Había
una vez una familia que tenía cinco hijos, y lo hijo eran cabezudo.
Y le retó el padre a las criatura. Y lo hijo salieron a dispará. Y
le corrió el padre. Y entonce se desatinaron y vieron una luz lejo,
lejo. Se jueron a esa casa. Y era la casa del diablo. Y lo agarró el
diablo y lo dejó adentro de su casa que no podía volver.
Y
'epué, dice que cada noche se despertaba ello y pedía cosas. Y
fueron, y uno le pidió una aguja. Y le dio el diablo. Y se levantó
el otro y pidió ceniza. Y le dio el diablo. Y se levantó el otro y
pidió una toalla. Y le dio el diablo. Y se levantó el otro y pidió
un carbón. Y le dio el diablo. Y se enojó el diablo porque
dispararon y le salió a correr a lo cinco. El último no alcanzó a
pedir nada. Eso le había enseñado la abuelita de ello para salvase
cuando lo agarrara el diablo o la bruja. Y tenía que rezar.
Y
'epué, cuando le iba a alcanzar, uno le tiró la aguja, y se formó
un espinal muy grande. Y el otro echó la ceniza y se formó un
cerrazón. Y 'pué el otro echó el carbón y se formó un monte muy
cerrado. Y 'pué el otro echó la toalla y se formó una paré
de acero. Y se iba atajando en esas cosas el diablo, y 'epué no pudo
pasar la paré de acero, porque dice que el acero e contra el diablo.
Y se salvaron la criatura y el padre las perdonó.
Carlos
Antonio Flores, 9 años. Isla Apipé Grande. Ituzaingó. Corrientes,
1959.
El
niño narrador concurre al primer grado de la escuela. Este cuento es
variante del cuento tradicional La
hija del diablo con los motivos de la
huida mágica.
Cuento
902. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
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