Antes
había reinados.
Había
un punto que había puramente brujos, pues. Y se había costiau
rodando tierra, un joven, hasta ese punto, buscando trabajo. Y viene
y se da con la casa de unos brujos. Y éstos habían teníu una hija.
Y esa hija se llamaba Clara. Entonce llega el joven y cuando la ve a
la niña que le llamaban Belleza del Mundo, porque era tan linda, se
enamora de ella y ella se enamora del joven. Buen mozo, dicen que era
el joven.
Bueno.
Le dieron de comer. Durmió. Y al otro día temprano se levantaron
los viejos, ordenando lo que tenía qui hacer el mozo. Y li han dicho
al mozo:
-Bueno,
usté va a sembrar en aquel cerro, aquella tierra. La va a desmontar,
va sembrar y nos va tráir los choclos pal almuerzo.
Pero
la joven era más fina que los mismos viejos. De los dos brujos, o
los dos diablos mejor dicho, tenía que ser ella la más fina. Y li
ha dicho al mozo:
-No
lo vaya a perder. Pongaló bien guardadito en su bolsillo del saco y
prendaló con alguna cosa, cosa que no se le vaya a perder el botón
o se lo vaya a robar mi papá.
Se
va el joven. Empieza a desmontar. Cuando él acuerda 'taba desmontau.
Agarra la yunta, ara, siembra. A las doce, justamente, están los
choclos, de la clase más linda. Lleva los choclos y les dice:
-Ay,
así nos gusta a nosotros un joven hacendoso como usté, ¿ve? Ahora,
mañana, vamos a poner una huerta.
Bueno,
se va. Al otro día llega y va a poner la huerta y justamente llega
con toda clase de frutas a la hora del almuerzo, pa que se sirvan la
vieja y el viejo. Pero, así sucesivamente lo mandaban a hacer cosas
que las hacia rápidamente el joven, y nadie sabía que la chica
intervenía en eso. La vieja y la chica sabían todo. La vieja ha
dicho:
-¡Ahora
van a ver! Tenimos dos pichones, viejo -dice- para comer mañana. Los
vamos a comer a la crema o al horno.
-¡Ah!,
mi tata y mi mama, 'tán pensando que nos van a comer a nosotros. Van
a comer miel de abejas, no a nosotros. Bueno, usté va ir y va atar
al burro y va estar allá, lejo, en el monte. Yo voy a aprontar las
alforjas.
Había
echau en la alforja el peine, la polvera con polvos, unas tijeras, un
dedal, cosas como ésas, y hilo, un carretel d'hilo. Cosas de comer.
Y si había aprontau la chica. Dejó tres escupidas para que
contestaran cuando ella no estuviera y se fue la chica.
'Tá
barriendo. Ya que tenga la casa bien barrida pa comerlos. Así nos
vamos a dar el banquete los dos, con los muchachos. Ya los vamos a
comer.
-Che,
la chica nos ha hecho dormir con patas y todo a los viejos, y si han
picado los dos en el burro.
Ella
iba en ancas y el joven manejando el burro, adelante. Y se largaron.
Se levantó la vieja y no vio ni Clara, ni mozo, ni burro, ni nada.
-Ahora
van a ver -dice la vieja. Andá, viejo, y pillame al zaino, voy a
darles alcance a estos pícaros, estos...
Y
dice que la vieja si había subíu arriba 'el caballo pa yaparse pa
pillar la paloma. Si ha espantau el caballo, ¡amigo!, y la ha tirau
a la vieja patas pa arriba. ¡Ah, bueno! Si ha mandau a mudar el
caballo y la ha dejau di a pie a la vieja. Y áhi si ha vuelto. Y los
changos si han mandau a mudar no más.
-¡Esa
bandida! Tá hecha una paloma hermosa. Áhi 'taba arriba 'el árbol
-le ha dicho la vieja al viejo cuando ha vuelto.
-El
árbol era el burro, po, zonza, vieja zonza. Y las ramas y las flores
eran el joven, y ella la paloma -ha dicho el viejo. Yo voy a ir.
Ya
los alcanzaba y ha dicho la chica:
Ya
cuando la ve la joven, saca la bellota y la caja con polvos y se la
tira a la vieja, y se li hace una niblina, una melcocha. ¡Qué iba a
ver! Se le desapareció todo y la vieja no pudo cruzar y se volvió.
Si
había montau la vieja en una escoba y si había ido a ver si la
podía alcanzar. Cuando ha llegau li han tirau un peine. Y el peine
se li ha hecho un champal a la vieja. Nu ha podíu pasar tampoco.
Casi si ha agotado la vieja.
-¡Ah,
que se vuelva lo que quiera!... ¡Ya 'tá muy lejo, que se vaya!,
pero el que la lleva la olvidará -dijo como maldición.
Bueno,
ellos han seguido... Han dau con unos palacios del Rey. Y han parau
en una casita del campo, ante de entrar al pueblo.
-Yo
me voy a ir a buscar trabajo -ha dicho el joven-. Usté se queda no
más aquí en el campo hasta que vuelva.
Una
vez en el palacio, el joven si olvidó de la chica. Pero la chica
hizo un jardín precioso en la casita que vivía. Y crió una gallina
y un gallo. Y eran de virtú. Y la gente, al ver la gallina y el
gallito y las flores preciosas fueron a contarle al Rey. Y el Rey fue
a ver eso tan curioso. Y fue el joven, pues, que era asistente del
Rey a ver esta novedá. En eso sale el gallo y la gallina conversando
y empiezan:
-¿Ti
acordáis gallito cuando llegastes a mi casa por primera vez y mis
padres te dieron trabajos que vos no los podías hacer y yo ti ayudé?
-¿Ti
acordáis ya cuando mi madre y mi taita nos iban a comer y nosotros
se himos disparau en el burro?
-¿Y
ti acordáis, por último, cuando te fuistes a buscar trabajo y te
quedastes vos todavía, ayudado por mí, para que te diera un buen
trabajo?
-¡Ah,
sí, mi acuerdo!
-¡Ah,
entonce usté conocía a la chica ésta tan hermosa y tan linda! Hoy
día se casan y yo soy el padrino.
Y
en eso se casan y yo 'taba también en el baile, pues. Yo vi el
casamiento y 'tuve en el baile, también, pues. Y me vine aquí
después.
Sixta
Castro de Guerrero, 53 años. Tilcara. Jujuy, 1968.
Buena
narradora y muy imaginativa.
Cuento
872. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 069
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