Para
saber y contar y contar para saber.
Entonce
una bruja tenía una hija que no era muy linda y entonce por envidia
la encantó, la transformó en una pelada leprienta. Pelada con
lepra, fea, fea, fea...
La
madre de pena se enfermó y murió. Pero, al morir le entregó a la
chica un anillo con una virtú, que al verse ella en una necesidá
podía pedir al anillo lo que quisiera y que se lo iba a conceder.
Después
de muerta la madre, la chica salió a rodar mundo, buscando trabajo
para poder sustentarse y vestirse.
Caminó
días y días y días, hasta que llegó al palacio de un Rey. Al
verla el Rey por tan fea no quería darle trabajo, pero ella le rogó
hasta que la empleó para que cuidara los patos.
La
chica tenía que llevar los patos todos los días a una laguna. La
pelada cumplía todo lo que le mandaban y se ganó la voluntá del
Rey y de la Reina, menos del hijo. El hijo adonde la veía le daba
coscachos, puntapiés, o con una varilla o con lo que tenía le
pegaba. La Reina la quería porque en los momentos que tenía
desocupados le bordaba, hilaba y hacía primores en trabajos.
La
Reina dudaba al verla hacer cosas tan finas, de que fuera una pobre
chica. Y siempre le preguntaba pero la chica le negaba siempre y
decía que al padre no lo había conocido y que la madre había
muerto y la había dejado solita.
La
chica era muy educada y así pasó muchos años en el palacio y así
ella seguía haciendo siempre muy bien su trabajo.
Y
una vez a la orilla de la laguna, le pidió al anillo que la
trans-formara como era ella, en una princesa. Y que si antes, había
sido linda, que fuera más linda. Y se transformó en una niña
hermosa.
Y
se puso a bailar a la orilla de la laguna, cuando se vio tan linda y
tan bien vestida. Y la casualidá que el hijo del Rey que andaba
cazando fue a pasar por ahí. Y la vio y se enamoró perdidamente de
ella. Pero ella se escondió entre unos montes y se volvió a
transformar en la pelada. Entonces él llegó donde estaba y le
preguntó si había visto a esa preciosíma niña bailando. Y ella le
contestó que no. Entonces él le dijo:
Y
entonces el joven fue y le contó al Rey y a la Reina que había
visto una niña muy hermosa y que se le había perdido en el monte. Y
salió con toda la gente a buscarla y no la encontró por ninguna
parte y no encontró ni la huella. Y dijo que en la forma de la cara
se parecía en algo a la Pelada.
Y
todos decían que el joven había visto una visión, y él decía que
no y no. Y decían todos que estaba loco el Príncipe. Y él
aseguraba que la había visto, que era una persona de carne y hueso.
Y en realidad la había visto.
Y
pasaron varios días y el Príncipe siempre andaba por donde había
visto a la niña. Pero no salía más la niña. Entonces la Reina y
el Rey dijeron que lo mejor era hacer una fiesta y invitar a toda la
población para ver si por ahí andaba la niña. Entonces le dijeron
al mayordomo del palacio que organizara una fiesta y invitara a toda
la población de cincuenta leguas a la redonda.
Llegado
el día de la fiesta empezaron a llegar a la fiesta todas las niñas
y los mozos. Y todos por embromar a la Pelada le dijeron si no iba a
ir a la fiesta. Y ella decía que cómo iba a ir como era ella y
estaba sin ropa. Y el Príncipe también le decía que si no iba a ir
a la fiesta, por embromarla. Y le decía:
Y
esperó hasta que todos se fueron a la fiesta, hasta los últimos
empleados. Entonces se encerró en una pieza y le pidió al anillo
que la transformara en la princesa que era, con un traje hermoso y un
carruaje mejor que todos los que había, y que pudiera ir a la
fiesta.
Entonces,
todo lo que ella pidió se lo concedió el anillo. Y entonces, muy
contenta, se fue a la fiesta.
En
cuanto llegó a donde la fiesta, el Príncipe corrió ande estaba
ella. Y les dijo a los padres que vieran que no era cuento lo que él
decía. Y corrió y la atendió toda la noche y no quiso saber más
de nadie.
El
Príncipe siempre decía que esa Princesa tenía parecido con la
Pelada, y les decía a los padres. Cuando él le decía eso a la
Pelada, la Pelada le decía:
Y
él decía que cómo iba a tener esos nombres. Y ella le decía que
qué culpa tenía que le hubieran puesto ese nombre. Como ella era
muy inteligente le decía eso; se vengaba lo que él le hacía. Pero
ella también estaba enamorada del Príncipe. La madre, al morir, le
dijo que el encantamiento se le iba a terminar si ella se casaba con
un príncipe.
Llegada
una cierta hora, ella le dijo que se tenía que retirar de la fiesta.
Él no quería que se retirara. Pero ella le dijo que como la fiesta
duraba tres días, ella iba a volver los tres días. Entonces él le
dijo como prueba de cariño que él quería que se casara con él, y
que la iba a dar un anillo que era recuerdo de su madre.
Y
quería que ella le diera algo a él, pero ella le dijo que no.
Consintió en que se fuera y le dio el anillo.
El
Príncipe estaba muy contento. Para contarle lo que le había
sucedido, a la Pelada, se fue a golpearle la puerta de la pieza. Y la
Pelada apenas tuvo tiempo de llegar y de transformarse. Entonces él
le dijo:
-Patín,
patín,
el
hijo de mi amito se muere por mí.
