Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

Juan pereza .1086

El pescadito encantado

Diz que Juan Pereza era el único hijo de un matrimonio. Vivían en la campaña. Y la madre todos los días lo mandaba a cuidar las ovejas. Y allá lejos había una laguna di ande ellos vivían. Y ellos siempre se lo encargaba que no vaya y que no deje llegá las ovejas a la laguna porque la laguna era brava.
Y un día diz que 'taba cerca de la laguna, y en eso diz que viene un martín pescador y si allega a la laguna y caza un pescadito y se va volando. Y lo que va volando se le escapa el pescadito y cái afuera de la laguna. Y entonce va a verlo Juan Pereza. Y el pescadito lloraba y lo hablaba a Juan Pereza, que haga el favor de tirarlo al agua. Y como Juan Pereza era perezoso, no quería. Y ya el pescadito 'taba a punto de agonizar y tanto rogalo por fin le bajó la voluntar a Juan Pereza, y rezongando lu alza y va y lo tira a la laguna. Entonce el pescadito dice:
-Esperame, Juan Pereza, que te voy a regalá una virtú.
Y se pierde pal fondo de la laguna y al rato ya viene y se saca una escamita, y se la regala a Juan Pereza, y le dice:
-Mirá, esta escamita es de virtú. Cuando necesités de mí, pedile a la escamita, que al momento se te lo representará.
Y así hizo Juan Pereza y agarró y lo guardó a la escamita. Y se va a buscá las ovejas. Y a más tenía la orden de la madre que todos los días tenía que volvé con una carga de leña. Y entonce, a la tarde, Juan Pereza saca la escamita y lo pide:
-Por la virtú del pescadito, que mi hagáis llegar a casa una tremenda carga de leña y las ovejas.
Y así jue. Llevó a las casas las ovejas y una gran carga de leña rodando, y encima de la carga de leña iba él.
Y después tomó idea por irse a otro lugar. Y se jue donde había un rey. Y en eso el Rey dispuso buscarle matrimonio para la hija.
La hija del Rey no sabía reír para nadie. Entonce dispuso el Rey que quén lo hiciera reír a la niña, se casaría con ella.
Entonce el Juan Pereza se jue a aquel pueblo.
Áhi se jue al monte y preparó un carro y una yunta de bueyes que eran sapos.
Y por disposición del Rey tenían que pasar por delante de la niña todos los que querían hacerla reír para casarse con ella. Llamó para que pasen todos los príncipes, por áhi. Y por áhi cruzaron todos saludandolá y haciendolé chistes y gracia. Lo cual jue que ninguno podía conseguir de hacerla reír a la niña.
Después llamó a la segunda categoría que eran los dotores y abogados. Todos pasaban por el mismo lugar y ninguno conseguían di hacerla reír.
Después llamó la clase baja. Tampoco conseguía nada.
Después de la clase baja, venían al último, Juan Pereza con el carro cargar de leña, y los que tiraban eran los sapos, eran la yunta 'e güeyes. Y entonce, cuando venían cruzando por frente ande 'taba la niña, al ver esta cosa tan rara, le dio gracia a la niña y se rio por primera vez.
Entonce el Rey ordenó que lo detengan a Juan Pereza. Y áhi ordenó de que él tenía que ser el esposo de la niña, y sinó penaba la vida, y por no matalos a los dos, llamó un comisario y los hizo botar a los dos lejo, en una montaña di árboles.
Y bueno, allá los botaron pa que se los comieran las fieras, ande ellos no podían volver más. Entonce la niña lloraba amargamente de verse al lado de Juan Pereza y botada tan lejo. Entonce Juan Pereza le dice:
-No llorís. ¿Por qué llorás?
Áhi lo contemplaba y lo pregunta:
-¿Tenís ganas de comer?
Entonce la niña le dice:
-¡Sí, cómo no!
Y él le dice:
-Mirá, cerrá los ojos, yo voy a decir unas palabras y cuando termine de decir las palabras, tenimos comida.
Entonce agarra Juan Pereza la escamita del pescado y dice:
Escamita por la virtú del pescadito que se me representen los manjares más lindos del mundo.
Y así se le presentaron los mejores manjares.
-Y agora, abrí los ojos, le dice a la niña.
Entonce la niña agarró y si ha servido. Y 'taba mejor que en el palacio del Rey.
Y entonce le causó curiosidar de haber sentido decir esas palabras a Juan Pereza.
Bueno... Pasaron el día y ya se venía la noche.
-Y ahora, qué hacimos -dice la niña.
-¡Oh! -le dice Juan Pereza, vos no ti aflijás, ya vamos a tener casa.
Y así él lo engañaba a la niña, claro, de cariño lo engañaba.
-Bueno -dice, cerrá los ojos. Vamos a pedí el palacio.
Y entonce agarra y dice:
-Escamita, por la virtú del pescadito, que se me represente un palacio de puro vidrio, en el medio 'el mar, mejor que el palacio del Rey. Y con todos sus vasallos completos y la guardia nacional a la puerta del palacio de cristal.
Dice:
-Bueno, abrí los ojos.
Cuando la niña abrió los ojos ya 'taban en el palacio de cristal en medio 'el mar y era mucho más lindo que el palacio del Rey.
Bueno... Al otro día, a la parte del día, el Rey acostumbraba a oservar del oservatorio del palacio. Y agarró los antiojos de larga vista y entonce alcanza a ver un palacio en medio 'el agua, y se veían barcos a la vuelta. Y áhi no más ordena el Rey que vaya una comisión a ver qué es lo que se ve áhi.
Llega la comisión allá y encuentra que era un palacio más lindo que el del Rey. Y preguntan quén vive áhi.
-En este palacio vive Juan Pereza con la hija del Rey.
Entonce preguntan por comunicar con Juan Pereza.
Entonce Juan Pereza pregunta que qué quere la comisión ésa.
Entonce le avisan que el Rey manda a investigar de quén era ese palacio y quén habitaba áhi. Y así se vuelve la comisión a dar cuenta al Rey qui áhi vivía Juan Pereza con su esposa.
Entonce el Rey dice:
-¡Caramba! ¿Y cómo alquirió tan pronto semejante palacio Juan Pereza?
Y se jue el Rey. Y llega áhi, al palacio.
Juan Pereza lu hace pasar bien custodiado, al sétimo piso. Ya no era como antes. Se transformó en un Príncipe más elegante y buen mozo que el Rey, por la virtú del pescadito. Y el Rey 'taba ya muy contento. Y ya vio lo que valía Juan Pereza y que su hija había tenido mucha suerte. Y lo regaló áhi no más la corona para Juan Pereza. Y quedó de Rey él, y el pagre de la niña ya 'taba viejo y pasó la vida descansada. Y todos, claro, vivieron muy felices.

Eusebio Maita, 46 años. Salta, 1952.

Muy buen narrador.

Cuento 1086. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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