Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

La palomita .980

Era un rey casado. La señora del rey era muy envidiada. Sería, por supuesto, porque era muy bonita. Tenía una criada en la casa que había sido, parece, interesada del Rey. Y esta criada era una negra bruja.
La señora tenía un niñito. También tenía dos toritos qui habían sido sus hermanos y una bruja los había hecho que se hicieran animales.
Un día que el Rey si había ido de viaje, le dice la negra a la señora del Rey:
-Venga, mi amita, la voy a espulgar, le voy a sacar un piojito de la cabeza.
La señora confiada en la sirvienta, que era como ama de casa, si arrimó. Y ella la espulgó. Ya la estaba espulgando, y le colocó tres alfileres en la corona, y la señora se convirtió en una paloma y se voló. Se fue al campo la palomita a llorar.
Cuando volvió el Rey, la criada le dijo que la negra si había ido y que ella era su señora.
La negra era muy mala y no lu atendía al niño y los hacía trabajar a los toritos.
Venía todos los días la palomita, a llorar a la orilla de la casa, donde había un hortelano de huerta que cuidaba los jardines, y a ese hortelano le decía ella:
-¿Qué hacís hortelano?
-Cuidando el jardín. ¿Qué andás haciendo, palomita?
-Qué hace mi hijito.
-Áhi 'tá acarriando verdura para la ama del Rey.
-¡Pobre mi hijito! ¿Qué hacen mis toritos?
-Áhi 'tan trabajando. Áhi 'tan trabajando.
-Pobres mis toritos, ¿hasta cuándo trabajarán?
Y se iba ella llorando.
Venía al día siguiente a la misma parte. Y siempre venía llorando y siempre preguntaba lo mismo. Entonces el hortelano le contó al Rey y el Rey le dijo que tenía que cazar esa palomita de cualquier modo.
-Mañana le voy a traer una pelota de cera para hacerla pisar -le dice el hortelano.
Al día siguiente trajo una pelota de cera.
La palomita vino, llorando y preguntando lo mismo y cuando se voló le quedaron pegadas las medias y los zapatos de la señora del Rey.
Al otro día le pusieron otra cosa que pegaba más y se quedó pegada la palomita. El hortelano se la llevó al Rey. El Rey li acariciaba la cabecita y le descubrió los alfileres. Se los sacó y quedó la señora del Rey como era antes y fue a ver al hijito y los toritos volvieron al pesebre.
En eso, la sirvienta, la negra, dehapareció y hasta el presente no se supo más de ella.
Y otra vez volvieron a ser felices como eran anteriormente. Y otra vez la familia vivió feliz gracias al hortelano.

Rosario Pastrana de Gómez, 46 años. Fuerte Quemado. Santa María. Catamarca, 1968.

Mujer del pueblo que nunca ha salido de su región.

Al cuento tradicional le faltan motivos que ha olvidado la narradora.

Cuento 980. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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