Que
había una vez una señora que tenía tres hijos. Un día que le dice
el mayor qu'él s'iba a ir a rodar tierra.
En
el camino que se encontró con un viejito que venía en una burrita.
El viejecito que le preguntó al joven si para dónde se iba. El
joven le contestó que a rodar tierra.
Entonces
el viejito le dijo que suba en la burrita de él y lleve una carta.
Que en el camino iba a encontrar dos piedras que se abren y se
juntan. Que cuando se abran las piedras pase por medio d'ellas. Que
más allá iba a encontrar dos cabezas de vaca recién degolladas
cad'una con el cuchillo que las degollaron y qu'él pase por sobre
esas cabezas. Más allá qu'iba encontrar unos sauces grandes. Que
cuando llegue allí la burrita s'iba hincar. Entonces iba a salir una
viuda a la que tenía que entregar la carta, dar la vuelta una vez
entregada la carta y regresar donde quedaba el viejito.
El
joven se fue y el sol quemaba mucho, por eso antes de llegar a las
piedras se bajó de la burrita y se acostó, sacó la carta y la
leyó. De ahí no más dio la vuelta.
Entonces
que le preguntó el viejito que cuánto valía el viaje. El mozo
contestó que valía un Dios se lo
pague y que le llene los bolsillos de
plata.
El
viejo le llenó los bolsillos de plata y el joven se fue a un almacén
a comprar comida. Pidió mucho que comer y cuando metió la mano al
bolsillo para pagar tenía sólo tierra.
En
el camino se encontró con el mismo viejito y le preguntó para dónde
se iba y el mozo le contestó que a rodar tierra.
El
joven llegó cerca de las piedras, se apeó, se acostó, sacó la
carta y la leyó igual que el anterior. Después dio la vuelta y
cuando llegó donde estaba el viejito, éste le preguntó que qué
había visto y el mozo le contestó que muchas cosas.
El
viejito le preguntó que cuánto valía el viaje y el joven le dijo
que un Dios se lo pague
y que le llene los bolsillos de plata. El joven se fue al almacén y
pidió mucho que comer. Cuando metió la mano al bolsillo en vez de
dinero encontró carbón. Después, que el hijo menor le dice a la
madre que él también se va a rodar tierra.
Salió
de viaje y se encontró con el mismo viejito. El viejito le dijo lo
mismo que a los otros hermanos.
El
mozo salió en la burrita, llegó a las piedras y cuando se arrimó
se abrieron y pasó por medio de ellas. Más allá encontró las dos
cabezas de vaca con el cuchillo y pasó por encima de ellas. Más
allá llegó adonde estaban dos viborones peleando y pasó por encima
de ellos. Más allá vio unas vacas flacas que comían en buen pasto.
Más allá estaban unas vacas gordas donde no había qué comer.
Llegó a los sauces grandes, y cuando llegó allí, la burrita se
hincó. Entonces salió la mujer viuda y le entregó la carta. Áhi
no más pegó la vuelta el joven.
Cuando
llegó donde estaba el viejo, éste le preguntó que qué había
visto. El joven le indicó todo lo que había visto. Entonces el
viejito le dijo que las dos piedras eran sus hermanos (los del joven)
que así iban a vivir, abriendosé y juntandosé. Las dos cabezas de
vaca, eran sus hermanos que iban a vivir degollados. Los dos
viborones que eran también sus hermanos que iban a vivir peliando.
Las vacas gordas le dijo el viejo:
Y
que las vacas flacas eran los ricos que teniendo qué comer, no
comen.
Cuando
le dijo esto, el viejito le dijo al joven que cuánto valía el viaje
y el joven le dijo que un Dios se lo
pague. El viejo le dio el Dios
se lo pague y le echó un cinco en el
bolsillo. Además le regaló una yegua con un bretal de plata y le
dijo que el primer potrillo que tenga la yegua iba a ser muy bonito,
pero que no vaya a ponerle el bretal
y que s'iba a llamar Nipi Negro Overo.
Que el otro potrillo que tenga la yegua iba a ser muy fiero
y a ése le ponga el bretal y que s'iba a llamar Morcillo.
El
muchacho se fue al almacén y pidió un cinco de comida. Cuando quiso
pagar encontró los bolsillos llenos de plata y compró mucha comida.
La
yegua parió el primer potrillo que era muy bonito. El muchacho lo
quiso mucho y le puso el bretal. El potrillo se le disparó con el
bretal. Después la yegua parió el potrillo fiero y como no tenía
el bretal para ponerle, el muchacho le puso freno. El potrillo lo
habló al muchacho y le dijo:
-No
sabís a quién has puesto el bretal, ni a quién has puesto freno.
El otro potrillo es el diablo y yo soy Dios.
El
mozo entonces le preguntó al caballo fiero, de qué modo podría
hacer para sacarle el bretal al otro. El caballo le contestó que
solamente que monte en él para que lo lleve donde baja al agua el
otro. Que cuando lleguen a ese lugar que lo ate bien en el bramadero
que hay en un corral. Que él iba a relinchar y entonces el primero
en bajar sería Nipi Negro Overo.
Le dijo también que lleve un machete y que se ponga junto a la
puerta del corral para que cuando entre Nipi
lo desgarrone de un hachazo.
Hizó
así el mozo y cuando entró el potro lo desgarronó, le sacó el
bretal, montó en Morcillo,
y huyeron perseguidos por las yeguas que bajaron con Nipi
y eran los otros diablos, pero no pudieron alcan-zarlos.
El
joven se fue en su caballo hasta la casa del Rey. Cuando llegó allí,
el Rey le pidió que le busque una cata que se le había disparado al
campo. El joven le pidió una pluma que haya sido de la cata. El Rey
se la dio y era colorada.
El
joven le preguntó al caballo, si adónde podría hallar la cata. El
caballo le contestó que él sabía donde bajaba a beber la cata
junto con otras. Que para que pueda pillarla debía levantar en una
mano la pluma para que se asiente allí la cata. Que cuando la cata
se asiente, la agarre de las patas, se agarre firme y dispare en él.
Cuando llegaron adonde bajó la cata, el joven hizo lo que le dijo el
caballo, agarró la cata y disparó perseguido por las otras catas
que eran los diablos, pero no los alcanzaron. El joven llegó a la
casa del Rey, entregó la cata, pero el Rey le pidió que vaya a
quitarle a los diablos una hija que le robaron.
El
joven le preguntó al caballo cómo podía hacer y el caballo le
contestó que lo llevaría donde estaba la niña. Que la niña estaba
embarazada y que en cuanto vea la silla de él, que se iba antojar de
montarlo. Entonces que el muchacho le conteste que sólo en ancas
podría alzarla. Que cuando la niña monte, dispare y se agarre bien.
Todo
sucedió como el caballo lo dijo: llegaron al lugar donde estaba la
niña cautiva de los diablos, ésta se antojó de montar en Morcillo,
pero el joven le aceptó que lo hiciera en ancas. Cuando montó la
niña, el joven le dijo que se agarre bien por qu'iban a disparar.
Y
así no más fue. La niña se agarró y el joven le apretó el
galope, perseguido por los diablos, que no la pudieron alcanzar.
Llegó
el joven a la casa del Rey, le entregó la niña y siguió adelante
con Morcillo
en busca de nuevos servicios para hacerlos.
Antonio
Giménez, 60 años. Nollaco. Rivadavia. La Rioja, 1950.
Al
cuento tradicional de El camino del
cielo o
La carta se agregan aquí motivos del
cuento El caballito de siete colores.
Cuento
1012. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
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