Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

Juancito de leon .1082

Era un rey casado. Estaba con la señora mirando por un río, y iba por el río una embarcación. El esposo decía que era lancha, ella decía que era barco. Y le dice el esposo:
-Palabra de Rey no vuelve atrás: si es lancha usté pena de la vida, y si es barco, igual, yo peno de la vida.
Y ella aceptó. Y mandó unos propios a ver. Era barco de vela. Los que jueron sentían del Rey y dijieron:
-No vamo a quedá gobernado por la señora.
Y volvieron los chasque y dijieron:
-Es lancha.
Ganó el Rey. Entonce dijo:
-Lleven esta mujer a matá al monte.
Ella 'taba pesada. Ella le dijo:
-Yo voy a llevá un libro para distraerme.
Antonce llevó el libro y se jue por el monte con eso tre mismo que jueron a vé el barco. Y se conversaban y decían:
-Es una injusticia matala. Vamo a llevale lejo, en el monte, y vamo a dejale que le coma la fieras.
Le dejaron. Se despidieron de ella y volvieron.
Ella, como llevó ese libro, que era de religión, siempre leía. Agarró el monte y se jue muy lejo.
Estaba leyendo una tardecita. Se le caían la lágrima de lo ojo. Llega una leona. También estaba de encargue la leona, y la señora también. La señora tenía miedo que la iba a comé, pero la leona se acercó por ella y se refrejaba y la olía como que le decía, ¡vamo! Y ella le seguía a la leona.
Le llevó en una cueva grande, en un árbol seco, a la señora. Ahí llegaba, la noche y dormía la señora y la leona. La leona le defendía de lo tigres. Llegó un día, y la señora tuvo un varón y la leona do leoncito. Ese día llegó una señora de cabello largo a asistir a la señora, en el momento de tener el hijito. Y sacó una hebra del cabello de la señora y le ató el ombligo a la criatura.
Y la criatura se crió.
Y despué caminó y jugaba con lo leoncito. Le puso Juan, y la señora le dijo que le iba a llamar Juancito de León, porque era la leona que lo cuidaba a todo. La leona se rebuscaba fruta del monte, y hoja y raíce, y así vivía la señora y la criatura.
Fue quedando grande la criatura y se iba lejo con lo leoncito. Un día se jue muy lejo y vio Juancito una casa muy linda. Y le dijo a lo leoncito.
-Quedesé que yo voy a llegar.
Y lo leoncito se quedaron. Lo leoncito entendía todo lo que le decía Juancito. Bueno... Antonce él llegó. Era un palacio de un gigante que mataba toda la gente que encontraba. Él entró y subió a un altillo. El gigante 'taba de paseo. Juancito vio una gurisa linda. El gigante le había robado y la trajo porque era tan linda. Era hija de la señora que le cortó el ombligo. Él le decía agüelita a esa señora. La gurisa le dijo:
-¡Juancito, mandate a mudar! ¡Si viene el gigante te va a comer!
Y él le dice:
-Dame ropa y qué comer, que no tenemo nada.
Ella le dio todo lo que le pidió y que no volviera porque el gigante le iba a encontrá. Él le dijo que no le tenía miedo a nadie. Pero se jue. Pasó uno día. Le llevó a la madre tanta ropa y de comé, y se quedó almirada. Y tuvo que vestise de tanto tiempo que ya no se vestía.
Otro día intentó Juancito de León venir a la casa del gigante. Le pidió a la gurisa de comé y ropa. Ella le pidió que se retire, que le iba a fundí el gigante si venía. Y se retiró. Le encontró cerquita del palacio al gigante. Le habló el gigante:
-¿Qué andás haciendo? ¿Queré pelear conmigo?
Él le dijo:
-Le peleo si usté me da una espada.
El gigante pasó al palacio. Sacó do espada, una para él y otra para Juancito. Y se dieron una topada. Juancito se dejó castigar. Depué, a la otra topada, le cortó una oreja al gigante. El gigante se enfureció y lo quiso matar. Juancito empezó a hincarle con el cuchillo y le pidió que le dejara que le iba a entregá las llaves de la casa. Y lo golpeó mucho Juancito al gigante, y lo dejó por muerto.
Jue en el palacio y le dice a la niña:
