Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

La vieja y el viejo que tenían siete hijos .920

Había sido una vieja que tenía siete hijos y eran muy pobres. Sufrían mucho hasta que un día el viejo no encontrando qué hacer y cómo sostenerlos, los llevó al campo para que se mueran. Entonces el menor de todos, el shulca, había llevado un pedazo de pan y había ido soltando pedacitos de pan de trecho en trecho por el camino. El viejo los dejó allá y se volvió para la casa. Al anochecer, el menor empezó a buscar el pan y vinieron para la casa otra vez y llegaron justamente cuando el viejo y la vieja se estaban levantando. La vieja le decía al viejo:
-¿Dónde estarán mis hijos?
Y el viejo le dijo:
-Ya los estarán comiendo los jotes.
Entonces los chicos, que habían estado oyendo la conversación, dijeron:
-No, si aquí estamos.
Los viejos contestaron:
-¡Guay!, si aquí habían estao.
-Bueno -dijo la vieja al viejo, tenís que volverlos a llevar. Les demos un pedazo de pan para el camino.
El viejo los llevó a un campo más distante y el menor como era más astuto, iba tirando piedritas blancas, pero sucedió que los hermanos que iban atrás las iban juntando.
Resulta que cuando el viejo los dejó, el Shulca se puso a buscar las piedritas blancas y al no encontrarlas les preguntó a los hermanos y ellos contestaron que ellos las habían ido juntando y que ahí las tenían. Entonces dijo el shulca:
-¡Estamos perdidos!... Ya no podremos volver a la casa.
-Y se pusieron a llorar.
Cuando ya se hacía la noche, se subieron a un árbol y desde allí vieron una luz lejos. Se bajaron y se fueron siguiendo esa dirección llegando esa noche no más a la casa de unos viejos brujos que les dieron de comer y los hicieron acostar con los hijos de ellos que también eran siete y que para dormir se ponía cada uno un gorro. Después que se acostaron y cuando los viejos creían que estaban durmiendo, le dice la vieja al viejo:
-Te vas a levantar tempranito y los vas a carniar para hacer unos rellenos.
Pero el shulca que había oído la conversación se levantó, les sacó los gorros a los hijos de la bruja y se puso uno él y los otros a sus hermanitos.
Al otro día se levantó el viejo y creyendo que eran los forasteritos los que estaban sin gorro, los mató a los siete hijos. El shulca despertó a los hermanos a tiempo para disparar y no ser vistos. Cuando la vieja se levantó encontró a sus hijos muertos. Entonces el viejo se puso unas botas que servían para hacer unos trancos de siete leguas y salió a alcanzar a los siete niños. Éstos, alvertidos por el shulca, se subieron a un árbol a tiempo que llegaba el viejo pero ya no los encontró. Se acostó a descansar y se quedó dormido. Cuando vio que se durmió el viejo, bajó este niño tan entendido, y ayudado por sus hermanos, le sacaron las botas y el cuchillo al viejo, y se volvieron para la casa de la vieja, y le mintieron que los había mandado el viejo para que le lleven toda la plata, porque lo estaban por matar. Entonces la vieja les entrega toda la plata creyendolés a los chicos; para esto que todo era viveza del shulca. Entonces, como ya tenían plata, se vuelven para la casa de sus padres, que los recibieron muy contentos porque llevaban riquezas, y todavía estarán comiendo lo que había sido de los viejos brujos.

Jesús Quinteros, 66 años. San Pedro. Castro Barros. La Rioja, 1950.

Buen narrador, originario del lugar.

El cuento está reducido a su primera parte. Contiene el motivo de los gorros de dormir del cuento de la bruja y los tres hermanos.

Cuento 920. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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