Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

La niña soberbia y la niña humilde .1041

Había una Reina que tenía una hija y una criada. Entonce, a la criada la mandaba siempre que hiciera todas las cosas y a la hija no.
Y había un río que quedaba lejo de las casas.
Y entonce siempre la mandaba que juera a traer agua del río. En el río había como una pileta, ¿no? Y ahí iba ella con el cántaro y alzaba l'agua. Y ésta, como se demoraba siempre por que era lejos, le pegaba. Cada vez que venía le pegaba la Reina, porque es que se demoraba.
Bueno... Y que ya ella nu hallaba qui hacer, la criada, de tanto que la aporriaban.
Y un día que jue al río, y se li apareció una ancianita. Que le dice que le diera agua. Entonce que le dice ella:
-Bueno.
Entonce que le da en la vasijita que llevaba para llenar el cántaro.
-No -que le dice, yo voy a tomar del cántaro.
-Bueno.
Le dio el cántaro que tomara agua. Tomó agua, ella, y le agradeció. Que le dijo que sería una güena niña, ella, y que Dios la conservaría, y que ella la bendecía. Entonce ella llenó el cántaro y se jue para las casas. Y claro, otra vez jue allá y otra vez que le pegaban porque se demoraba. Entonce, cuando la chica jue a las casas, la última vez cuando se le apareció la viejita, que cuando ella hablaba, que le salían perlas de la boca. ¡Uh!, que si asustaba la Reina, y que decía:
-¿Qué? ¿Qué es esto? -que le dice.
Y, mientras más la chica hablaba, que aparecían más perlas que caían al suelo. Y la Reina, que le decía a la hija que viniera a juntarlas. Y dice:
-¡Yo no sé qué misterio tiene esta chinita!
Y después que dice la hija:
-Mamá, yo voy a ir. ¡Porque será un misterio! Voy a ir yo a alzar agua.
Y es que jue. Bueno, la señora que 'taba entusiasmada. Envidiosa entonce, que le dice:
-Andá vos.
Porque dice que perlas y flores que le salían de la boca. Palabra que decía la chica, más que le salían. Claro, el misterio que jue, que la viejita ésa le hacía una gracia a la chica. La viejita era María Santísima que se le apareció porque la chica era humilde y todo.
Entonce ya jue la otra chica. 'Taba alzando l'agua cuando se le apareció la viejita otra vez, y que le pidió agua. Que le dijo que tomara si quería de la bebida. No le quiso dar. Que le diera en el cántaro, que le dice.
-¡No! ¡En el cántaro no le voy a dar!
-Si no me das -que le dice, no tomaré.
Y se desapareció la viejita. Y alzó l'agua ella y se jue pa las casas. Cuando jue allá, que le dice:
-Mamá -que le dice, si mi ha aparecido una persona, allá, una anciana, no sé quién es.
-¡Niña! -que si asustaba ella. ¿Y qué te dijo?
-Me pidió agua.
-¿Le diste?
-¡No! ¡Cómo le voy a dar agua yo en lo que tomamos nosotros! ¿Ve? ¡Mire!...
Es que, cuando la chica le conversaba a la madre eso, que le saltaban bichos de la boca. Matuastos, lagartos, que caían al suelo.
Que se desesperaba la madre lo que la vía.
¡Y cómo la otra chica tenía esa virtud!
Ya que la martirizaban. Siempre la mandaban al agua otra vez, y siempre ella venía con el misterio que tenía ella, y la otra no. Era soberbia la otra niña.
Al último, una vez que se le apareció un joven a la chica. Ya 'taba una chica moza. Y entonce el joven se apareció él y ahí le preguntaba cómo la trataban, y le dijo que él era hijo de un Rey. Y le dijo que si ella se quería casá con él. Y ella no le dijo nada.
Después el joven jue a la casa del Rey a hablar con el Rey, que él quería casase con esa chica.
¡Uh!, la martirizaron en la casa, enteramente, que ya no la dejaron 'tar. Hasta la tiraron. No le daban de comer, nada. Porque la Reina quería que se casara la hija. Al último de tanto sufrir ella, se jue a un bosque. Nu hallaba qué hacer, desesperada. Ya la tiraron de la casa. Y ella era buena, humilde, la chica. Y bueno, áhi cuando andaba sufriendo en el bosque, si apareció el joven. Que le dijo que él la iba a pedir al Rey, y que él s'iba a casar con ella.
Y al fin se casó con el Príncipe. Y las otras quedaron en la miseria. Por soberbias, ¿ve? Dios las castigó.

Alicia Amaya de Gutiérrez, 72 años. Las Chacras. San Martín. San Luis, 1968.

Campesina analfabeta. La narradora dice que aprendió el cuento de una viejita del lugar que sabía muchos cuentos, pero que ella ha olvidado algunas partes.

Cuento 1041. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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