-¿Viste que el gigante no pudo conmigo? El palacio hoy es mío. Te llevaré a tu familia.
La niña le dijo:
-Gracia, Juancito. Me voy con mi familia, pues, el gigante me trajo de mi madre hace mucho tiempo. Pero lo que te voy a decir Juancito, que te cuidé mucho, porque ése no 'tá muerto.
Él le dijo:
-Pues, no ha de vivir más. Le voy a encerrar en el calabozo del palacio, por tanta injusticia que hizo. Que se muera de hambre ahí.
La gurisa le dijo:
-Pues, ¿vé esa serranía ahí cerca? Todo es cerro de güeso que él tiró de lo que mató.
La guaina se jue a vivir con la madre, con la señora que le cortó el ombligo a Juancito. Vivía cerca y Juancito la visitaba. La señora adivinaba todo. La señora curaba y adivinaba.
Juancito se jue y trajo la madre y lo do hermanito león y ahí vivían junto.
Un día Juancito salió a cazá. Llegó a la casa de la agüelita. Ahí 'taba la guaina. Ella, contentísima con Juancito que le devolvió la hija. Le dijo:
-Mire, mi hijo, en el calabozo, el gigante está casi sano. No murió de hambre. A su madre le tiene en un mal traer.
El gigante sabía cuando salía Juancito. Le empezaba a judear a la señora y ella de miedo no le contaba al hijo.
Pasó otro tiempo. Él siempre le visitaba a la agüelita. Un día ella le dijo:
-Mire, Juancito, andate en este caballo y tomá esta bolsa, llevate con vos, porque hoy te va a matar el gigante. Decile que te pique y te ponga en esta bolsa y que ponga la bolsa en el caballo, pa que te lleve lejo.
Pasaba eso porque se le terminó el poder del cabello que le ató el ombligo la agüelita.
Cuando jue al palacio del gigante, encontró la madre muerta. Estaba llorando sobre la madre muerta Juancito y le saltó sobre él el gigante. Y cuando le cazó el gigante le dijo:
-¡Aquí me vas a pagar todo lo que me hiciste!
Él le dice:
-Te pagaré. Pero cuando me matés me ponés en esta bolsa y tirame sobre este caballo que me coma los caranchos.
El gigante lo mató a Juancito. Le picó ñudo por ñudo y le puso en la bolsa, y le puso sobre el caballo. Y quedó contento porque ya creyó que no podía vivir más.
El caballo le llevó derecho a la casa de la agüelita. La guaina le agarró y sacó todo el cuerpo de Juancito y añidió todo bien y le puso bien sobre una mesa. Y le puso aceite a todo, ñudo por ñudo, y la viejita rezaba.
A media noche la viejita dijo:
-¡In conmigo!
Juancito se movió. Le velaron toda la noche y él resucitó. Le tuvieron unos cuantos tiempos con ellas. Despué le dio una corneta, la viejita, y le dijo:
-Pasá por esa serranía y tocá esta corneta. Resucitarán lo muertos y te acompañarán a matá el gigante.
Así lo hizo Juancito. Jue a la serranía y tocó la corneta. Lo muerto se levantaron todo que eran mile. Se jue al palacio. El gigante cuando lo vio a Juancito lo conoció. Y vio tanta gente que tuvo miedo. Disparó y dentró en el calabozo y se encerró. Juancito mandó cortar mucha leña y hizo grande el juego con toda la leña que cortó. Y jue, sacó al gigante del calabozo y le tiró al juego. Le quemó. Dejó libre a toda la gente que había muerto el gigante, y él se quedó con su do hermano leones en el palacio. Depués se casó con la guaina y llevó también a la agüelita. Y vive contento hasta ahora en el palacio.

María Ramírez de González, 48 años.

Yapeyú. San Martín. Corrientes, 1952.

La narradora es la curandera más famosa de la región. Me dicta los cuentos que oyó desde niña en una pequeña habitación, a la luz de las velas de su altar profesional, atestado de figuras de santos, mientras esperan afuera sus enfermos. Ha interrumpido sus consultas para que yo anote los cuentos viejos del pueblecito en donde nació nuestro héroe máximo, el general don José de San Martín.

Cuento 1082. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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