Era
una niña que tenía muchas muñecas y le gustaba ir a jugar al
campo. La madre le había dicho de que en el campo corría muchos
peligros, que nunca fuera ahí. Ella, desobediente, iba siempre,
hasta que un día de ésos, vino un carancho y le llevó la mejor
muñeca que tenía. Y ella corrió detrás del pájaro, y gritaba:
Ya
muy lejos, el carancho le largó la muñeca. Pero la niña se perdió,
'taba completamente desorientada y empezó a caminar sin rumbo. Vio
una casita y se llegó a ella. Llamó y nadie le respondió. Entonces
decidió entrar. Y vio que había dos camas y que estaba todo
desarreglado. Entonces arregló la casa, la limpió y puso todo bien
en orden. Luego de poner todo en orden fue a la cocina y empezó a
preparar la comida para dos personas que vio que ahí había.
Cuando
eran las doce más o menos, sintió un tropel de caballos. La niña
sintió miedo. Corrió a esconderse debajo de una batea que estaba
boca abajo.
Llegaron.
Habían sido dos hermanos los que vivían en la casa. Y al ver todo
en orden, la comida hecha, la mesa puesta, se alegraron muchísimo y
decían ellos que era el Señor quien les mandó un ángel para que
los atendiera. Y uno había visto que el vestido de la niña aparecía
por debajo de la batea, y dijo que había una mujer ahí. Entonces
dijeron que si era anciana iba a ser la madre de ellos y si era joven
sería la esposa, dijo uno de ellos. Entonce el otro dijo que no, que
sería la hermana de los dos. Entonces le dijeron que salga del
escondite la que esté ahí, que nada le iba a pasar. Y la niña
salió, y los dos corrieron y la abrazaron y le dijeron que sería
una hermana, porque el cielo la había mandado. Y desde ese día fue
una hermana.
Le
enseñaron la casa y las costumbres de ellos. Y también le dijeron
de que había un gato negro, y de que tenga mucho cuidado y que nunca
lo trate mal.
Pasó
un tiempo. Un día, la niña casi sin darse cuenta le pegó al gato.
El gato fue entonces y le apagó el fuego. La niña desesperada no
sabía qué hacer ni de dónde sacar fuego para hacer la comida.
Entonces se subió arriba del techo, y muy lejos, alcanzó a ver un
humo. Ella se bajó y salió disparando para pedir fuego. Al llegar a
esa casa sale una negra a recibirla y le dice:
Entonces
la niña le dice que se dé prisa y que le dé fuego. Y la negra saca
y le da unas brasas y le dice que corra, y muy ligero, porque va a
llegar pronto la bruja.
Pero
la bruja se dio cuenta de lo que había pasado, y montó en una
escoba y salió a perseguir a la niña. La niña no tuvo más tiempo
que tirar las brasas y cerrar la puerta y llegó la bruja. La niña
cerró muy bien la puerta.
La
bruja llamó, pero la niña no atendió. Entonces llamaba y le decía
que salga, que no le iba hacer nada. Al final, le dijo que se iba y
que le dejaba de regalo un hermoso almácigo de cilantro y cebollas.
Después
de un buen rato, la niña abrió la puerta y vio que había un
hermoso almácigo de cilantro y cebollas como le había dicho la
bruja. Hizo fuego, preparó la comida y le echó de estas verduras.
Cuando
vinieron los hermanos les sirvió la comida. Cuando los mozos
probaron la comida quedaron convertidos en bueyes. Entonces la niña
se desesperó llorando. Y desde ese día los comenzó a pastoriar a
los bueyecitos. Que tenía un hermoso alfalfar y allí los llevaba
ella, todos los días.
Y
entonce el pastor del Rey entró a sacarlas y vio la niña. Entonce
fue y le contó al Rey que había visto una hermosa niña pastoriando
unos bueyes.
Entonce
el Rey dice que vuelva a pasar las ovejas y que vuelva a decirle qué
hace esa niña. Entonce el pastor hace eso y ve a la niña llorando.
Entonce va y le cuenta al Rey.
