Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

La palomita .976

Era una niña que tenía muchas muñecas y le gustaba ir a jugar al campo. La madre le había dicho de que en el campo corría muchos peligros, que nunca fuera ahí. Ella, desobediente, iba siempre, hasta que un día de ésos, vino un carancho y le llevó la mejor muñeca que tenía. Y ella corrió detrás del pájaro, y gritaba:
-¡Carancho, entregame mi muñeca!
Ya muy lejos, el carancho le largó la muñeca. Pero la niña se perdió, 'taba completamente desorientada y empezó a caminar sin rumbo. Vio una casita y se llegó a ella. Llamó y nadie le respondió. Entonces decidió entrar. Y vio que había dos camas y que estaba todo desarreglado. Entonces arregló la casa, la limpió y puso todo bien en orden. Luego de poner todo en orden fue a la cocina y empezó a preparar la comida para dos personas que vio que ahí había.
Cuando eran las doce más o menos, sintió un tropel de caballos. La niña sintió miedo. Corrió a esconderse debajo de una batea que estaba boca abajo.
Llegaron. Habían sido dos hermanos los que vivían en la casa. Y al ver todo en orden, la comida hecha, la mesa puesta, se alegraron muchísimo y decían ellos que era el Señor quien les mandó un ángel para que los atendiera. Y uno había visto que el vestido de la niña aparecía por debajo de la batea, y dijo que había una mujer ahí. Entonces dijeron que si era anciana iba a ser la madre de ellos y si era joven sería la esposa, dijo uno de ellos. Entonce el otro dijo que no, que sería la hermana de los dos. Entonces le dijeron que salga del escondite la que esté ahí, que nada le iba a pasar. Y la niña salió, y los dos corrieron y la abrazaron y le dijeron que sería una hermana, porque el cielo la había mandado. Y desde ese día fue una hermana.
Le enseñaron la casa y las costumbres de ellos. Y también le dijeron de que había un gato negro, y de que tenga mucho cuidado y que nunca lo trate mal.
Pasó un tiempo. Un día, la niña casi sin darse cuenta le pegó al gato. El gato fue entonces y le apagó el fuego. La niña desesperada no sabía qué hacer ni de dónde sacar fuego para hacer la comida. Entonces se subió arriba del techo, y muy lejos, alcanzó a ver un humo. Ella se bajó y salió disparando para pedir fuego. Al llegar a esa casa sale una negra a recibirla y le dice:
-Oh, niña hermosa, ¿qué te ha traído por acá? Mi madre es una bruja y acá nunca llega gente.
Entonces la niña le dice que se dé prisa y que le dé fuego. Y la negra saca y le da unas brasas y le dice que corra, y muy ligero, porque va a llegar pronto la bruja.
-Y si te da alcance te va hacer daño -le dice.
Y la niña salió disparando. En ese momento llega la bruja y le dice:
-¡Pus, pus, carne humana hiede! ¿Quién vino a nuestra casa?
-Nadie, madre -dice la negra. Si aquí nunca sabe llegar un alma viviente.
Pero la bruja se dio cuenta de lo que había pasado, y montó en una escoba y salió a perseguir a la niña. La niña no tuvo más tiempo que tirar las brasas y cerrar la puerta y llegó la bruja. La niña cerró muy bien la puerta.
La bruja llamó, pero la niña no atendió. Entonces llamaba y le decía que salga, que no le iba hacer nada. Al final, le dijo que se iba y que le dejaba de regalo un hermoso almácigo de cilantro y cebollas.
Después de un buen rato, la niña abrió la puerta y vio que había un hermoso almácigo de cilantro y cebollas como le había dicho la bruja. Hizo fuego, preparó la comida y le echó de estas verduras.
Cuando vinieron los hermanos les sirvió la comida. Cuando los mozos probaron la comida quedaron convertidos en bueyes. Entonces la niña se desesperó llorando. Y desde ese día los comenzó a pastoriar a los bueyecitos. Que tenía un hermoso alfalfar y allí los llevaba ella, todos los días.
Un día de ésos las ovejas del Rey se pasaron al alfalfar.
Y entonce el pastor del Rey entró a sacarlas y vio la niña. Entonce fue y le contó al Rey que había visto una hermosa niña pastoriando unos bueyes.
Entonce el Rey dice que vuelva a pasar las ovejas y que vuelva a decirle qué hace esa niña. Entonce el pastor hace eso y ve a la niña llorando. Entonce va y le cuenta al Rey.
Y entonce al día siguiente va el Rey y al verla a la niña tan hermosa, se enamora y le pide que se case con él. La niña le responde que no, porque si ella se casaba los bueyes sufrirían. El Rey le dice de que va hacer un alfalfar frente al palacio y ahí estarán los bueyes para que ella pueda verlos todo el día. El Rey insiste tanto que la niña acepta.
