Una
señora criaba en su casa a una sapita a quien llamaba Isabela. La
sapita cantaba muy bien, y cierta vez, al pasar cerca, de allí tres
hermanos, escuchan su canto y se enamoran. El mayor llega hasta la
puerta y golpea. Es atendido por la señora, a quien pide conocer a
la dueña de tan bella voz, para casarse con ella. La señora llama a
la sapita Isabela y la sapita dá un saltito y llega hasta la puerta.
El joven al verla se desilusiona y se va. Lo mismo le ocurre al
segundo. Por fin, el menor, que también quiere conocerla como sus
hermanos, pide a la señora que se la deje ver. Este joven no se
desencanta y le pide a la señora, la sapita Isabela para llevarla y
casarse con ella. La dueña dice que bueno, y el joven se va con la
sapita.
Después
de recorrer largos caminos se acercan a una laguna. Al llegar a la
laguna la sapita se tira al agua, y cuál no sería la sorpresa del
joven al ver salir del agua a la sapita convertida en una hermosa
niña, vestida con vestido de oro y de perlas.
Petronila
Palacios, 78 años. Colonia 3 de Abril. Bella Vista. Corrientes,
1950.
La
narradora dice que aprendió el cuento de la abuela, que era más
largo, pero que ella ha olvidado algunas partes. La narradora es
semiculta.
Cuento
970. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
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