Había
una vez una vieja y un viejo que tenían una yegua y un cojudo muy
viejo, una perra y un perro muy viejo. Y la vieja, la yegua y la
perra tuvieron mellizos, muy igualitos los dos.
Pasaron
muchos años. Los chicos eran ya mozos. Un día, el padre le compra
para cada hijo una espada, y tiene cada uno un caballo y un perro
igual.
Un
día uno de los hermanos se fue a rodar tierra. El otro hermano le
dice que qué recuerdo le va a dejar. Le dijo el hermano que le va a
dejar un vaso de agua clarita. Y le dijo que cuando el agua se ponga
turbia es porque él estaba en peligro.
Estando
casado, salió una mañana por los balcones y devisó de lejos un
humito. Le preguntó a la esposa dónde quedaba ese humito y ella le
contestó:
Entonce
el mozo ensilla su caballo y sale a dar una vuelta por el campo. Pero
se fue a ver de dónde salía ese humito. Cuando llegó a un pueblo
grande, vio que todas las puertas estaban cerradas. Y llegó adonde
estaba una viejita sentada, hilando a la orilla del fuego y en el
fuego estaba una olla hirviendo. Saludó y la viejita lo convidó que
se baje.
Estando
un rato en la cocina, le dice que ate el perrito del cogote del
caballo con un hilo. Y entonces, cuando el joven se fue a atar el
perrito para que no la muerda a la vieja, la vieja se le fue de atrás
y lo envolvió al caballo con el perrito y el joven con el hilo del
huso, y se le formó una cadena, porque la vieja era bruja. Y los
pasó a una pieza, así encadenados, donde los encerró para que se
mueran de hambre y después comerlos.
Y
el hermano que quedó en la casa, se acordó del vaso con agua. Lo
fue a ver y estaba turbio. Entonces ensilló su caballo y se fue con
el perrito y la espada por el mismo camino que salió el otro
hermano.
Llegó
al palacio del Rey donde se casó su hermano. Cuando lo vio la hija
del Rey y el Rey se alegraron, creyendo que era el esposo de la niña.
Se
bajó del caballo y áhi lo abrazó la niña creyendo que era su
esposo, y entonce él pensó que sería la esposa de su hermano, y no
le dijo nada. Durmieron juntos esa noche y él puso la espada en el
medio.
Entonces
pensó que allí estaría su hermano.
Ensilló
su caballo y se fue con su perrito y la espada donde estaba el
humito, llegando a la casa de la vieja. Cuando llegó relinchó su
caballo, contestando el otro caballo. Torió el perrito, y le
contestó el otro de adentro. Entonces se bajó y le dijo a la vieja
que le entregara su hermano. Le dijo entonces la vieja que tome un
hilito que le dio y lo ate al perrito del cogote del caballo, y le
dijo que ella no tenía ningún hermano.
Entonces
el mozo sacó su espada y le cortó un brazo. Y le dijo la vieja que
no la matara que le entregaría su hermano. Entonces sacó las llaves
y le abrió la puerta, lo desató y se lo entregó. Él la agarró a
golpes y hachazos a la vieja con la espada y la mató, quitandolé
las llaves que tenía.
Se
volvieron al palacio del Rey. Y viniendo por el camino, le contó el
hermano lo que le había sucedido cuando venía en busca de él.
Entonces pensó el otro hermano que lo habría embromado con la
señora. En la noche pararon. Entonces se acostaron a dormir. Cuando
se durmió el hermano que volvió la vida al otro, el hermano salvado
sacó su espada y le cortó el cuello al hermano bueno. Y se puso a
llorar.
Entonces
vido que vinieron dos lagartos jugando. Vino uno y le cortó la
cabeza al otro, y se puso a llorar. Dando vueltas, entonces, salió
disparando. Fue y cortó un gajito de un monte, lo hizo oler al
muerto y le pegó la cabeza, pasándole por el cuello el monte, y
salió disparando el lagarto muerto. Vio entonces el hermano y hizo
como lo hizo el lagarto. Entonces cortó un gajito del mismo monte,
le hizo oler al hermano, y le pasó por el cogote, y le juntó el
cuerpo con la cabeza, pero la cara pa' atrás. Entonces le volvió a
cortar el cogote y le puso bien la cabeza. Y al rato se recordó y le
dijo que qué sueño largo que había tenido. Entonces le contó que
soñó que él lo había matado y lo hizo vivir con un monte.
Entonce
dispusieron cortar mucho monte de ése y volverse a la ciudá para
hacer vivir la gente que la bruja había muerto. Una vez que llegaron
a la ciudá, hicieron vivir a los muertos. Y los curas salieron
tocando las campanas y fueron a dar misa.
Entonces
el Rey oyó esto y mandó a ver qué pasaba en la ciudá dormida,
pero los encontraron a los hermanos en el camino, y que les contaron
que ellos hicieron vivir a la gente.
Y
cuando llegaron al palacio del Rey salió la hija y no halló a quien
abrazar porque eran iguales los dos jóvenes. Pero uno de ellos dijo
que abrazara a su esposa y áhi vieron quién era el esposo. Al otro
hermano, el Rey quería hacerlo quedar, al hermano que salvó la
ciudá, pero él se hizo una paloma, el perro otra paloma y el
caballo otra paloma. Como eran ángeles se fueron al cielo. Y como el
otro hermano pecó, se quedó en la tierra.
Y
yo me vine en un zapato roto,
lleno
de porotos
para
que usté me cuente otro.
Zenobia
Romero, 39 años. El Cerco. General Ocampo. La Rioja, 1950.
Aprendió
el cuento de un viejito del lugar que sabía muchos cuentos que ella
ha olvidado.
Cuento
860. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
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