Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

La carta .1012

Que había una vez una señora que tenía tres hijos. Un día que le dice el mayor qu'él s'iba a ir a rodar tierra.
En el camino que se encontró con un viejito que venía en una burrita. El viejecito que le preguntó al joven si para dónde se iba. El joven le contestó que a rodar tierra.
Entonces el viejito le dijo que suba en la burrita de él y lleve una carta. Que en el camino iba a encontrar dos piedras que se abren y se juntan. Que cuando se abran las piedras pase por medio d'ellas. Que más allá iba a encontrar dos cabezas de vaca recién degolladas cad'una con el cuchillo que las degollaron y qu'él pase por sobre esas cabezas. Más allá qu'iba encontrar unos sauces grandes. Que cuando llegue allí la burrita s'iba hincar. Entonces iba a salir una viuda a la que tenía que entregar la carta, dar la vuelta una vez entregada la carta y regresar donde quedaba el viejito.
El joven se fue y el sol quemaba mucho, por eso antes de llegar a las piedras se bajó de la burrita y se acostó, sacó la carta y la leyó. De ahí no más dio la vuelta.
Cuando llegó donde estaba el viejito, éste le preguntó que qué había visto.
El joven le contestó que había visto muchas cosas.
Entonces que le preguntó el viejito que cuánto valía el viaje. El mozo contestó que valía un Dios se lo pague y que le llene los bolsillos de plata.
El viejo le llenó los bolsillos de plata y el joven se fue a un almacén a comprar comida. Pidió mucho que comer y cuando metió la mano al bolsillo para pagar tenía sólo tierra.
Después que le dice a la madre el hijo del medio que él también s'iba a rodar tierra.
En el camino se encontró con el mismo viejito y le preguntó para dónde se iba y el mozo le contestó que a rodar tierra.
El viejo le dijo que suba a la burrita y lleve una carta y le encargó lo mismo que al otro.
El joven llegó cerca de las piedras, se apeó, se acostó, sacó la carta y la leyó igual que el anterior. Después dio la vuelta y cuando llegó donde estaba el viejito, éste le preguntó que qué había visto y el mozo le contestó que muchas cosas.
El viejito le preguntó que cuánto valía el viaje y el joven le dijo que un Dios se lo pague y que le llene los bolsillos de plata. El joven se fue al almacén y pidió mucho que comer. Cuando metió la mano al bolsillo en vez de dinero encontró carbón. Después, que el hijo menor le dice a la madre que él también se va a rodar tierra.
Salió de viaje y se encontró con el mismo viejito. El viejito le dijo lo mismo que a los otros hermanos.
El mozo salió en la burrita, llegó a las piedras y cuando se arrimó se abrieron y pasó por medio de ellas. Más allá encontró las dos cabezas de vaca con el cuchillo y pasó por encima de ellas. Más allá llegó adonde estaban dos viborones peleando y pasó por encima de ellos. Más allá vio unas vacas flacas que comían en buen pasto. Más allá estaban unas vacas gordas donde no había qué comer. Llegó a los sauces grandes, y cuando llegó allí, la burrita se hincó. Entonces salió la mujer viuda y le entregó la carta. Áhi no más pegó la vuelta el joven.
Cuando llegó donde estaba el viejo, éste le preguntó que qué había visto. El joven le indicó todo lo que había visto. Entonces el viejito le dijo que las dos piedras eran sus hermanos (los del joven) que así iban a vivir, abriendosé y juntandosé. Las dos cabezas de vaca, eran sus hermanos que iban a vivir degollados. Los dos viborones que eran también sus hermanos que iban a vivir peliando. Las vacas gordas le dijo el viejo:
-Son los pobres que comen lo que hallan.
Y que las vacas flacas eran los ricos que teniendo qué comer, no comen.
Cuando le dijo esto, el viejito le dijo al joven que cuánto valía el viaje y el joven le dijo que un Dios se lo pague. El viejo le dio el Dios se lo pague y le echó un cinco en el bolsillo. Además le regaló una yegua con un bretal de plata y le dijo que el primer potrillo que tenga la yegua iba a ser muy bonito, pero que no vaya a ponerle el bretal y que s'iba a llamar Nipi Negro Overo. Que el otro potrillo que tenga la yegua iba a ser muy fiero y a ése le ponga el bretal y que s'iba a llamar Morcillo.
El muchacho se fue al almacén y pidió un cinco de comida. Cuando quiso pagar encontró los bolsillos llenos de plata y compró mucha comida.
La yegua parió el primer potrillo que era muy bonito. El muchacho lo quiso mucho y le puso el bretal. El potrillo se le disparó con el bretal. Después la yegua parió el potrillo fiero y como no tenía el bretal para ponerle, el muchacho le puso freno. El potrillo lo habló al muchacho y le dijo:
-No sabís a quién has puesto el bretal, ni a quién has puesto freno. El otro potrillo es el diablo y yo soy Dios.
El mozo entonces le preguntó al caballo fiero, de qué modo podría hacer para sacarle el bretal al otro. El caballo le contestó que solamente que monte en él para que lo lleve donde baja al agua el otro. Que cuando lleguen a ese lugar que lo ate bien en el bramadero que hay en un corral. Que él iba a relinchar y entonces el primero en bajar sería Nipi Negro Overo. Le dijo también que lleve un machete y que se ponga junto a la puerta del corral para que cuando entre Nipi lo desgarrone de un hachazo.
Hizó así el mozo y cuando entró el potro lo desgarronó, le sacó el bretal, montó en Morcillo, y huyeron perseguidos por las yeguas que bajaron con Nipi y eran los otros diablos, pero no pudieron alcan-zarlos.
El joven se fue en su caballo hasta la casa del Rey. Cuando llegó allí, el Rey le pidió que le busque una cata que se le había disparado al campo. El joven le pidió una pluma que haya sido de la cata. El Rey se la dio y era colorada.
El joven le preguntó al caballo, si adónde podría hallar la cata. El caballo le contestó que él sabía donde bajaba a beber la cata junto con otras. Que para que pueda pillarla debía levantar en una mano la pluma para que se asiente allí la cata. Que cuando la cata se asiente, la agarre de las patas, se agarre firme y dispare en él. Cuando llegaron adonde bajó la cata, el joven hizo lo que le dijo el caballo, agarró la cata y disparó perseguido por las otras catas que eran los diablos, pero no los alcanzaron. El joven llegó a la casa del Rey, entregó la cata, pero el Rey le pidió que vaya a quitarle a los diablos una hija que le robaron.
El joven le preguntó al caballo cómo podía hacer y el caballo le contestó que lo llevaría donde estaba la niña. Que la niña estaba embarazada y que en cuanto vea la silla de él, que se iba antojar de montarlo. Entonces que el muchacho le conteste que sólo en ancas podría alzarla. Que cuando la niña monte, dispare y se agarre bien.
Todo sucedió como el caballo lo dijo: llegaron al lugar donde estaba la niña cautiva de los diablos, ésta se antojó de montar en Morcillo, pero el joven le aceptó que lo hiciera en ancas. Cuando montó la niña, el joven le dijo que se agarre bien por qu'iban a disparar.
Y así no más fue. La niña se agarró y el joven le apretó el galope, perseguido por los diablos, que no la pudieron alcanzar.
Llegó el joven a la casa del Rey, le entregó la niña y siguió adelante con Morcillo en busca de nuevos servicios para hacerlos.

Antonio Giménez, 60 años. Nollaco. Rivadavia. La Rioja, 1950.

Al cuento tradicional de El camino del cielo o La carta se agregan aquí motivos del cuento El caballito de siete colores.

Cuento 1012. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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