Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

La princesa que no sabía reir .1087

Había una vez un padre que tenía dos hijos. El más grande, al cumplir veinte años, pide licencia al padre para ir a rodar tierra. Le dan la santa bendición y se fue.
Después de andar mucho llegó a un rancho donde vivía una viejita. Da los buenos días y se apia. Lo convida a pasar, la viejita.
Mas, en seguida lo convida a comer una mazamorrita chulla con un pedazo de tortilla, hecha con cuajada de cabra.
Conversando con la viejita le dice que él andaba buscando trabajo. Entonces le dice la viejita que en el castillo había trabajo, que el Rey había suelto un bando, en donde decía que quien lograra hacerla reír a la Princesa o sea a la hija del Rey, se casaría con ella.
Entonces, lleno de ambición, sin escuchar más a la viejita, la abandona, sin despedirse, y sale camino al castillo después de haberlo comido al almuerzo y sin decirle un Dios se lo pague, del gran favor que le hizo.
Llega al castillo, pide hablar con el Rey. El Rey lo hace pasar y le explica el mozo la misión que llevaba. Entonces la llaman a la Princesa, y éste, no sabiendo qué decirle, se calla. Entonces la Princesa se enoja y lo echa del castillo.
Sigue rodando tierras.
Volvamos a la casa del mozo que se fue. Ahora quiere irse el shulco. Sus padres le dan la bendición y se va por el mismo camino del otro mozo. Llega a la casa de la viejita después de mucho dudar. Saluda y la viejita lo convida a apiarse, y él le dice:
-Mama vieja, ¿no tiene algo para comer?
Y la viejita le dice que sí. Le convida mazamorra con tortilla, como al primer mozo. Come un poquito y le deja para la viejita. Luego conversan qué misión lo llevaba. Y la viejita le dice que en el castillo había trabajo. Pero le aconseja que le regale unas flores, que al verlas la Princesa sonreiría, y ya ganaría la apuesta, y él se casaría con la Princesa.
Se despide el shulco de la viejita, diciendolé que Dios se lo pague y le pide la bendición, diciendolé:
-La bendición, mama vieja.
-Que Dios le dé su gracia, hijo -le contesta la anciana.
Se va al castillo y hace todo lo que le dijo la viejita. Le llevó a la Princesa unas flores que le dio la viejita, y como no se pensaba eso la Princesa, se sonrió al ver la inocencia del mozo. Entonces, palabra de Rey no puede faltar, el Rey ordenó que se haga una gran fiesta y que se case la Princesa con este mozo. Se casa el mozo y lo primero que hace es llevar a la viejita al castillo. Después a sus padres, y viven todos felices.
Como era un hijo tan bueno con sus padres, Dios lo premió.
Y yo me vine por un portillo y salí por otro, para que usted me cuente otro.

Juan Vega, 70 años. Divisadero. La Paz. Catamarca, 1951.

Buen narrador.

Cuento 1087. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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