Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

La palomita .983

Había una viejita que tenía una chica, y eran muy pobres. Cierto día le dice la chica a la viejita:
-Mamita, yo me voy a ir a rodar tierras. Ya ve, somos tan pobres...
La viejita le contestó:
-Qué vas a ir hijita, sos tan chica.
-Yo me voy -dijo la chica.
Al otro día bien temprano emprendió viaje. Caminó todo el día. Al llegar la noche tuvo miedo y no hallaba qué hacer, si volver a la casa o no. Se acurrucó en un tronco de un árbol y se quedó dormida. Al otro día, al despertarse, se subió en el árbol para divisar a dónde podía dirigirse y vio un humito muy lejos. Resolvió dirigirse allá, y una vez que llegó encontró una casa en la que no había gente, pero sí había de todo. Entonces ella pensó hacer la limpieza, la comida... hasta que llegasen los dueños. Cuando ya estuvo todo listo oyó rumores de que venía gente; entonces ella se escondió debajo de una batea sin notar que había dejado a la vista un pedazo de su vestido.
Llegaron tres hermanos, que eran los que vivían en la casa. Se sorprendieron al ver que todo estaba limpio, la mesa puesta y la comida preparada. Dijo uno de ellos:
-¡Dios mío!... Es Dios quien nos ha mandado todo esto.
Y contestó uno de los hermanos:
-No, tiene que haber venido gente aquí.
Luego se pusieron a buscar por todos lados, y en la cocina, el menor de todos vio el pedazo de vestido y al levantar la batea se dio con la chica. Entonces expresó a sus hermanos que como él la había encontrado iba a ser su esposa, a lo que los hermanos contestaron que no, que la tratarían como a una hermanita para que ella los atienda y que ellos la iban a cuidar. Así pasaron felices mucho tiempo, y un día le dijeron los hermanos a la niña que se iban a ir al bosque a cortar madera y lo único que le encargaban era que no le mezquine la comida al gato porque sinó se vería en trabajos.
Cuando estuvo la niña cortando la carne, el gato le pedía, y la niña le dio bastante carne y como no se llenaba, fastidiada, le pegó al gato. Éste fue a la cocina y le orinó el fuego y se lo apagó. Afligida porque no tenía cómo cocinar se subió encima de la casa para ver a dónde podía ir a buscar fuego, porque no tenía fósforos. Entonces vio un humo muy lejos y resolvió ir allá. Se fue rápidamente. En partes corría, hasta que llegó a una casa. Golpió la puerta y salió una niña, quien al verla le dijo:
-¿A qué has venido a esta casa? Mi madre es bruja. Te va a comer, pero en este momento no está.
En seguida le dio el fuego, una tijera y un peine, encargandolé que se fuera rápido y le dijo:
-Porque mi madre te va a buscar. Cuando te vaya alcanzando, largale las tijeras, después el peine.
No tardó mucho que se fue la niña. Llegó la vieja bruja y olfatiando, dijo:
-¡Puf! ¡Puf!... ¡Carne humana huele! Aquí ha venido gente.
La hija le contestó:
-Aquí no ha venido nadie.
La bruja rastreó, y al ver pisadas, dijo:
-Por acá va.
Seguidamente subió en una chancha y la siguió a la niña. Cuando la iba alcanzando, la niña le largó la tijera y se formó una serranía muy grande, que a gatas pasó la vieja.
Así la niña le sacó trecho y cuando la iba a alcanzar nuevamente le largó el peine, y se formó un abrojal muy grande. La bruja al pasarlo salió toda arañada por las espinas y la ropa hecha pedazos.
Mientras tanto, la niña llegó a la casa, entró a una pieza y se echó llave.
Al rato llegó la bruja y le decía:
-Niña linda, abrime la puerta que te quiero ver.
La niña le contesta que no y lo animaba al perro diciendolé:
-¡Agarrala Casero! ¡Agarrala Casero!
La vieja le dijo:
-Siquiera un rulito pasame par el ojo de la llave.
Viendo la bruja que nada podía conseguir de la niña, se fue para tras de la casa y orinó. Entonces se formó un cebollar muy lindo. Cuando la niña notó que ya se fue la bruja, salió a preparar la comida porque ya se acercaba la hora de que iban a volver sus hermanos. Salió para tras de la casa, vio el cebollar y exclamó:
-¡Qué cebollar más lindo habían tenido mis hermanos!
Luego cortó unas hojas y le echó a la comida. Al poco rato llegaron los hermanos y la niña les sirvió la comida. Cuando la probaron, se volvieron unos toritos.
La niña se afligió mucho y al verse sola, desesperada determinó arriar sus toritos y irse al reino vecino. Antes de llegar a la ciudá, había un ranchito donde estaba una viejita. Se acercó y le preguntó si sabía dónde podía encontrar pasto para sus toritos y la viejita le contesta que vaya a la casa del Rey, que él tenía mucho pasto y le iba arrendar.
Luego la niña se fue allí, llegó y pidió hablar con el Rey. Éste al verla tan bella, se enamoró locamente y la tomó por esposa. Pasó un año y entonces tuvieron un hermoso niño.
Como al Rey le gustaba mucho salir a cazar, un día dispuso una cacería acompañado de sus ministros y todos sus empleados.
La Reina quedó solamente con la negra sirviente. Un día estando peinando a la Reina, le dijo:
-Qué lindo pelo tiene mi teñorita -y al pasarle la mano por la cabeza le clavó un alfiler en la corona. Inmediatamente la Reina se transformó en una palomita y se voló.
Entonces la negra queriendo ocupar el lugar de la Reina se lavaba, se fregaba para hacerse bella como su ama, pero como era tan negra no lo consiguió. Para engañar al Rey se vistió con la ropa de la Reina, y cuando llegó le dijo:
-¿Ves cómo estoy de negra y de quemada lo que estoy en la cocina? La negra sirvienta se fue y tuve que hacer todo el trabajo. El Rey le creyó.
Al otro día uno de los piones le dijo al Rey:
-¡Viera, Majestá!... Todas las mañanas viene una palomita y se asienta en el árbol del pozo. Canta muy lindo y dice así: ¡Pobre mi hijo! A veces canta y a veces llora. ¡Pobre de mí en los campos sola! ¡Y mis toritos? ¿Qué harán?
El Rey ordenó que le pusieran pega en el lugar donde se asentaba para que se pegue y poder así pillarla. Al otro día volvió la palomita, se asentó en el mismo lugar y cantó lo mismo. Al volarse quedá pegado un zapatito.
Al otro día volvió y se le pegó el otro zapatito.
Al tercer día el Rey ordenó que se ponga más pega para que se pegue la palomita.
Así se consiguió pillarla y el pión la llevó para el Rey.
El Rey la acariciaba al verla tan bonita y al pasarle la mano por la cabecita notó una dureza y creyó que era una espina. Entonces se la sacó, viendo que era un alfiler. La palomita se transformó de nuevo en Reina y le contó lo que le había hecho la negra. El Rey indinado mandó trair cuatro caballos de los más chúcaros. La ató de las manos y los pies a cada potro a la negra, y los corrió al campo para que la despedazaran. Y todo quedó como antes, los toritos se volvieron gente y el niño, la Reina y el Rey siguieron viviendo muy felices y yo me vine para mi casa.
Que este fulanito me cuente otro.

Josefa Páez, 52 años. Distrito Pueblo. Sarmiento. La Rioja, 1950.

La narradora ha olvidado algunos motivos del cuento tradicional.

Cuento 983. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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