Se casan y viven muy felices.
Al año de casados les llega un hermoso heredero.
La niña nunca se olvidaba de los bueyes y nunca los dejaba trabajar.
La bruja se entera de que la niña vivía muy feliz y era Reina; entonce le dice a la hija de que ella debía ser la Reina y que ella la va ayudar para que la niña desaparezca y ella pueda ir al palacio. Se van y llegan, justo cuando el Rey se había ausentado por un tiempo. Entonce le dice la bruja que ella, la Reina, necesitaba compañía y que le iba a dejar a la hija para que la acompañe y la ayude en todo. Como la negra iba arreglada para que no la conociera, no la conoció.
La Reina aceptó la compañía. Y la negra le ayudaba en todo. Un día le dice que había visto que ella tenía bichos, piojos, en la cabeza y que la iba a espulgar. La Reina acepta y mientra la 'taba espulgando le clava en la cabeza un alfiler embrujado y la Reina se convierte en una paloma, y sale volando.
Cuando vuelve el Rey se encuentra con la negra, muy arreglada como si fuera la Reina, y le pregunta cómo ha cambiado tanto, y que por qué tenía los ojos tan colorados. Ella le dice que en su ausencia no dormía y había llorado mucho.
También vio que a los bueyes los habían puesto a trabajar.
Un día de ésos, el pastor del Rey, al pasar a traer las ovejas, oye que lo hablan, que lo saludan, y él contesta el saludo sin saber quién era. Entonce vio que en un árbol había asentada una palomita. Entonce hablan los dos:
-Buenos días, pastor.
-Buenos días.
-¿Qué hace el Rey?
-Jugando y chanceando con su mujer.
-¿Qué hacen los bueyecitos?
-Echando cal y arena.
-¡Pobres mis bueyecitos! ¿Y el niño?
-A ratos llora y a ratos calla.
-Llora, llora niño de mis entrañas, que así llora tu madre por las montañas.
Entonce el pastor se va y le cuenta al Rey. El Rey se 'taba dando cuenta de lo que estaba pasando. Entonce le dice que encole el árbol para poderla atrapar a esa palomita. Y al otro día que vaya a pasar con las ovejas. Y vuelve a venir la palomita.
-Buenos días, pastor.
-Buenos días.
-¿Qué hace el Rey?
-Jugando y chanceando con su mujer.
-¿Qué hacen los bueyecitos?
-Echando cal y arena.
-¡Pobres mis bueyecitos! ¿Y el niño?
-A ratos llora y a ratos calla.
-Llora, llora niño de mis entrañas, que así llora tu madre por las montañas.
Salió volando y dejó los zapatitos pegados en el árbol. El pastor se los lleva al Rey y el Rey reconoce que son zapatitos de su señora.
Y le ordena que encole más el árbol.
Y al día siguiente vuelve la palomita. Habla como todos los días y cuando quiere volar queda pegada. El Rey viene y la pone en una jaula de oro y la hace poner en un lugar del palacio.
Entonce la hija de la bruja le dice que para qué ha hecho poner ese bicho en el palacio, que eso traía mala suerte y que debía echarla, que por ella van a tener mala suerte. Y el Rey dice que no.
Un día le toca de salir al Rey. Al volver encuentra la jaula vacía, y la negra le dice que la palomita se había escapado.
Entonce la empiezan a buscar por todos lados, y al fin la encuentran en una tinaja de arrope. Y el Rey la sacó y la empezó a lavar para quitarle el arrope que tenía. En eso tropezó con una costrita en la cabecita y le sacó un alfiler, y en el mismo momento se paró la Reina. Entonce ella corrió a ver al niño, y después le dijo:
-¿No te decía que mis bueyecitos sufrirían si me casaba? Y la niña le cuenta que eran los hermanos de ella y que por la bruja se han convertido en bueyes, por la madre de esta negra. Ya se dio cuenta de todo.
Entonce el Rey inmediatamente la hace llamar a la vieja bruja y le ordena que si no los convierte en seres humanos como habían sido los bueyes las iba a quemar a las dos. Entonces la bruja los volvió a la forma que eran.
El Rey las mandó encerrar en una prisión a la bruja y a la hija hasta que se murieran.
Y ellos vivieron felices muchos años.

María Elsa Salas de Varela, 28 años. La Quiaca. Yavi. Jujuy, 1952.

Excelente narradora.

La narradora ha cursado los grados de la escuela primaria y se expresa con facilidad y corrección. Pronuncia bien la s en todas sus posiciones; hace diferencia en la pronunciación de y, ll, como lo hacen, en general, las personas cultas de La Quiaca y de la región limítrofe con Bolivia; la r es asibilada como en gran parte del país.

Cuento 976. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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