Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

La monita del palo .1050

Había en un pueblito un matrimonio que tenía una hijita, única hija, de edá de diez años. Este matrimonio eran muy felices viendo crecer la hija al lado de ellos. El dueño 'e la casa era muy guapo y la señora era muy hacendosa, también. En aquellos años vivían de una majadita que tenían y de algunos trabajos que hacía él, de vez en cuando. Un día entró una enfermedá muy mala, en el lugar, que le llamaban el cólera. De dónde viene y cae enferma la señora. Y entonce no se le encontró remedio y falleció. El esposo se cambió de áhi con todo lo que tenía, a otro lugar.
Ya vivía el hombre con su hijita y lo pasaba bien. Al cabo de un año se hizo de varias amistades en el nuevo lugar, adonde se había ido a vivir. Y comenzó a ir a pasiar a la casa de una señora ande había una muchacha. Y tanto jue y tanta amistá tuvo que le pareció bien la muchacha y la pidió para casarse con ella.
La muchacha aparentó querer mucho a la hijastra, y eso es lo que lo llevó al hombre a casarse. Ya tenía once años y era muy guapa la chica, muy hacendosa, y era sumamente donosa. Ya se casaron, y vivieron muy bien al principio. La chica la quería como a una madre a la madrasta.
Pasaron los años y la señora comenzó a tener familia y tuvo cuatro hijos, dos varones y dos mujeres. Que éstos eran muy regalones de la madre, del padre y de la media hermana. Venían siempre visitas a la casa y siempre codiciaban a la muchacha que no era hija de la señora, que siempre decían:
-¡Qué linda chica! ¡Qué guapa! ¡Qué donosa! ¡Qué preciosa!
Y de los niños de la señora no decía nadie nada. Entonce la madrasta, al ver que todos los cumplimientos y halagos eran para la hijastra, comenzó a tenerle odio projundo. La comenzó a tratar mal, a mortificarla, a decirle que era fiera, asquerosa y que era igual a una mona de los palos. La tenía mal vestida, mugrienta. No la dejaba ni que se lavara y sin embargo la gente que venía la seguía alabando a ella. Y ya le jue quedando el apodo de Mona del Palo. Y así no más la llamaban en la casa.
Ya tenía la niña 16 años, y la madrasta ya no la podía ni ver. Un día lo llamó al marido y le dice:
-La mato o me mando a mudar yo.
Entonce el padre dispuso de mandar a la niña a la casa de unos parientes que vivían muy lejos. Se dispuso el padre a acompañarla. Entonce la señora le dijo que no, que se juera sola. Y así que el pobre hombre, con mucho sentimiento, tuvo que despachar a su hija sola.
El padre le dio las señas del camino y de la casa. La niña tomó el sendero y siguió las indicaciones del padre. Anduvo un buen tiempo, pero como ella nunca había andado sola, se estravió. Anduvo como 15 días perdida en el campo. Se mantenía con frutas de los árboles del monte no más. Por fin tanto andar, divisó una casa muy grande y muy hermosa. Y áhi no más se allegó y pidió qué comer. Era una tarde muy linda y de casualidá 'staban los dueños de casa en la puerta. Que era un matrimonio que no tenían hijos más que un solo hijo de veinte años. La niña llegó y les dijo que venía buscando trabajo. Los dueños de la casa le contestaron que no la podían tomar porque tenían el personal de servicio completo. Entonce la niña les dijo que por favor la ocuparan, que ella venía de muy lejo, estraviada, y que no sabía el camino para donde la habían despachado.
Al hijo que 'staba áhi, cuando la vio a la niña tan humilde y tan lindita, le dio lástima y les dijo a los padres que la tomaran. Y bueno, la hiceron pasar y le dieron de comer, y la dejaron para que sirviera. La chica les contó cómo había sufrido y cómo había pasado en el campo ande casi se había muerto di hambre y de sé.
Bueno... Pasó el tiempo. La chica era tan viva, y tan trabajadora y de tan lindos modales, que en seguida no más se ganó la voluntá de los patrones y de todos los de la casa. Ya todos le querían mucho. La llamaban con el apodo que le había puesta la madrasta, Monita del Palo.
