Había
en un pueblito un matrimonio que tenía una hijita, única hija, de
edá de diez años. Este matrimonio eran muy felices viendo crecer la
hija al lado de ellos. El dueño 'e la casa era muy guapo y la señora
era muy hacendosa, también. En aquellos años vivían de una
majadita que tenían y de algunos trabajos que hacía él, de vez en
cuando. Un día entró una enfermedá muy mala, en el lugar, que le
llamaban el cólera. De dónde viene y cae enferma la señora. Y
entonce no se le encontró remedio y falleció. El esposo se cambió
de áhi con todo lo que tenía, a otro lugar.
Ya
vivía el hombre con su hijita y lo pasaba bien. Al cabo de un año
se hizo de varias amistades en el nuevo lugar, adonde se había ido a
vivir. Y comenzó a ir a pasiar a la casa de una señora ande había
una muchacha. Y tanto jue y tanta amistá tuvo que le pareció bien
la muchacha y la pidió para casarse con ella.
La
muchacha aparentó querer mucho a la hijastra, y eso es lo que lo
llevó al hombre a casarse. Ya tenía once años y era muy guapa la
chica, muy hacendosa, y era sumamente donosa. Ya se casaron, y
vivieron muy bien al principio. La chica la quería como a una madre
a la madrasta.
Pasaron
los años y la señora comenzó a tener familia y tuvo cuatro hijos,
dos varones y dos mujeres. Que éstos eran muy regalones de la madre,
del padre y de la media hermana. Venían siempre visitas a la casa y
siempre codiciaban a la muchacha que no era hija de la señora, que
siempre decían:
Y
de los niños de la señora no decía nadie nada. Entonce la
madrasta, al ver que todos los cumplimientos y halagos eran para la
hijastra, comenzó a tenerle odio projundo. La comenzó a tratar mal,
a mortificarla, a decirle que era fiera, asquerosa y que era igual a
una mona de los palos. La tenía mal vestida, mugrienta. No la dejaba
ni que se lavara y sin embargo la gente que venía la seguía
alabando a ella. Y ya le jue quedando el apodo de Mona del Palo. Y
así no más la llamaban en la casa.
Entonce
el padre dispuso de mandar a la niña a la casa de unos parientes que
vivían muy lejos. Se dispuso el padre a acompañarla. Entonce la
señora le dijo que no, que se juera sola. Y así que el pobre
hombre, con mucho sentimiento, tuvo que despachar a su hija sola.
El
padre le dio las señas del camino y de la casa. La niña tomó el
sendero y siguió las indicaciones del padre. Anduvo un buen tiempo,
pero como ella nunca había andado sola, se estravió. Anduvo como 15
días perdida en el campo. Se mantenía con frutas de los árboles
del monte no más. Por fin tanto andar, divisó una casa muy grande y
muy hermosa. Y áhi no más se allegó y pidió qué comer. Era una
tarde muy linda y de casualidá 'staban los dueños de casa en la
puerta. Que era un matrimonio que no tenían hijos más que un solo
hijo de veinte años. La niña llegó y les dijo que venía buscando
trabajo. Los dueños de la casa le contestaron que no la podían
tomar porque tenían el personal de servicio completo. Entonce la
niña les dijo que por favor la ocuparan, que ella venía de muy
lejo, estraviada, y que no sabía el camino para donde la habían
despachado.
Al
hijo que 'staba áhi, cuando la vio a la niña tan humilde y tan
lindita, le dio lástima y les dijo a los padres que la tomaran. Y
bueno, la hiceron pasar y le dieron de comer, y la dejaron para que
sirviera. La chica les contó cómo había sufrido y cómo había
pasado en el campo ande casi se había muerto di hambre y de sé.
Bueno...
Pasó el tiempo. La chica era tan viva, y tan trabajadora y de tan
lindos modales, que en seguida no más se ganó la voluntá de los
patrones y de todos los de la casa. Ya todos le querían mucho. La
llamaban con el apodo que le había puesta la madrasta, Monita del
Palo.
El
hijo de los dueños de la casa cumplió veinticinco años, y los
padres, que eran muy ricos, dispusieron de hacerlo casar.
Deter-minaron de dar un gran baile para que él eligiera la mejor,
muchacha que juera a la fiesta.
Ya
dieron el baile. Estuvo muy lindo, muy concurrido y había muchachas
de todas partes y muy lindas. Pero el joven dijo que ninguna le
agradaba para casarse.
Dispusieron,
entonce, los padres, de dar una fiesta en otra estancia. Invitaron a
las familias más ricas de muchas leguas a la redonda.
A
la oración, se prepararon los padres y el hijo para ir al baile.
Entonce, el joven le dice a la Monita del Palo que le alcanzara los
zapatos. Entonce ella le dice:
Ya
se aprontaron y se fueron a la fiesta. Que estaba muy lindo el baile
y la música, y había muchísimas niñas muy paquetas y donosas.
Muy
triste se quedó la Monita del Palo. En eso que 'staba áhi, se mira
la mano y se ve el anillo que le dejó la madre al morirse y que le
dijo que era de virtú. Hasta entonce se había olvidado que él la
podía ayudar en sus sufrimientos. Lo saca y lo flota tres veces en
la palma de la mano. Y entonce aparece un negro grandote y le dice:
-Quiero
un traje completo con zapatos y alhajas. Que sean mejores que los de
todas las niñas que haigan ido al baile, y quiero un carruaje más
hermoso que todos los que se conozcan en el mundo.
