Una
chica que vivía en una grande casa, con quinta, se anovió de un
mozo, y le puso lo día fijado, para que no le visite los marte y
vierne. El mozo se puso furioso. Se le ocurrió de venir a espiarla
el día vierne, a ver qué hacía. Se asomó en la casa, en dirección
de la ventana. La chica trajo una cosa que parece harina y la redamó
en el suelo, y comenzó a revolcarse en esa harina. Y conmenzó a dar
plumas. Las manos volvió de alas. Al ver eso, el mozo se dio güelta
y se jue muy asustado de lo que era la novia. Ella se volvió de un
pájaro blanco y salió por las rejas de la ventana.
Guillermina
Fernández, 30 años. Martínez de Hoz. Chaco, 1953.
La
narradora es de la provincia de Corrientes en donde oyó el cuento a
la madre, pero dice que también lo oyó contar en el Chaco.
Cuento
901. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
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