El hijo de los dueños de la casa cumplió veinticinco años, y los padres, que eran muy ricos, dispusieron de hacerlo casar. Deter-minaron de dar un gran baile para que él eligiera la mejor, muchacha que juera a la fiesta.
Ya dieron el baile. Estuvo muy lindo, muy concurrido y había muchachas de todas partes y muy lindas. Pero el joven dijo que ninguna le agradaba para casarse.
Dispusieron, entonce, los padres, de dar una fiesta en otra estancia. Invitaron a las familias más ricas de muchas leguas a la redonda.
A la oración, se prepararon los padres y el hijo para ir al baile. Entonce, el joven le dice a la Monita del Palo que le alcanzara los zapatos. Entonce ella le dice:
-¡Amito, llevenmé p'al baile!
-Cayate -le dice el mozo, que agorita de voy a dar un zapatazo.
Ya se aprontaron y se fueron a la fiesta. Que estaba muy lindo el baile y la música, y había muchísimas niñas muy paquetas y donosas.
Muy triste se quedó la Monita del Palo. En eso que 'staba áhi, se mira la mano y se ve el anillo que le dejó la madre al morirse y que le dijo que era de virtú. Hasta entonce se había olvidado que él la podía ayudar en sus sufrimientos. Lo saca y lo flota tres veces en la palma de la mano. Y entonce aparece un negro grandote y le dice:
-¿Qué se le ofrece, mi amita?
-Quiero un traje completo con zapatos y alhajas. Que sean mejores que los de todas las niñas que haigan ido al baile, y quiero un carruaje más hermoso que todos los que se conozcan en el mundo.
Y al ratito no más le trajo el negro un traje preciosísimo y un carruaje, y jue al baile. Cuando ven que hacía luces una cosa que venía y que ya llegó a la casa, y ven que una niña tan hermosa como no se había visto otra, llegó. Todos les hacen atenciones, y le hacen pasar al baile.
En cuantito la vio el joven, se enamoró de ella. Ahí no más se arrimó y bailó con ella toda la noche. Y después le preguntó:
¿Adonde vive usted, señorita?
-Yo vivo acá cerca en la calle del Zapatazo.
Entonce él le ofertó compañía. Ella le dijo que sí, pero en un descuido tomó la puerta, y salió y desapareció. La buscaron por todas partes y no la pudieron encontrar.
Bueno... el joven quedó muy triste de que no pudo dar con la muchacha que se había enamorado. Entonce determinaron de dar otra fiesta. Cuando iban a ir al baile se aprontaron los padres y el joven le dice a la Monita que le alcance el bastón. Entonce le dice ella:
-¡Amito, llevenmé al baile!
Y él le contesta:
-Callate que te voy a dar un bastonazo.
Y ya se jueron a la fiesta y quedó la Monita del Palo. Enseguida no más se sacó el anillo, lo flotó tres veces y se presentó el negro y le dice:
-Amita, ordene lo que quére.
Ya pidió la niña un traje y un carruaje tan lujosos como no había otros. Y ya se los trajo, se acomodó y se jue al baile. El joven que 'staba en la puerta viendo si aparecía, en cuanto la devisó la salió a recibir muerto de gusto.
La tomó del brazo y la llevó al baile y bailó con ella toda la noche. Y que le dice:
-Vea niña, que esta noche la voy a acompañar. ¿Cómo era la calle en que vivía?
-Vivo en la calle del Bastonazo -le dice ella.
Y después, hizo lo mismo la niña, que en la primera noche. Cuando venía aclarando, en un descuido salió, tomó un carruaje y desapareció. Vino a la casa, despachó el coche y se acostó a dormir. Cuando llegaron los patrones, la casa 'staba en silencio.
Al otro día, los padres y el joven conversaban de esta niña tan hermosa que naide sabía de ánde era ni cómo se desaparecía. Y entonce dijieron que él tenía que comprometerla y acompañarla y no dejarla ir. El joven 'staba cada vez más enamorado de la niña y muy triste pensando si no la volvía a encontrar. Entonce determinaron de dar otro baile, y los padres y el hijo se aprontaron para irse. Entonce el joven le pide a la Monita del Palo que le pase el cepillo. Ella se lo alcanza y le dice:
