Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

La cenicienta .1042

Dice que había una señora que tenía dos hijas. Una de ellas era muy fea, asquerosa, y la otra regularcita. Ésta más lindita se casó y tuvo la gran desgracia de perder la vida al tener una nena. Y la nena se la dejó a la madre de ella para que se la criara. Y dice que esta chiquita era muy bonita. Y iba creciendo y más bonita se ponía. Y lo que la vía tan linda, la fea la agarró a aborrecer a la sobrina. Y cada día, lo que la vía más bonita más odio le iba tomando. Y a causa de esta hija fea, cuando la niñita tuvo cinco años, ya la tiraron a la cocina para que ella empezara a hacer las cosas de la cocina. Y ya a esa edá iba siendo capaz de hacer algo. Ella ya hacía el fuego, calentaba el agua y les llevaba el mate a la cama a la abuela y a la tía.
Y dice que a esta chica no le daban más que unos cueros pa que duerma. Y que 'taba siempre sucia y llena de ceniza. Y que le dice la fea a la madre que le pusieran la Cenicienta. Como la tenían en la cocina no más, siempre 'taba sucia con ceniza.
Ya creció a la edá de diez año y ya alcanzaba a desempeñarse en todo. Les daba el mate y les hacía la comida como podía. La mandaban al mercado, a los almacenes. Siempre andaba hilachenta, sucia. Ya se sabe lo que es ser güérfana y más cuando la aborrecen.
Dice que una vez la encuentra una señora, cuando iba al mercado, que venía con unos cuatro corderos, y dice que le dice:
-¿No querís que te dé un cordero pa que lo criés, pa que te acompañe?
-Cómo lo voy a criar, señora, si mi abuela y mi tía se enojan. Sólo que le dé la lechecita o el juguito de mazamorra que me den a mí.
-Eso -que le dice la señora.
Lo acetó la chica. Y va a la casa. Dice que lo que la vieron a la chica con el cordero en los brazos, que le dice la fea:
-Mire, mamá, a esta chinita con ese animal en los brazos. Quiteseló y largueló.
Que le dice la chica:
-¿Pórque me lo va a quitar si me lo han dado pa que me acompañe?
Entonce que le dice la vieja:
-Dejalo, dejalo que lo críe.
Y así, esta chica andaba por todos lados con el corderito. Lo crió con mucho cariño. Y ya 'taba grandecito el cordero y gordito.
Bueno. Y dice que un día le dice que agarre ese bicho y que lo tire.
Y bueno, que un día la mandan al mercado y le dicen:
-No lo llevís a ese bicho. Encerralo y dejalo.
Y dice que cuando salió la chica, sacaron el cordero y lo degollaron. Lo carniaron. Y dice que cuando volvió la chica, de lejo no más devisó que 'taban carniando un animal, pero no sabía que era su corderito.
Y dice que cuando llegó y vio, dice:
-Pero, agüelita, pero que no ve que no tenía más compañía que el corderito ¿pórque me lo mataron?
Lo que sacó es que la castigaron.
Bueno. Y después que le sacaron las tripitas, las pusieron en una palangana y que la mandaron al río a lavar las tripitas. Y la chica andaba llorando no más. ¡Qué se le iba acabar el duelo si le habían muerto su compañero!
Y la chica se jue llorando. Y le dijeron:
-Y si dejáis ir una tripita en la corriente del arroyo, no volváis.
Y así que le dieron contadas las tripitas. Y dice que se jue y se puso a lavar las tripitas y a llorar. Y dice que por áhi va y se le escapa una tripita. Y se largó ella a buscar la tripita río abajo. Y dice que cuando caminó un trecho, llorando, dice que al otro lado del arroyo devisa un señor muy hermoso, de ropaje blanco. Y dice que le dice:
-¿Qué buscás, buena niña?
-Una tripita, porque si la pierdo me van a castigar.
-Pasá a este lado ande 'toy yo. Yo te la daré.
Pasó la niña y ha pasado del lado izquierdo, y le dijo:
-Mirá, vení, lavame con tus manitos esta llaga y te daré tu tripita.
Y dice que pasó ella y lo hizo con todo gusto.
-Bueno -que le dice, basta.
Y sacó la tripita y se la dio. Y le dice:
-Mirá, te voy a dar un consejo, hija mía, porque te quiero mucho y te tengo mucha lástima. Que esta noche 'tés muy alerta. Esta noche no te duermas. Cuando refune el burro bajá la cabecita y cuando cante el gallo levantá la cabecita.
Dice que la Cenicienta se fue con la tripita muy contenta. Y dice que se puso a cebar mate y a darles. Y dice que cuando ya jue de noche 'taba apurada por acostarse. No dormía ella esperando la novedá.
Dice que pasó toda la noche despierta. Al alba, ya oyó lejos el burro, y bajó la cabecita. Y ya cantó el gallo y levantó la cabeza y le cayó una estrea en la frente.
Bueno, a la mañana, se levantó ya y cuando iba adentro, deslumbraba esta criatura con la estrea. Y que ya le vieron la estrea y que se la querían sacar. Que la rajuñaban y rajuñaban para sacarselá y no podían. Y bueno, más envidia tenía la fea. Y que le dice:
-¿Qué te ha pasado chinita? Y vos que sois la Cenicienta no podés andar con eso.
Entonce dispusieron de ponerle una vincha para que no viera nadie lo que tenía esta niña. Y la niña contó cómo había encontrado a ese señor en el arroyo y cómo le había dado esa virtú.
Bueno. Que le dice la fea:
-Vea, mamá, usté debería carniar otro cordero y darme las tripitas a mí para ir a lavarlas en el río.
Y dice que le dice la madre:
