Había
una vez un padre que tenía dos hijos. El más grande, al cumplir
veinte años, pide licencia al padre para ir a rodar tierra. Le dan
la santa bendición y se fue.
Después
de andar mucho llegó a un rancho donde vivía una viejita. Da los
buenos días y se apia. Lo convida a pasar, la viejita.
Mas,
en seguida lo convida a comer una mazamorrita chulla con un pedazo de
tortilla, hecha con cuajada de cabra.
Conversando
con la viejita le dice que él andaba buscando trabajo. Entonces le
dice la viejita que en el castillo había trabajo, que el Rey había
suelto un bando, en donde decía que quien lograra hacerla reír a la
Princesa o sea a la hija del Rey, se casaría con ella.
Entonces,
lleno de ambición, sin escuchar más a la viejita, la abandona, sin
despedirse, y sale camino al castillo después de haberlo comido al
almuerzo y sin decirle un Dios se lo pague, del gran favor que le
hizo.
Llega
al castillo, pide hablar con el Rey. El Rey lo hace pasar y le
explica el mozo la misión que llevaba. Entonces la llaman a la
Princesa, y éste, no sabiendo qué decirle, se calla. Entonces la
Princesa se enoja y lo echa del castillo.
Sigue
rodando tierras.
Volvamos
a la casa del mozo que se fue. Ahora quiere irse el shulco. Sus
padres le dan la bendición y se va por el mismo camino del otro
mozo. Llega a la casa de la viejita después de mucho dudar. Saluda y
la viejita lo convida a apiarse, y él le dice:
Y
la viejita le dice que sí. Le convida mazamorra con tortilla, como
al primer mozo. Come un poquito y le deja para la viejita. Luego
conversan qué misión lo llevaba. Y la viejita le dice que en el
castillo había trabajo. Pero le aconseja que le regale unas flores,
que al verlas la Princesa sonreiría, y ya ganaría la apuesta, y él
se casaría con la Princesa.
Se
despide el shulco de la viejita, diciendolé que Dios se lo pague y
le pide la bendición, diciendolé:
Se
va al castillo y hace todo lo que le dijo la viejita. Le llevó a la
Princesa unas flores que le dio la viejita, y como no se pensaba eso
la Princesa, se sonrió al ver la inocencia del mozo. Entonces,
palabra de Rey no puede faltar, el Rey ordenó que se haga una gran
fiesta y que se case la Princesa con este mozo. Se casa el mozo y lo
primero que hace es llevar a la viejita al castillo. Después a sus
padres, y viven todos felices.
Juan
Vega, 70 años. Divisadero. La Paz. Catamarca, 1951.
Buen
narrador.
Cuento
1087. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
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