Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

La princesa que rompia todas las noches siete pares de zapatos .866

Había un rey que tenia una hija y la hija se llamaba Filomena. El Rey quería saber qué hacía su hija en la noche, porque todos los días amanecían en el cuarto de la Princesa siete pares de zapatos rotos. Ni el Rey ni la Reina podían descubrir qué hacía a altas horas de la noche. No sabían a qué hora salía ni a qué hora volvía, por más que la vigilaban, y áhi 'taban los siete pares de zapatos gastados de que ella los usaba.
Entonces el Rey decretó que el hombre que descubriera qué hacía su hija a esas horas, se la daba en matrimonio, sin mirar calibre.
La Princesa era muy linda y vinieron en seguida mozos de todos lados. Primero vinieron príncipes y mozos ricos, y después hasta piones y esclavos, de todo, y no se pudo saber, por más que se desvelaban, qué hacía la Princesa a altas horas de la noche. Esto se llenó por todo el mundo, lo que decía este decreto. El Rey en su decreto aumentó la curiosidá de todo el mundo. Llegó esto hasta el fin del mundo. Muchísimos venían pero no descubrían qué hacía la   Princesa. El que se presentaba y no adivinaba, le cortaban la cabeza. Ésta era la condición que ponía el Rey, y palabra de rey no puede faltar. Y ya eran muchísimos los que habían muerto.
Había una señora viuda y pobre, que tenía un hijo muy güeno y muy ardiloso. Un día, este hijo se enteró de la noticia de que el Rey daba la hija en matrimonio al que adivinara qué hacía de noche, y le dijo a la madre:
-Mama, yo me voy a ir a ver si adivino y vuelvo casado con la Princesa Filomena.
Como toda madre, se desesperó conociendo el peligro que corría el hijo. Eso la hizo entrar en mucho apuro y le dijo al hijo:
-Pero, dónde vas a ir, hijo, que el Rey te va a matar. Si naide puede adivinar, hijo, cómo te vas a exponer de gusto. Qué voy hacer yo sola si a vos te matan.
Pero él dijo:
-Me voy y me voy, y ya va ver que adivino -y así tuvo que ser.
Este mozo ensilló su cabaíto y dispuso el viaje, y se jue.
Después de muchos días de camino llegó al lugar ande vivía el Rey. En las orías del pueblo llegó a la casa di una viejita que vivía sola en un ranchito. Taba tostando máiz, la viejita. Lu hizo pasar a la cocinita y lo convidó con máiz tostau y mate. Y áhi en conversación, le preguntó:
-Mama vieja, ¿qué noticias se corren por acá?
-Y, la noticia qui hay, hijo, es que el Rey ha echau un decreto dando en matrimonio la Princesa al que adivine adónde va todas las noches pa romper siete pares de zapatos. Naide lo adivina hasta el presente. Y ya li ha echo cortar la cabeza a muchos mozos, el Rey.
-¿Y cómo se puede hacer, mama vieja, para adivinar?
Entonce la viejita le dijo que le iba a dar una virtú para que se haga hormiguita, y si haga invisible tamén, y que le iba a decir cómo tenía qui hacer. Le dijo que cuando llegue al palacio lo iban a llevar a la presencia del Rey y que esa noche lo iban a llevar a la puerta del cuarto de la Princesa. Que cuando la Princesa lo convide con un vaso de vino no lo tome porque es pa que se duerma. Que si haga el que lo toma y que lo bote con disimulo. Le dio un gallo pa que lo ponga en un rincón. Y le dijo que cuando el gallo cante, que es a las doce de la noche, diga: «Por la virtú que Dios me dio que me haga una hormiguita, la más chiquita del mundo». Que áhi se iba a convertir en una hormiguita y que se meta por el aujero de la puerta al cuarto de la princesa. Que la Princesa s'iba hacer un pájaro, y que muy ligero, se le suba por las plumas de la cola y que así iba a ver qué hacia y adónde iba.
Y al otro día temprano, se jue el mozo, y la viejita l'echó la bendición.
Cuando este joven llegó al palacio y dijo a lo que iba, lo llevaron a la presencia del Rey. El morro le dijo que él iba a adivinar qué hacía la Princesa. Entonces el Rey le dijo:
-¿Vos sabís mi decreto?
-Sí, mi Sacarrial Majestá. Entonce el Rey le dijo:
-Te veo muy ladino, pero tenís que saber que si no adivinás entre las veinticuatro horas, ti hago cortar la cabeza.
-No tengo miedo, mi Sacarrial Majestá -le contestó el mozo, y le pidió permisio para tener el gallo.
-¡Cómo no! -le dijo el Rey.
A la noche lo llevaron a la puerta del cuarto de la Princesa adonde tenía que vigilar. Al gallo lo puso en un rinconcito, disimulado. Ya vino la Princesa y li ofertó un vaso de vino. Él se quedó con el vaso haciendosé el que lo tomaba y ella se entró al cuarto y s'echó llave. Él botó el vino porque era pa hacerlo dormir. Eso les daba a todos los mozos, la Princesa. A las doce cantó el gallo. El mozo se transformó en una hormiguita chiquita y se metió en el cuarto de la Princesa por el aujero de la llave. En ese mesmo momento, que eran las doce justas, la Princesa se desnudó entera, se bañó en una agua muy clara -esto 'tá viendo l'hormiguita. Después de ese baño ella sacó de una cómoda una untura blanca y principió a ponerse por todo el cuerpo. Después sacó una untura negra y se puso encima de la untura blanca. Después de eso se revolcó en un montón de plumas y se volvió pájaro. Después que 'tuvo así, ensayó unos saltos. Áhi l'hormiguita se le prendió de las plumas gruesas de la cola. Entonce el pájaro salió por una puerta falsa que ni el mismo Rey conocía.