-Bueno, hija, así vamos a hacer. Le voy a dar las tripitas pero no me deje perder ni una. También, pobre de vos si dejás perder una; te voy a matar.
Simulacro que hicieron así.
Entonce fue y compró un cordero, lo degolló y hizo lo mismo que con la Cenicienta. La misma simulación que hizo con el otro cordero.
Bueno. Esta niña chica, la Cenicienta, la habían mandado al mercado. Y dice que le dice el dueño del mercado:
-¿Qué tenis, que ti han puesto esa vincha? Y un trapo tan sucio que ti han puesto. Sacateló.
-No, la abuela no quiere que me saque esta vincha.
Y le dice el dueño del mercado:
-¿Maver? -agarró y le sacó la venda.
Cuando vieron, todos se almiraron y halagaron a esta criatura. Y que, le dijieron:
-¿Por qué te hacen eso?
-Yo no sé -dice ella.
La pobre criatura no sabía que tenía esto. La infeliz criatura no tenía espejo nunca. Vía el vislumbre no más cuando se sacaba la vincha, pero no sabía qué era eso. Y se divulgó por todo el contorno del pueblo lo que tenía esta criatura y llegó a los oídos del Rey que vivía en otro pueblo.
Y bueno. Vamos a lo que le pasó a la otra, a la fea. Se jue al arroyo la chinita mala. Y salió haciendosé la que lloraba, de pícara. Y se sentó a hacer la que lavaba. Y dice que por áhi ella largó de intento una tripita. Y siguió por la orilla del arroyo haciendosé la que lloraba. Y dice que ya caminó la distancia hasta donde estaba este señor, con el ropaje tan hermoso.
Dice que le dice:
-¿Qué busca, buena niña?
-Una tripita, que me ha llevado el agua y mi mamá me va a castigar si no la llevo.
Y dice que le dice este señor:
-Pasá a donde yo estoy y te voy a dar tu tripita.
Bueno, ya ha pasado y le dice:
-Lavame esta llaga y yo te daré la tripita.
Y dice que le dice ella:
-¡Qué más te quisieras viejo puerco, que yo te voy a lavar esa llaga!
Ése fue el contesto de ella. Jueron las palabras de la guasa y sin saber con quién trataba.
Y dice que saca la tripita y le dice:
-Tome su tripita, aquí la tiene y le voy a decir una cosa.
'Té usté muy alerta. Vea, al alba, no se duerma. Esta noche van a cantar dos animales, el burro y el gallo. Cuando cante el burro, usté levante la cabeza y cuando cante el gallo usté baje la cabeza.
Y bueno, y dice que ya se fue a la casa de la madre. Y ya pegó la vuelta y se jue sin despedirse, ni nada.
Y ya llegó a la casa. Y que le dice la madre:
-¿Cómo te ha ido, hija mía?
-Bien, mamita. También me va a caer una estrea.
Bueno. No vía la hora que ya juera la noche.
La Cenicienta andaba siempre trabajando. Y por último llegó la hora. Se acostó muy temprano. Y dice que ya jue la hora. Y cantó el gallo, y ella bajó la cabeza. Y sintió cantar el burro y levantó la cabeza. Entonce sintió esta mujer que le cayó una cosa en la frente, que no sabía qué era, si eran las orejas del burro o qué parte del burro era. Y entonce que le dice a la madre:
-Levante, mamá, venga, vea, que 'toy apretada la frente.
Y ya se levantó la madre.
-¡Ay, hija mía! -que le dice. ¡Qué castigo! ¡Qué castigo! No comprendo yo lo que te ha caído en la frente.
Y le dice:
-Traite un cuchío, te voy a cortar lo que te ha caído en la frente, un miembro terrible ti ha caído en la frente.
Y lo que le tironiaba la madre para sacarle era un dolor que no podía resistir. Entonce agarró un trapo y le hizo una gran vincha, porque era muy grande lo que tenía. Ya ve usté cómo castiga Dios. Y dice que ya se levantaron muy tristes, las dos niñas envinchadas.
Y dice que esto había llegado a los óidos del Rey. Esto tan curioso. Y dice que le dice el Rey al Príncipe Real:
-Te vas a tomar el coche real y te vas a ir por todas las casas más pobres, buscando a esa niña que tiene una estrea en la frente.
Que lo mandó al Príncipe con dos lacayos. Y entonce dice que el Príncipe salió a buscar dando vuelta a todas las casas. Y dice que le dice un señor:
-Usté vaya al mercado y áhi va a ver la niña y por áhi le van a dar noticia.
Y dice que se jue el Príncipe. Y que le dice el dueño del mercado:
-En aquella casa la va a encontrar. Es una güérfana que le dan mal trato y la tienen envidiandolá no más.
Bueno. Entonce dice que se dirigió a la casa. Lo saludó muy cortés la señora, pero no lo invitó que se bajara. Dice que le dice:
-A bajarme vengo, señora, ¿por qué no me convida?
-No acostumbro a envitar a la gente rica. Bajesé si quere.
Miren qué modo de tratar un Príncipe. Entonce dice que le ha dicho:
-Mire, señora, me han dicho que usté tiene una niña que tiene una estrea en la frente.
Pero como la vieja ya estaba alerta, la niña ya 'taba escondida en una caja grande de madera, que tenía.
Dice que le dijo:
-Yo no tengo ninguna niña con estrea en la frente. Yo sólo tengo una niña que tiene otra cosa en la frente. Si usté quere pasar, pase, áhi 'tá sentada en el estrado.
Que tenía estrado la casa. Entonce tenían estrado todas las casas. Y dice que sintió horror cuando vio el Príncipe este mostruo que tenía la pobre mujer. Y se retiró el Príncipe. Y entonce dice que principió a toriar el cuzquito de lo casa, y que decía para el lado de la caja:

«Ñu, ñau, caja pitiña,
niña estrea en la frente.
Burrita pajiña,
sentada en el estrado».

El cuzquito hablaba clarito, esto. Era como un ángel que le estaba aclarando el caso. Por tres veces dice que le decía al Príncipe. Entonce el Príncipe se volvió y sintió lo que decía el cuzquito.
Y dice que la vieja le pegó un puntapié y lo tiró afuera.
Y entonce le dice el Príncipe:
-Usté me va a dar la llave de la caja.
-Pero usté no es el dueño de la caja. En mi casa hago lo que quero.
Se lo impuso el Príncipe y tuvo que entregar la llave al Príncipe.
Y sacaron la niña. Y dice, qué placer, qué gusto tuvo el Príncipe de ver esta niña tan bonita, con una estrea en la frente. Y la sacó de la caja y la puso en el coche para que fuera su esposa. Y la Cenicienta se casó con el Príncipe después de cumplir los quince años. La llevaron al palacio y la educaron. Y la vistieron como Princesa.
Ese fue un ejemplo para las envidiosas.
Ese viejito que le hizo caer la estrea en la frente era Dios.

Josefa Roldán, 80 años. Tulumba. Córdoba, 1952.

A pesar de la edad de la narradora, conserva sus muy buenas aptitudes para relatar.

Cuento 1042. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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