-¡Amito, llévenme al baile!
-Cayate -le contesta, que agora te voy a dar un cepillazo.
Bueno... Ya se jueron. La niña entonce se sacó el anillo, lo flotó tres veces y se presentó el negro, y ella le pidió un traje y un carruaje más lindos y lujosos que los otros.
Al ratito no más el negro le trajo un traje como nunca se había visto otro y un carruaje que brillaba como el sol. Se acomodó y se jue al baile.
El joven la 'staba esperando. La recibió, la llevó a la sala del baile y bailó con ella toda la noche. Y ya le dijo que esa noche no se le iba a escapar. Y le dijo que la quería, que la comprometía y le dio un anillo. La niña se puso el anillo y siguió bailando. Cuando venía aclarando, se hizo la que se iba arreglar a otra pieza, y nadie se dio cuenta cuando desapareció. Busca que busca a la niña y no la encontraron por ninguna parte. La niña llegó a la casa, despachó el coche y se acostó a dormir. Más tarde llegaron los patrones. Ella los oía que conversaban y conversaban de la niña que nadie sabía de ánde era.
Al otro día, el joven 'staba muy triste. No sabía que hacer.
Se acordaba que la niña le había dicho que vivía en la calle del Zapatazo, del Bastonazo y del Cepillazo. Mandaron entonce a los criados a buscar esas calles, pero no las encontraron por ningún pueblo de por esos lugares. El joven decía que la niña 'staba comprometida porque él le había dado un anillo. Pasaron varios días, y el joven de pena se enfermó. Tenía fiebre y cada día 'staba pior. No habían dejado médico del pueblo y de todos los lugares cerca sin ver, pero nadie le curaba el mal. Ya 'staba el mozo para morir. No dejaban entrar a nadie a la pieza, nada más que a los patrones. Un día el joven llama y pide un vaso de agua. Entonce la madre le dice a la Monita del Palo, pensando que era tan graciosa y que lo podía alegrar al joven:
-Llevale el agua vos Monita.
La niña va lava bien el vaso, le pone el anillo que le dio el joven y lo llena de agua, y se lo lleva al enfermo. El mozo agarra el vaso con su mano tembleque, toma unos tragos y ve el anillo y lo reconoce. Entonce, haciendo un esfuerzo le dice a la niña:
-¿De dónde has sacado este anillo?
-Usté me lo dio, patroncito.
-¿Y vos sos la niña que estaba en el baile?
-Yo soy. No se acuerda que yo le dije la primera noche que vivía en la calle del Zapatazo. Yo le dije la segunda noche que vivía en la calle del Bastonazo porque usté me ofertó un bastonazo, y le dije la tercera noche que vivía en la calle del Cepillazo, porque usté me ofertó un cepillazo.
Entonce el joven le dice:
-Si sos la niña que jue al baile, presentate como juiste vestida una de las noches.
La niña jue a su pieza. Flotó el anillo y pidió el traje más lindo que se puso para ir al baile.
Se arregló y quedó preciosa, como una reina. Se presentó así al joven. Cuando éste la vio dio un grito:
-Llegó mi novia, vengan a verla.
Y ya la abrazó y la presentó a los padres. Ellos se quedaron muy sosprendidos y le preguntaron que de ande venía. Ella dijo que de su pieza. El joven les esplicó que era la que le llamaban la Monita del Palo, que había sido una niña encantada, y que él se iba a casar con ella. De este día, el mozo sanó radicalmente. Los padres estaban locos de contentos. Les parecía mentira que el hijo se les salvaba, que ya lo daban por muerto. A la semana, se casaron los novios, en una gran fiesta que duró varios días. Los padres hicieron repartir regalos a los pobres por la salvación de su hijo.
Los recién casados quedaron muy felices y vivieron muchos años.

Amador V. Olivera, 68 años. San Luis, 1952.

Hombre del pueblo. Gran narrador.

Variante del cuento fundamental.

Cuento 1050. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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