Empezó a volar y a volar, y llega después a un riyo di aguas de brillantes, y le dice:
-Adiós riyo di aguas de brillantes.
Y el riyo le contesta:
-Adiós Princesa Filomena y Dios la guarde de su compaña.
Entonce la Princesa mira para todos lados y como no ve nada dice:
-Éste riyo 'tá loco, si nu hay naide aquí.
Llega a un gran pedregal que era todo de perlas y le dice:
-Adiós pedregal de perlas.
Y el pedregal le contesta:
-Adiós Princesa Filomena y Dios la guarde de su compaña.
Entonce ella mira, y como no ve nada, dice:
-Este pedregal 'tá loco, si nu hay naide.
Llega a unos árboles que tienen las hojas de plata y los frutos di oro y les dice:
-Adiós árboles de hojas de plata y frutos di oro.
-Adiós Princesa Filomena y Dios la guarde de su compaña.
La Princesa más intrigada miró para todos lados y como no ve nada, siguió no más. Cuando ya pasó esto, llegó a los confines del mundo adonde había una Salamanca. Entró la Princesa y se hizo persona. Áhi 'taban demonios y brujas. Había muchas niñas como la Princesa, cual de todas más linda. La Princesa bailó tanto, que a cada momento se tenía que cambiar los zapatos, hasta que rompió los siete pares qui había llevado -que todos los días se mandaba hacer siete pares nuevos-. Ya cuando 'taba por aclarar, si acabó el baile, y todos se apuraron a salir de la Salamanca. Áhi empezó a desvestirse la Princesa, y en eso se le cayó un pañuelito que tenía con las letras de su nombre y se lu agarró l'hormiguita. Como 'taba tan apurada, lo dejó de buscar, y s'hizo pájaro otra vez y se voló. La hormiguita iba prendida. Cuando pasó por los árboles les dijo:
-Adiós árboles de las hojas de plata y de los frutos di oro.
-Adiós Princesa Filomena y Dios la guarde de su compaña.
La Princesa miró para todos lados y no vido nada.
Cuando pasó por el pedregal, dijo:
-Adiós pedregal de perlas.
Y el pedregal le contestó:
-Adiós Princesa Filomena y Dios la guarde de su compaña.
Miró para todos lados y no vido nada. Cuando llegó adonde 'taba el riyo le dijo:
-Adiós riyo di agua de brillantes.
Y el riyo le contestó:
-Adiós Princesa Filomena y Dios la guarde de su compaña.
Miró para todos lados y no vido nada, pero le quedó la idea de que el riyo, el pedregal y los árboles li habían dicho que se cuidara de su compaña.
El joven, cuando volvieron al cuarto de la Princesa, salió otra vez por el aujero de la llave y se hizo cristiano otra vez.
Al otro día, cumplidas las veinticuatro horas, tenía que presentarse a decir lo que sabía, de la Princesa. Naide créiba que iba a adivinar.
Ya vino toda la gente para ver qué pasaba. 'Taba aquello que se venía abajo. El Rey se réiba lo que vía la facha del mozo, la pellejadura del qu'iba a saber más que todos los príncipes qui habían venido de todas las partes del mundo. Entonce él dice:
-Aquí 'toy Sacarrial Majestá. 'Toy dispuesto a decir todo lo que sé.
'Taban todos esperando que lo manden a matar no más. Tamén 'taba presente la Princesa. Entonce él dice:
-La Princesa, después de las doce de la noche, se desnuda, se baña en agua clara, se da friegas con una untura blanca, después con una untura negra, se revuelca en un montón de plumas y se vuelve pájaro. Sale despacito por una puerta secreta. Pasa por un riyo de aguas de brillantes, por un pedregal de perlas, y por los árboles de hojas de plata y frutos di oro. Va a los confines del mundo adonde hay una gran Salamanca. Ahí se trasforma en cristiano. Baila hasta la madrugada con demonios, brujas y otras niñas como ella, muy lindas y lujosas, y rompe siete pares de zapatos sin descansar. Cuando quiso aclarar, todos los que bailaban en la Salamanca salieron disparando. La Princesa se sacó los trajes lujosos que usaba y se puso las unturas pa volverse pájaro. Áhi se le cayó el pañuelo con su nombre, y aquí 'tá. Cuando pasamos por el riyo, el pedregal y los árboles, le contestaron el saludo diciendolé: Adiós Princesa Filomena y Dios la guarde de su compaña. Eso era porque ellos me vían, pero yo iba invisible en las plumas de la Princesa. Después vino a su cuarto y yo salí por el aujero de la puerta y me hice cristiano otra vez. Y aquí 'toy pa casarme con ella.
Entonce la Princesa dijo que era cierto todo y que con eso se acababa el mal, el mal qui unas brujas li habían hecho, y que ella agora iba a ser libre y podía vivir como todos los cristianos. Y que había qui agradecer a ese joven qui había síu ayudado por una mano santa.
Todo el mundo se quedó muy sosprendido de la hazaña de este joven. El Rey dijo que se tenía que casar con la Princesa aunque juera pobre, que palabra de Rey no puede faltar.
Se casaron y hicieron grandes fiestas. Yo 'tuve tamén en la fiesta y después me vine pa mi rancho.

Juana Salazar, 70 años. El Zapallar. Ayacucho. San Luis, 1932.

La narradora, campesina originaria del lugar, es una de las pocas alfareras de la región.

Cuento 866. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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