Y
entonce al día siguiente va el Rey y al verla a la niña tan
hermosa, se enamora y le pide que se case con él. La niña le
responde que no, porque si ella se casaba los bueyes sufrirían. El
Rey le dice de que va hacer un alfalfar frente al palacio y ahí
estarán los bueyes para que ella pueda verlos todo el día. El Rey
insiste tanto que la niña acepta.
La
bruja se entera de que la niña vivía muy feliz y era Reina; entonce
le dice a la hija de que ella debía ser la Reina y que ella la va
ayudar para que la niña desaparezca y ella pueda ir al palacio. Se
van y llegan, justo cuando el Rey se había ausentado por un tiempo.
Entonce le dice la bruja que ella, la Reina, necesitaba compañía y
que le iba a dejar a la hija para que la acompañe y la ayude en
todo. Como la negra iba arreglada para que no la conociera, no la
conoció.
La
Reina aceptó la compañía. Y la negra le ayudaba en todo. Un día
le dice que había visto que ella tenía bichos, piojos, en la cabeza
y que la iba a espulgar. La Reina acepta y mientra la 'taba
espulgando le clava en la cabeza un alfiler embrujado y la Reina se
convierte en una paloma, y sale volando.
Cuando
vuelve el Rey se encuentra con la negra, muy arreglada como si fuera
la Reina, y le pregunta cómo ha cambiado tanto, y que por qué tenía
los ojos tan colorados. Ella le dice que en su ausencia no dormía y
había llorado mucho.
Un
día de ésos, el pastor del Rey, al pasar a traer las ovejas, oye
que lo hablan, que lo saludan, y él contesta el saludo sin saber
quién era. Entonce vio que en un árbol había asentada una
palomita. Entonce hablan los dos:
Entonce
el pastor se va y le cuenta al Rey. El Rey se 'taba dando cuenta de
lo que estaba pasando. Entonce le dice que encole el árbol para
poderla atrapar a esa palomita. Y al otro día que vaya a pasar con
las ovejas. Y vuelve a venir la palomita.
Salió
volando y dejó los zapatitos pegados en el árbol. El pastor se los
lleva al Rey y el Rey reconoce que son zapatitos de su señora.
Y
le ordena que encole más el árbol.
Y
al día siguiente vuelve la palomita. Habla como todos los días y
cuando quiere volar queda pegada. El Rey viene y la pone en una jaula
de oro y la hace poner en un lugar del palacio.
Entonce
la hija de la bruja le dice que para qué ha hecho poner ese bicho en
el palacio, que eso traía mala suerte y que debía echarla, que por
ella van a tener mala suerte. Y el Rey dice que no.
Un
día le toca de salir al Rey. Al volver encuentra la jaula vacía, y
la negra le dice que la palomita se había escapado.
Entonce
la empiezan a buscar por todos lados, y al fin la encuentran en una
tinaja de arrope. Y el Rey la sacó y la empezó a lavar para
quitarle el arrope que tenía. En eso tropezó con una costrita en la
cabecita y le sacó un alfiler, y en el mismo momento se paró la
Reina. Entonce ella corrió a ver al niño, y después le dijo:
-¿No
te decía que mis bueyecitos sufrirían si me casaba? Y la niña le
cuenta que eran los hermanos de ella y que por la bruja se han
convertido en bueyes, por la madre de esta negra. Ya se dio cuenta de
todo.
Entonce
el Rey inmediatamente la hace llamar a la vieja bruja y le ordena que
si no los convierte en seres humanos como habían sido los bueyes las
iba a quemar a las dos. Entonces la bruja los volvió a la forma que
eran.
María
Elsa Salas de Varela, 28 años. La Quiaca. Yavi. Jujuy, 1952.
Excelente
narradora.
La
narradora ha cursado los grados de la escuela primaria y se expresa
con facilidad y corrección. Pronuncia bien la
s en todas sus posiciones; hace
diferencia en la pronunciación de y,
ll, como lo hacen, en general, las
personas cultas de La Quiaca y de la región limítrofe con Bolivia;
la r es
asibilada como en gran parte del país.
Cuento
976. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
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