Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

La niña de la flor blanca .998

Éste que era un padre que tenía tres hijas. Un día, el padre dice a sus hijas que tenía que ir a un pueblo cercano, por arreglo de negocios, y les preguntó qué gustaban que les traiga a la vuelta. Cada una hace su encargue. Una dice:
-Yo quiero que me traiga un vestido.
La otra:
-Yo quiero que me traiga un par de zapatos.
Y la otra, la menor:
-Yo quiero que me traiga una flor blanca.
Bueno, sale el padre y se va.
Cuando llega al pueblo, hace sus diligencias y recuerda el encargo de sus hijas. Y compra el vestido y el par de zapatos, menos la flor, porque de balde la busca en todas las partes que puede comprarla, y no la halla.
Se va el padre y por el camino encuentra una casa linda, llena de luces, con puertas abiertas. Era un palacio. Y allí había un jardín muy lindo con muchas flores de todos colores y en el medio del jardín había una flor muy grande y blanca. Entonces el padre se llega a esta casa. Golpea las puertas y nadie lo atiende. Entonces va no más el padre y entra al jardín a cortar la flor. Cuando ya la quiere arrancar, sale una serpiente muy grande y lo habla diciendolé:
-¡Epa!, ¿para quién es la flor?
Y el padre contesta:
-Para mi hija que me encarga que le lleve una flor blanca como ésta.
-Bueno -dice la serpiente, se la lleva pero con una condición, que dentro de tres días debe traer usté a su hija para comerla. Si no la trae, usté morirá.
-Bueno -le dice el padre, y se va.
Llega a la casa y las tres hijas muy contentas esperando con ansias de ver los encargues. El padre les entrega los regalos y las niñas quedan contentas. Pero en el padre se notaba mucha pena. Andaba tristón, lloroso. Entonces las hijas le preguntan qué le pasaba, y el padre les cuenta cómo ha conseguido la flor blanca, y lo que tenía qué hacer con la que la ha pedíu.
-¡Uh, va! -le dice la niña, eso no es nada, vamos no más.
Bueno, llega el día que tenían que irse y salen. Cuando llegan a la casa de la serpiente hablan con ella y le dice al padre que se vuelva y que la deje no más a la hija. Es claro, el padre lloraba y no quería dejar a la niña, pero qué iba a hacer, se va. Cuando llegó el padre a la casa sin la hija, lloró y se enfermó mucho. En cambio la hija quedó en esa casa tan linda, pero sola, solita, y con la única que conversaba era con la serpiente. Después de estar un rato la niña con la serpiente conversando, le dice que era hora de comer y la lleva a una mesa. Empiezan a servirle, pero en vez de personas que sirvan, eran sombras. Entonces le dice la serpiente:
-Tiremé los huesos, que eso como yo.
Y así hace la niña, tira que tira los huesos cuando come. Llega la hora de dormir y se acuesta en una cama linda que le pusieron, y así pasaba la vida esta niña.
Un día, conversando, la serpiente le avisa que en la casa de ella hay apuros. Le dice:
-Su padre está muy enfermo y usté tiene que ir a verlo. Yo la voy hacer ir pronto. Para eso se acuesta, y cuando se despierte, va a estar en su casa, con su padre y demás familia. Allá va a estar tres días, y cuando se cumpla este plazo, volverá a ponerse en cama, y cuando se despierte, ya estará aquí conmigo otra vez.
Bueno, así hace la niña. Se acuesta, se duerme, se despierta al rato, y ya está en su casa. Conversa con su padre y sus hermanas y está tres días. Cuando pasó este tercer día se acuesta de nuevo y conversando con su familia les dice que ya se iba otra vez.
Y así pasó. Se durmió y al despertarse se halla en el palacio, lejos de su casa.
Vuelve a seguir la vida, sola, la pobre niña, pero echó de menos a la serpiente que no iba a comer los huesos. Y como ella sabía que vivía en el jardín se va a buscarla. La encuentra media muerta. Entonces la niña le da agua así: echa agua en su boca y le pasa esa misma agua a la boca de la serpiente. Le hace así dos o tres veces y sana ligerito el animal, y le dice a la niña que casi se muere porque se ha demorau un ratito más del permiso que tenía para ir a la casa. Y cuando estaba conversando, se desencanta la serpiente y se hace un joven donoso. Ya no era animal, era persona. Y ya no sólo había ese hombre en el palacio, sinó mucha, mucha gente. Se llenó de reyes, de príncipes y de reinas. Y este joven era príncipe, y le dice a la niña:
-Vamos por aquí, le haré conocer la casa -y la llevó por una pieza y por otra más.
Y anduvieron y la niña leía en todas partes unos letreros que decían «La niña de la flor blanca». Y preguntó la niña qué quería decir eso. Y el príncipe desencantado dice:
-Esa flor soy yo, que usté tanto la quería, y ahora yo me casaré con usté. Usté me ha desencantado, ha desencantado este reino porque ha sido valiente.
Y la niña hace traer a su padre y a sus hermanas y se hace la boda. Se casan, bailan y viven muy felices.

Y ahora pasó por un zapato roto
para que usté me cuente otro, ¿no?

Juana de Rivero, 52 años. Chamical. Gobernador Gordillo. La Rioja, 1950.

Cuento 998. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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