Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

Juan sin miedo .916

Había un matrimonio que si había casado muy joven y muy pobre. Tenía una yuntita de güeyes y una carreta. Nada más que con eso se pasaban la vida. Dice que el marido tiraba leña para ganarse la vida. Y así había comenzau él a trabajar hasta que había llegau a ser muy viejo.
Cuando ya ha estado muy viejo que le dice a la señora:
-Pero, qué desgracia que habimos en la juventú y himos llegau a ser tan viejos, y que Dios no los ha dado un hijo para nuestra pobreza.
Y dicen entre ellos:
-Debimos hacer una promesa a Dios y a la Virgen a ver si los da un hijo, siquiera -y si apromesaron a Dios y a todos los santos.
Y al día siguiente de la noche que si apromesaron, amanece encinta la viejecita, y a los tres días nació un niño. Y cuando nació, nació hablando. Y dice que nació grande, de mucha musculatura y muy velludo, medio parecido al Ucumar. A los dos días de haber nacido que le dice a la madre Juan, que ese nombre le pusieron:
-Mamá, yo quiero ir a la escuela. Mañana voy a ir a la escuela.
Y lo llevó la madre a la escuela. Y cuando llegó a la escuela, quieren salir todos los niños, y lo miran y le tiraban los vellos. Y a Juan ya no li había comenzau a gustar. Y ya pasó adentro de clase. Y claro, como 'taban áhi sentados, que unos niños li habían tirau los vellitos y no li había gustau y se da güelta Juan y les pega. Y que había pasau como cinco bancos para atrás. Y cuando volvió ya era un lamento el grado. Y que le había dicho el maestro a los niños que lo pillen, y ha ido el maestro, y li ha pegau al maestro y lu ha largau hasta cerca del pizarrón. Y él ha salido. En lo que sale para la casa, sale también el maestro a la comisaría. Y en eso que sale un agente a quererlo agarrar a Juan, y que Juan li había pegau un chirlo con la mano abierta no más, y lu había enterrau en la arena pa abajo. Li había sacau el sable y la gorra y había seguido pa la casa de los padres. Una vez qui ha llegau -que los padres de que ha nacíu ya le tienen miedo- les dice a los padres:
-Mamá, papá, mañana voy a ir con la carretita a tirale leña.
Al otro día él había ido con la carreta 'e leña.
Entonce que le dice el padre:
-Hijito, 'ite por áhi cerca, no te retiréis porque si te retiráis te puede encontrar algún tigre.
Entó que él había agarrau este camino ande le habían dicho que había tigres, y había seguido muy lejos. Y él sigue y sigue ande había leña fácil, porque él quería arrancar y hacer ver su juerza. Ya cuando 'tuvo lejo había visto muy mucha leña. Entonce si había bajau y había comenzau a quebrar árboles. Entó que le sale un tigre y le mata un güey. Entó le dice él al tigre:
-Matalo no más, pero sabete bien que vas a ir de compañero del otro, porque yo no voy a ir con un solo güey.
El tigre 'taba comiendo el güey qui había muerto.
Entonce él cuando había terminado de cargar la carreta, que le dice al tigre:
-Bueno, vos tenís que ir atau -y se le arrimó no más.
Y claro, como el tigre es feroz, lu ha querido saltar. Y él lu ha pillau de la cabeza y las manos y lu ha ayuntau con el güey, bien atau para que no vaya a morder al güey. Y que comenzaba a brincar y el güey que le tenía mucho miedo.
Y lu había llevau no más. Y que ha pasau por las casas del padre y había seguío pal pueblo.
Cuando llegó al pueblo todos le tenían miedo. Que se disparaban mucho y que le decían:
-Largue, largue ese animal. Largueló por favor.
Y claro, él no quería largar el tigre y decía que no podía seguir con un solo güey.
Y entonce que había salíu un hombre y li hacía dicho:
-Mire, mateló a ese tigre y yo le doy otro güey. Cómo va andar con ese tigre, lo va a comer.
Entonce mató el tigre y le entregaron un güey para compañero del que tenía. Y ya quedó conforme él, vendió la leña y se jue a la casa de los padres y les llevó la plata.
Y Juan sin Miedo siguió tirando leña para vivir con su familia.
Juan sin Miedo jue a una casa, ande asustaban, a pasar la noche. Áhi cayó del techo un muerto. Él lo pelió. Era una alma en pena y le dijo que lu había salvado y le enseñó ande tenía un entierro y se desapareció. Así quedó rico y vivió feliz con sus padres muchos años.

Y pasó por un zapato roto
para que usté me cuente otro.

Gregorio Fernández, 43 años. El Líbano. Anta. Salta, 1952.

Buen narrador. Peón de campo que trabaja en las tareas propias de la ganadería. Ésta es la región llamada de los gauchos salteños.

Cuento 916. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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