Y
él la oyó y la comenzó a espiar, pero no le dijo nada.
Y...
a la otra noche volvieron a realizar la fiesta, y ella no quiso ir
más porque temía que la descubrieran.
Y
entonces el Príncipe se puso muy triste. No comió, no bailó, y
estaba arrepentido de haberla dejado ir. Y ya llegó la última noche
de la última fiesta. Entonces el Príncipe sintió tanta pena que se
enfermó.
Y
la madre estaba desesperada, no sabía qué le podía dar. Y la
Pelada salía al campo todos los días y cantaba:
-Patín,
patín,
el
hijo de mi amito se muere por mí.
Él
le decía a los padres que la encontraba parecida a la Pelada y que
él se quería casar con la Pelada.
Entonces
la Reina la llamó a la Pelada y le dijo que si el Príncipe se
quería casar con ella, que ella le pidiera tres cosas imposibles. Y
así fue. El Príncipe ciegamente se quería casar con ella. Y ella
le dijo que cómo se iba a casar con ella que era una sirvienta, y
que era leprienta. Pero a él nada le importaba. Entonces le dijo que
si él le insistía tanto, ella le iba a pedir tres cosas imposibles,
que si se las traía se casaba con él. Y él le dijo que bueno, que
le pidiera lo que quisiera. Ella le dijo que le comprara un vestido
que tuviera el cielo estrellado.
El
Príncipe se preparó en seguida y recorrió todas las tiendas y no
encontró nada. Cuando volvía al palacio, muy triste y desesperado,
en un rancho de mala muerte vio el vestido arriba del techo. Y verlo,
comprarlo y llevarseló a la Pelada fue todo una. Se vino con el
vestido y se lo dio. La Peladita se puso muy contenta, pero le dijo:
-Bueno
voy a pedirle la segunda cosa imposible. Quiero que me compre un
vestido que tenga el sol y la luna.
El
Príncipe le dijo que eso sí era una cosa imposible. Y ella le dijo
también era imposible que ella se casara con él.
Él
salió enseguida a recorrer todas las tiendas de su reino y de los
reinos vecinos. Y nada encontraba. Y ya venía de vuelta muy triste y
desilusionado, cuando en otro rancho divisó el vestido y se le llenó
el corazón de alegría. Y compró el vestido y se fue al galope a
llevárselo a la Pelada. Y ella estaba muy contenta y se lo
agradeció, pero le dijo que le faltaba la última mercé:
Y
él le dijo que ella quería que él se muera, que ese era un pedido
imposible, que los otros vestidos casi le habían costado la vida.
Pero que él iba a salir a buscarlo por cielo y tierra, aunque
muriera por darle el gusto.
Se
volvió a preparar para recorrer las tiendas de los reinos más
lejanos porque en todo lo que había andado no había visto. Volvía
más triste y desencantado que nunca, cuando vio el vestido con
pajaritos cantando y campanitas repicando en el tejado de un rancho.
Y lo compró por lo que le pidieron. Y ya llegó al palacio más
contento que niño con zapatos nuevos. Entonces le dijo a la niña
que él había cumplido y que ella se tenía que casar con él. Y
entonces ella le dijo:
Entonce
se quedó muy pensativo. Entonce él enfermó. Entonce la seguía y
la hacía seguir con toda la corte a la niña. Ella se quedaba a la
orilla de la laguna y no se transformaba por nada.
Y
entonces cuando el Príncipe estaba tan grave, tan grave que los
médicos creían que se moría, la Pelada fue y le dijo a la Reina
que si quería que ella le hiciera una tortita. Le dijo primero que
no, y después que sí.
La
niña hizo una tortita y le puso el anillo y la cruzó en cruz, de
modo que al partir la tortita saliera el anillo.
Y
le llevaron la tortita al Príncipe y al partir la tortita saltó el
anillo. Y él gritó de alegría y dijo que aunque se cayera el mundo
y perdiera el reinado que él se casaba con la Pelada.
Entonce
la Reina dijo antes que se muriera el hijo, que se casara con la
Pelada. La Reina le dijo que se preparara para casarse con el
Príncipe.
Y
entonce ya hablaron al cura y al sotacura y a los jueces y a toda la
gente de la corte. Se querían morir todos y también el Rey.
Y
la dejaron en su pieza y le entregaron todo lo mejor que tenía. Y la
Reina le llevó una peluca para que no saliera tan fea. Pero al gato
salió la pelada hecha una niña preciosa, que había ido a la fiesta
y como era. Todos se quedaron asombrados y entonces la Pelada le
reveló a la Reina que ella era una Princesa y que por un
encantamiento de una bruja se había transformado en una pelada
leprienta, pero que el día que se casara con un príncipe se
terminaría ese encantamiento y así era.
Entonces
se pusieron todos muy contentos. Los príncipes se casaron y fueron
muy felices y comieron perdices. Duró la fiesta muchos días.
Y
se acabó el cuento. Pasó por un zapato roto y una mata de porotos,
para que la concurrencia cuente otro.
Celia
Álvarez de Casado, 51 años. Ranquelcó. Neuquén, 1954.
La
narradora pertenece a las más antiguas familias de Neuquén. Oyó
contar este cuento a doña Feliciana Barriga, de 90 años, en 1938,
nativa de Ranquelcó.
El
cuento es una variante del cuento clásico.
Cuento
1053. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 072
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