realizó el casamiento y la niña invitó a todas las cumitas. Vinieron tres. Eran muy feas, así que al final las hizo pasar solas, a las almas, y las presentó al marido. Había una que tenía un brazo muy largo y caído. El mozo le preguntó porque tenía ese brazo así, caído y largo, y ella le dijo:
-Mi marido mi ha hecho planchar y hilar tanto, que se mi ha estirao, y se mi ha caído el brazo.
Entonce él, dandolé dinero, li ha dicho:
-Mi señora jamás en la vida va a planchar ni va a hilar paque no se le caigan los brazos.
Luego jue a ver a la segunda, que tenía los ojos salidos, y le preguntó porque tenía así los ojos. Y ella le dijo:
-Mi marido me mandaba a hacer juego y a que tejiera telas y d'eso se mi han salíu los ojos.
Entonce él, dandolé dinero, le dijo:
-Mi señora jamás va a hacer juego ni va a tejer telas.
Jue a la tercera que tenía una joroba y 'taba con las piernitas duras. Cuasi era una mitadita, no más. Y cuando el joven le dijo que porque 'taba así, ella dijo:
-Mi marido mi hacía bordar muchas telas y tenía que andar mucho al sol y al calor y se mi hizo esta joroba, y se me secaron las piernas.
Entonce el joven dijo:
-Mi señora nunca andará por el sol, ni va a bordar ni a trabajar en nada -y le dio plata pa que se juera.
Bueno, entonce las almitas le entregaron a la señora, a la madre, la plata pa que les haga decir misas. Luego se hicieron unas palomitas blancas y se jueron volando al cielo.
Y así la dejaron a la niña, que era devota de ellas, bien asegurada. Y áhi 'tará tuavía.

Edelmira Contreras, 78 años. Belén. Catamarca, 1951.

Lugareña rústica. Buena narradora.

Cuento 1026. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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