Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

La vieja giganta y los niños perdidos .925

Ésta era una vieja giganta, que era bruja. Tenía esta giganta una cucha y áhi encerraba los chicos que llegaban a su casa y los hacía engordar con carne de perro. Después que 'staban gordos los sacaba y los carniaba.
Una vez, dos hermanitos, un varón y una niña, andaban perdidos en el campo y cayeron a la casa de la giganta. La giganta los tenía con engaño y los mandó a buscar leña. Se encontraron con un viejito muy anciano, y les dio una colita de quirquincho a cada uno. Les dijo que cada vez que la giganta los llamase, se pusieran esa colita güeca, de quirquincho, en el dedito gordo.
La giganta, cuando ya los había tenido un tiempo, a los chicos, los llamaba y les tocaba el dedito gordo de la mano, para ver si habían engordau como para hacer un buen asau. Cuando 'staba duro el dedito, 'taban tuavía flacos.
Los llamaba todos los días, a los chicos, y les tocaba el dedito, y siempre 'staba duro. La giganta les daba muy bien de comer, pero nunca se les ponía el dedito blando. Pasó mucho tiempo y al fin la giganta determinó comerlos flacos, no más, ya que no los podía engordar, porque tenían siempre los deditos duros. Claro que era la colita de quirquincho, que ella tocaba.
Entonces los mandó a ellos mismos a juntar la leña para hacer juego y asarlos. Cuando andaban juntando la leña, muy contentos, inocentes de lo que les esperaba, se les apareció el viejito. Ellos le dijieron que la giganta los había mandado a acarriar leña. Entonce el viejito les dijo que cuando la giganta hiciera el juego, y los mandara a soplar el juego, que la chica dijiera que no podía porque tenía una espina en la boca, y el chico que no podía porque tenía las rodillas lastimadas. Y que entonce, cuando la giganta se agachara a soplar ella, el juego, que la empujaran entre los dos, y l'echaran al medio 'el juego. Que si no l'echaban, ella los iba a comer a los dos.
Los hermanitos volvieron a la casa de la giganta bruja, y ella hizo con la leña una jogata grandota. Entonce les dijo que soplen. La niña dijo que no podía, que tenía hincada una espina en la boca, y el varoncito le dijo que no se podía arrodillar, para soplar, porque tenía lastimadas las rodillas. Entonce, la giganta enojada, se agachó para enseñarles cómo se sopla el juego, y áhi se pusieron ellos uno de un lau y otro del otro, y la pecharon, y l'hicieron cair en el medio 'el juego. Y así se salvaron ellos.
Después se les apareció el viejito, y les dijo que era Tata Dios, que había venido para protegerlos.
Así se salvaron los dos hermanitos y se quedaron a vivir en la casa de la giganta que era muy rica.

María Angélica Lucero, 21 años. La Carolina. San Martín. San Luis, 1939.

La narradora, campesina, trabaja como criada.

Variante del cuento tradicional; faltan motivos.

Cuento 925. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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