Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

La niña encantada .956

Era un niño que vivía con la madre. Y falleció la madre. Y después, el niño éste decidió viajar, salir di áhi, buscar otro destino. Anunció que quería irse. Que dice:
-Yo, a la tarde, estaré por allá, bien lejo...
Entonce este niño, este joven, se llegó hasta donde él pensaba que devisaba, así, a lo lejo. Llegó. Entonce este joven llegó áhi. Se encontró con una hermosa ciudá que no tenía ningún viviente. Era por un lado, unos potreros llenos de hacienda. Y en esta ciudá, recorría él por las calles. Y él no encontraba a nadie. De tanto recorrer las calles, que dice:
-En esta ciudá nu hay nadie. Seré el dueño yo.
Escogió éste la mejor yegua que había y entonce, éste, ensilló el animal. Fue, lu acomodó y se volvió. Y en la pieza que estaba él, ya 'taba listo todo. Ya 'staba listo el baño, ya 'staba lista la mesa puesta para comer. Bueno. En seguida ya 'staba lista la cama donde ir a dormir. Estaba este niño y tenía una guitarrita. Dice que 'taba en el silencio de la noche y se recordó, este, pensando, este, en fin, lo que pasaba y lo que iba pasando. Y se puso a tocar la guitarrita. Tocó dos o tres piezas sintiendo que lo acompañaban. Y seguía cantando. Él no podía tomar la distancia de donde salía la voz. Por fin, últimamente, tomó el oído de donde salía esta voz, porque él no lo veía, no veía a nadie. Sentía que a él lu acompañaba a cantar, pero no veía a nadie. Entonce, él lo que hizo, se fue y así en la esquina de la paré había un aujerito. Y que había síu una viborita que salía de ahí. Le dice:
-¡Ah!, víbora -que le dice- linda, qué hacés aquí -que le dice. Que te quiero sacar.
-¡Ah, no! -que le dice-. Vos para que me saquís di aquí, te cuesta mucho -que le dice-. Porque si sos capaz de sacarme de aquí, harás lo que yo te digo.
Entonce le dice él:
-Pues bien, soy capaz de hacerlo.
-Bueno -que le dice. Yo soy una niña encantada -que le dice.
-Si sos capaz, vas a ir mañana al patio de la casa, mañana a mediodía. Va 'tar un toro y te va embestir. Te haga lo que te haga; te puede corniar, te puede matar; te haga lo que te haga, pero nunca digas ¡ay!
Entonce le dice el niño que era capaz.
Bueno, al mediodía del otro día se fue al patio. Ya vino el toro y lu agarró a este niño a cornazos de todas maneras hasta que lo liquidó pero él no dijo ¡ay!
Entonce, este niño, por la noche, se encontró en la cama ya. Y li habló la niña. Ella se encontraba en la cama. Le dice que se levante. Se levantó el niño y entonce ya 'staba la mesa puesta. Él comió. Entonce empezó otra vez a agarrar la guitarrita y empezó a cantar. Y empezó a oír esta voz que lu acompañaba. Y la devisó a la viborita. Dice que 'staba hasta arriba de los pechos ya cristiano, y para abajo, víbora. Que le dice:
-¡Ah!, ¡viborita, salí!
-¡Ah, no! -le dice- te faltan dos pruebas para que me saqués; pero si sos capaz, mañana a las doce te vas a ir al patio. Áhi va venir un tigre. Te haga lo que te haga no digas ¡ay!
Bueno, entonces al otro día a mediodía se jue al patio y salió el tigre. Y lu agarró y lo dehizo y él no dijo ¡ay! En la noche se encontró otra vez en la cama.
Se levantó, comió y la miró así a la viborita. Y entonce vio que 'staba hasta la cintura niña. Él la quiso sacar. Entonce la viborita le dijo que le faltaba una prueba. Entonce la viborita le dio un anillo y un pañuelo al cuello. Y le dio una varilla, que esa varilla le iba a servir cuando vaya al patio. Le dijo que en el patio hay una planta de naranjo con naranjas. Le dijo que iban a venir unas hermosas niñas, mejor que la viborita. Que le iban a pedir una naranja y que él, con la varilla, las amenazara. Y así fue.
A mediodía vino una niña muy linda y le decía:
-Niño lindo, dame una naranja que vengo muerta de ser.
Entonce el niño la amenazó con la varilla y se alejó.
Y vino otra y le decía:
-Niño lindo, dame una naranja que vengo muerta de ser. Yo soy la viborita.
Y entonce él creyó y le dio la naranja. Entonce, lo que le recibió la naranja, quedó en la nada todo. Todo quedó dehaparecido. Él quedó al campo. Entonce pensó él de seguir viajando.
Viajó varios meses. Al pasar un día por una ciudar, se llegó a un zapatero. Y entonce le dijo al zapatero si le podía arreglar las botas. El zapatero le dijo que no podía porque estaba invitado a un cambio de anillo de una niña de esa ciudar. Entonce le dijo el niño, éste, si quería que lo distrajera con la música de él. El zapatero le dijo que sí. Empezó a tocar. Los clientes del zapatero y los que pasaban por la calle se detenían bailando porque tocaba divinamente. Entonce el zapatero lo invitó de parte de él al cambio de anillo que había. Entonce el niño le dijo que no porque él estaba muy mal vestido. El zapatero le dijo que no importaba, que lo que importaba era la música de él.
Se fueron los dos. El zapatero lo llevó al niño éste. Al llegar a la casa lo presentó. Entonce el público le pedía que tocara la música y cantara. Entonce el niño, éste, empezó a tocar. Y todos lo aplaudían y hasta la misma señorita que estaba de cambio de anillo lo felicitaba. Ya esta niña se fijó en el anillo que tenía y ya 'taba segura que era el niño que la sacó de encanto.
Mientra 'taban en la fiesta la niña pidió a todos los de la reunión que contaran algún pasaje que les había pasado. Entonce varias personas empezaron a contar. Entonce le tocó al niño.
El niño contó todo lo que a él le había pasado. Que él había encontrado una ciudá y una niña encantadas y las había dehen-cantado, que por una equivocación las había perdido. Que por eso él andaba sin rumbo en el mundo.
Le tocó a la señorita novia. Entonce ella les pidió a todos de que le dieran la razón y dijo que ella había tenido una llave y la perdió. Y que se hizo de otra llave.
-Y ahora la encontré a la vieja -dice. Digamén todos con cuál me quedo.
Entonce todos le decían que se tenía que quedar con la vieja y golpeaban todos las manos.
Entonce la niña se levantó y lo tomó al niño músico de la mano y ella dijo:
-Éste es mi esposo. Él me salvó del encanto y salvó a la ciudá encantada ande tenimos que ir a vivir.
Entonce la fiesta fue para el casamiento de los dos y después se fueron a la ciudá, ande los recibieron todos los que ahí vivían muy felices.

Juan Eloy Reales, 75 años. Loro Huasi. Santa María. Catamarca, 1968.

Comarcano muy buen narrador.

Cuento 956. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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