Dice
que había una vez un señor viudo que tenía una hija que era muy
hermosa y que él le quería mucho, pero dice que se casó otra vez y
entonces tuvo dos hijas, pero no eran tan lindas como la otra, y eran
muy malas. Las tres se criaron juntas, pero las dos hermanas eran
malas y envidiosas con la huerfanita linda, y la hacían trabajar
mucho y la pusieron de cocinera. Ella era linda y muy buenita.
Un
día dice que llegó a la casa de ellas un señor príncipe que
llevaba unos zapatitos lindos para que se probaran las niñas y la
que calzara los zapatitos la iba a elegir para su novia. Todas se
probaron y sólo a la huerfanita buena le quedaron bien. En el pueblo
del Príncipe había una fiesta y tenían que ir las tres niñas. El
Príncipe tenía que ver puestos los zapatitos en los pies de la niña
que calzó más bien y le iba a conocer y tenía que bailar con ella.
La
niña buena tenía que cocinar ligero para poder ir a la fiesta,
tenía que hacer una tortilla de alverjas. Como estaba apurada se le
volcaron todas las alverjas y ella afligida dijo:
Entonces
Dios, como era buena le mandó del cielo muchas palomitas que bajaron
junto a ella y cada una tomó en su pico una alverja y entregó a la
niña y después volaron otra vez al cielo; entonces la niña hizo la
tortilla y después de terminar sus trabajos fue con sus hermanas a
la fiesta. El Príncipe dice que la conoció por los zapatitos y la
sacó a bailar. Después la pidió para su esposa, se casó con ella,
la llevó a su palacio y fueron muy felices, como se merecía la niña
tan buena y tan linda.
Cecilia
Noguera, 13 años. Mercedes. Corrientes, 1951.
Cuento
1043. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
No hay comentarios:
Publicar un comentario