Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

La palomita .978

Era una niña que estaba jugando con las muñecas. Y vino un pájaro y le arrebató la muñeca. Y se la llevó. Y ella salió corriendo por detrás de la muñeca, hasta que se internó en el bosque y se perdió.
Entonces el pájaro le largó la muñeca. Ella la levantó y al levantarla vio una casita. Y se va a la casita. Encuentra que parece que eran para dos habitantes. Porque tenían dos camitas. Y en todo veía ella que era para dos personas. Y se va a la cocina y hace la comida. Vuelve y oye ruidos. Cuando oye ruidos se esconde debajo de una batea, pero le queda un pedacito del vestido fuera de la batea.
Entonces llegan dos mozos. Los muchachos ven que ahí ha estado una persona. Hasta que ven ese trapito, levantan la batea y se dan con una chica muy linda. Y ella les cuenta lo que le ha pasado. Entonces ellos le dicen que se quede a vivir con ellos y que para ellos va a ser una hermanita.
Los mozos trabajaban en la casa del Rey. A la niña la dejan de dueña de casa. Cuando ellos se van le dicen que tenga mucho cuidado con el gato, que no le haga nada porque le va a apagar el fuego, porque la única casita cerca que había era la de una vieja mala que era una vieja bruja.
Entonce, una vez, el gato le quita la carne que está preparando para la comida y ella le pega. Entonces va el gato, le orina y le apaga el fuego. Entonces ella corre a la casita y pide fuego. La hija de la vieja le da unas brasitas y le dice que se vaya, que corra porque la va a perseguir la madre, que es muy mala. Y  la vieja va a la casa, se entera que le han dado fuego y se va por detrás. Entonces ella va y se encierra, cierra las puertas.
Entonces la bruja va y se orina atrás de la casa. Y áhi se cría un cebollar lo más lindo.
Más tarde se ocupa la chica en preparar la comida. Va y corta cebolla y le echa.
Y vienen los muchachos a comer. Comen y se transforman en bueyes.
Ella los cuidaba. Los trataba que eran hermanos.
Un día viene el Rey y se da con esta chica tan linda, y quiere casarse con ella. Y ella le dice que no, que no puede, que ella tiene que ir con los bueyes porque son sus hermanos.
Le dice el Rey que sí, que se los va llevar.
La lleva y se casa el Rey.
Al año, la Reina tiene un niñito. ¡Bonito el chiquito!
Tenía él una sirvienta, una esclava, una negra que le tenía envidia a la señora.
Un día que no estaba el Rey, la negra le dice:
-¡Señora, dice, tan lindo el cabello!
Y le acaricia la cabeza y le planta un alfiler. Entonce la señora se tranforma en una paloma y sale volando.
Ella, la negra, se viste con los trajes de la Reina. Y se arregla lo más bien. Se pinta.
Cuando viene el Rey se da con que no se parecía a la señora. Y entonces la negra le dice que estaba ella sola porque la sirvienta, la negra, ya se había ido y del dijusto se había puesto así. El Rey la veía y siempre la desconocía, pero se tenía que resignar no más.
La palomita siempre venía y lo hablaba al hortelano. Y le decía:
-¿Qué hace el Rey?
-Jugando y chanceando con su mujer.
-¿Qué hacen los bueycitos?
-Andan tirando cal y piedras en el monte.
-¿Qué hace el niño?
-El niño está llorando.
-Calla niño de mis entrañas, que tu madre anda por las montañas.
Y la palomita se volaba.
Al hortelano le había llamado la atención porque todos los días venía la palomita y decía lo mismo. Y va y le cuenta al Rey. Entonce el Rey le dice que vea si la puede pescar. Y le enseña cómo la va agarrar y le trae una cosa para que se quede pegada en la rama que se asienta.
Y el hortelano le pone esa pasta pa que se quede pegada. Cuando vuelve la palomita y le dice todo al hortelano y se quiere volar, se queda pegada.
Entonce el hortelano le trae la palomita al Rey. Entonce la acaricia el Rey y le encuentra un coquito en la cabeza. Tira y le saca un alfiler. Al momento se transforma en la reina. Y ya tiene una alegría muy grande el Rey, y ella corre a ver al hijito. Y áhi viene y le cuenta lo que le pasó a ella. Y todos vuelven a ser los de antes.
Entonce la agarra a la negra y la hace atar con cuatro potros, claro, que la descuarticen. Y la matan.
Y fueron todos felices.
Y se terminó el cuento.

María Luisa Caamaño de Carrizo, 82 años. Estancia Balbuena. Ojo de Agua. Santiago del Estero, 1970.

La narradora oyó este cuento en Villa María, Córdoba, cuando era niña.

Cuento 978. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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