Y
al ratito no más le trajo el negro un traje preciosísimo y un
carruaje, y jue al baile. Cuando ven que hacía luces una cosa que
venía y que ya llegó a la casa, y ven que una niña tan hermosa
como no se había visto otra, llegó. Todos les hacen atenciones, y
le hacen pasar al baile.
En
cuantito la vio el joven, se enamoró de ella. Ahí no más se arrimó
y bailó con ella toda la noche. Y después le preguntó:
Entonce
él le ofertó compañía. Ella le dijo que sí, pero en un descuido
tomó la puerta, y salió y desapareció. La buscaron por todas
partes y no la pudieron encontrar.
Bueno...
el joven quedó muy triste de que no pudo dar con la muchacha que se
había enamorado. Entonce determinaron de dar otra fiesta. Cuando
iban a ir al baile se aprontaron los padres y el joven le dice a la
Monita que le alcance el bastón. Entonce le dice ella:
Y
ya se jueron a la fiesta y quedó la Monita del Palo. Enseguida no
más se sacó el anillo, lo flotó tres veces y se presentó el negro
y le dice:
Ya
pidió la niña un traje y un carruaje tan lujosos como no había
otros. Y ya se los trajo, se acomodó y se jue al baile. El joven que
'staba en la puerta viendo si aparecía, en cuanto la devisó la
salió a recibir muerto de gusto.
Y
después, hizo lo mismo la niña, que en la primera noche. Cuando
venía aclarando, en un descuido salió, tomó un carruaje y
desapareció. Vino a la casa, despachó el coche y se acostó a
dormir. Cuando llegaron los patrones, la casa 'staba en silencio.
Al
otro día, los padres y el joven conversaban de esta niña tan
hermosa que naide sabía de ánde era ni cómo se desaparecía. Y
entonce dijieron que él tenía que comprometerla y acompañarla y no
dejarla ir. El joven 'staba cada vez más enamorado de la niña y muy
triste pensando si no la volvía a encontrar. Entonce determinaron de
dar otro baile, y los padres y el hijo se aprontaron para irse.
Entonce el joven le pide a la Monita del Palo que le pase el cepillo.
Ella se lo alcanza y le dice:
Bueno...
Ya se jueron. La niña entonce se sacó el anillo, lo flotó tres
veces y se presentó el negro, y ella le pidió un traje y un
carruaje más lindos y lujosos que los otros.
Al
ratito no más el negro le trajo un traje como nunca se había visto
otro y un carruaje que brillaba como el sol. Se acomodó y se jue al
baile.
El
joven la 'staba esperando. La recibió, la llevó a la sala del baile
y bailó con ella toda la noche. Y ya le dijo que esa noche no se le
iba a escapar. Y le dijo que la quería, que la comprometía y le dio
un anillo. La niña se puso el anillo y siguió bailando. Cuando
venía aclarando, se hizo la que se iba arreglar a otra pieza, y
nadie se dio cuenta cuando desapareció. Busca que busca a la niña y
no la encontraron por ninguna parte. La niña llegó a la casa,
despachó el coche y se acostó a dormir. Más tarde llegaron los
patrones. Ella los oía que conversaban y conversaban de la niña que
nadie sabía de ánde era.
Se
acordaba que la niña le había dicho que vivía en la calle del
Zapatazo, del Bastonazo y del Cepillazo. Mandaron entonce a los
criados a buscar esas calles, pero no las encontraron por ningún
pueblo de por esos lugares. El joven decía que la niña 'staba
comprometida porque él le había dado un anillo. Pasaron varios
días, y el joven de pena se enfermó. Tenía fiebre y cada día
'staba pior. No habían dejado médico del pueblo y de todos los
lugares cerca sin ver, pero nadie le curaba el mal. Ya 'staba el mozo
para morir. No dejaban entrar a nadie a la pieza, nada más que a los
patrones. Un día el joven llama y pide un vaso de agua. Entonce la
madre le dice a la Monita del Palo, pensando que era tan graciosa y
que lo podía alegrar al joven:
La
niña va lava bien el vaso, le pone el anillo que le dio el joven y
lo llena de agua, y se lo lleva al enfermo. El mozo agarra el vaso
con su mano tembleque, toma unos tragos y ve el anillo y lo reconoce.
Entonce, haciendo un esfuerzo le dice a la niña:
-Yo
soy. No se acuerda que yo le dije la primera noche que vivía en la
calle del Zapatazo. Yo le dije la segunda noche que vivía en la
calle del Bastonazo porque usté me ofertó un bastonazo, y le dije
la tercera noche que vivía en la calle del Cepillazo, porque usté
me ofertó un cepillazo.
Se
arregló y quedó preciosa, como una reina. Se presentó así al
joven. Cuando éste la vio dio un grito:
Y
ya la abrazó y la presentó a los padres. Ellos se quedaron muy
sosprendidos y le preguntaron que de ande venía. Ella dijo que de su
pieza. El joven les esplicó que era la que le llamaban la Monita del
Palo, que había sido una niña encantada, y que él se iba a casar
con ella. De este día, el mozo sanó radicalmente. Los padres
estaban locos de contentos. Les parecía mentira que el hijo se les
salvaba, que ya lo daban por muerto. A la semana, se casaron los
novios, en una gran fiesta que duró varios días. Los padres
hicieron repartir regalos a los pobres por la salvación de su hijo.
Amador
V. Olivera, 68 años. San Luis, 1952.
Hombre
del pueblo. Gran narrador.
Variante
del cuento fundamental.
Cuento
1050. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 072
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