Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

La palomita .989

Era una niña que le gustaba mucho jugar a las muñecas. Un día la madre la manda a esta niña que vaya a buscar agua. Cuando la niña viene de vuelta encuentra que un pájaro grandote le lleva la muñeca más linda que tenía. Ahí no más deja el balde con agua y lo sigue. Y se va no más. Sigue días y días por los campos. Ya ha caminado mucho, cuando encuentra una casita sola, en el medio del campo. Entonces llega y dice:
-¿Qué hago acá?
Se pone a arreglar todo en la casita y a hacer de comer. Cuando siente que llega alguien, corre y se escuende abajo de una batea. Eran ya las doce y llegan dos jóvenes.
Llegan los jóvenes y ven la comida hecha. Entonces dicen:
-¿Quién habrá venido a hacerlos de comer?
Empiezan a buscar y ven un trapito rosa que sale de abajo de la batea. Levantan la batea y encuentran una niña muy linda. Entonce la niña les cuenta cómo se había perdido y había venido a dar áhi. Y de ese momento trataron de respetarla y le pidieron que se quedara y fuese como una hermana para ellos.
Se quedó la niña, y los cuidaba a ellos como hermanos y ellos la querían como a una hermanita menor. Eso sí, le recomendaron que por nada del mundo le fuera a pegar a un gato negro que tenían en la casa. Le dijeron que si le pegaba a ese gato, le iba a apagar el fuego, y que iba a tener que ir a pedir fuego a la casa de una vecina que era bruja.
Un buen día, la niña se enoja con el gato porque todo le comía, que era muy dañino este gato. Se olvida ella de la recomendación de los hermanos, y le pega. El gato, en un descuido, va y le apaga el fuego. La niña no tenía fósforos y se fue a pedir fuego a la casa de la bruja.
La hija de la bruja, que era una chica como ella, le da fuego. Le dice que tenga mucho cuidado, que no la vea la madre porque la va a comer, y le da un peine y un puñado de ceniza, y le dice:
-Si madre te llega a ver, te va a comer, y si te llega a alcanzar, tirale con esto, para que no te haga nada.
La niña se va, pero en seguida no más, llega la bruja y dice:
-¡Puf! ¡Puf!, olor a carne humana, ¿quién ha venido?
-Nadies -que le dice la hija.
La bruja se da cuenta que ha estado alguien y la sigue al rastro, a la niña. Ya cuando la alcanza, ella le tira el peine. Se hace un pencal muy grande, que no puede pasar la bruja. Tanto orilló, que al fin pudo pasar. La siguió a la niña, y ya la alcanzó otra vez. La niña, entonces, le tira la ceniza, y se vuelve una neblina que no se ve nada. No podía pasar la bruja ni sabía por dónde agarrar, pero al fin pasó.
Mientras tanto la niña llega a las casas y se encierra en una pieza. La bruja llega, la quiere convencer para que salga la niña y lo que ve que ésta no le atiende, va para atrás de la casa y por áhi orina. De áhi nace un cebollar muy lindo. Al fin se va la bruja.
Cuando la niña se dio cuenta que no tenía ningún peligro, sale. Hace fuego y hace el almuerzo. En eso que 'taba esperando que lleguen los mozos, va para atrás de la casa y encuentra un cebollar lindísimo. Y es que dice:
-¿Cómo no me habrán dicho mis hermanos que acá hay un cebollar para sopa?
Corta ella unas plantas y le echa a la comida.
Vienen los jóvenes a almorzar. Se ponen a comer, y a la primera cucharada que prueban se vuelven bueyes. La niña no sabe qué hacer. Se asusta y llora, y dice que sus hermanitos se han vuelto bueyes.
Poco a poco la niña se va acostumbrando a ver a sus hermanitos así. Los cuida de toda forma y los saca al campo y los lleva al agua, y a las doce, al reposo, debajo de los árboles o de la galería de la casa.
Un día está cuidando los bueyes en el campo, y la ve un campero, y se le llega y le pregunta:
-Señorita, ¿qué anda haciendo?
Ella le contesta:
-Yo ando cuidando estos bueyes, que son mis hermanitos.
Entonces el campero, cuando llega al palacio del Rey, le conversa al Rey que ha visto una niña tan bonita como no hay otra, y que anda cuidando en el campo a unos bueyes que son sus hermanos.
El Rey mismo fue a ver a esta niña y se enamora de ella. Le dijo que se quería casar con ella. Y ella le dice que sólo se casa con la obligación de que tiene que llevar sus bueyes y cuidarlos muy bien. Y él dice que cómo no.
Se casó la niña con el Rey, y al año tuvo un niño varón.
El Rey tiene en el palacio una sirvienta criada, que era la que cuidaba a su señora, la Reina, y al niño. Con ella la dejó el Rey a la Reina una vez que tuvo que irse por unos meses de viaje. Esta criada le tenía mucha envidia a la Reina porque era tan bonita y porque se había casado con el Rey. Esta sirvienta era bruja.
Ya cuando quedaron solas, que le dice la criada del Rey a la Reina, que si quería que le revisara la cabeza. Ella le dice que no, pero al fin, tanto le insiste, que le dice que bueno. En eso que le 'taba revisando la cabeza le clava en la cabeza una alfiler con una palomita, y la Reina se hace una palomita y sale volando.
Vuelve el Rey y no encuentra a la señora. La criada se acomoda con la ropa y con todo lo que era de la señora y lo engaña al Rey, que era ella la Reina. Y al fin se consintió el Rey y creyó que su señora de dijustada con la criada que se había ido, 'taba así, tan distinta y fea.
Un día 'tá el campero regando las plantas, y se asienta una palomita y le pregunta:
-¿Qué hace el Rey?
-Áhi 'tá haciendo y deshaciendo con su mujer.
-¿Qué hace el niño?
-El niño 'stá en la cuna.
-¿Y los bueycitos?
-Los bueycitos 'stán llevando cal y canto para el palacio del Rey.
Y entonces la palomita, muy triste, se voló.
Entonces el campero le dice al Rey que ha venido una palomita y le ha hecho estas preguntas. Entonces el Rey, muy intrigado, le ordena que le ponga pega.
Viene al otro día la palomita y le hace las mismas preguntas al campero. Cuando se quiere volar, dejó un zapatito pegado. Más intrigado, el Rey, le ordenó al campero que le ponga más pega.
La palomita vino, al otro día, le hizo las mismas preguntas, y cuando se voló dejó otro zapatito pegado.
Al día siguiente ordenó el Rey al campero que le ponga más pega. Y el campero puso mucha pega, y cuando vino la palomita y se quiso volar, no pudo, se quedó pegada. La agarró el campero y se la llevó al Rey.
La criada que se enojaba muchísimo porque el Rey tocaba ese bicho cochino, pero el Rey no le hacía juicio.
'Taba el Rey acariciándolé la cabecita a la paloma y áhi le encuentra una alfiler clavada. Se la saca, y en el momento se vuelve la esposa de él. Lo abraza y corre adonde están el niño y los bueyes.
Ya se entera el Rey de cómo ha pasado todo, y ordena, enojado, que encierren los potros más malos que haiga, y que aten a la criada en las patas de los animales para que la maten, por la hazaña que había hecho con la Reina.
Y la ataron a la criada a cuatro potros. Los potros la despedazaron a la criada.
Y el Rey se quedó a vivir muy contento con la señora y el hijito.
Y así termina el cuento.

Magdalena Bastilla de Muñoz, 23 años. El Durazno. San Luis, 1939.

Aprendió el cuento de la madre, excelente narradora. Ha concurrido a la escuela primaria.

Cuento 989. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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