Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

Juan maradon .857

Había una viejita que tenía dos hijos, un varón y una mujer. La niña qu'era muy güena moza.
Juan Maradón era un hombre muy malo y vivía muy lejo. Era muy rico y andaba por todos lados, y ande quera hacía lo qu'él quería.
Un día que había salido el joven, hijo de la viejita, y habían quedau solas la viejita y la hija. Juan Maradón se apareció y le gustó muchísimo la niña. Y áhi no más se la llevó. Cuando vino el joven l'halló llorando a la viejita. La viejita le dijo qui había veníu el hombre ése, y le había llevado la niña. El joven entonce s'enojó, y se puso en viaje para alcanzarlo. De balde le decía la viejita:
-¿Ande vas a ir, hijo? ¡Te va a matar esi hombre tan malo!
El joven se jue no más. Siguió, y siguió. Ya cuando jue muy lejo, encontró una invernada de vacas qu'era de Juan Maradón. Qu'el joven habló con el capataz:
-¿No mi ha visto pasar a Juan Maradón?
-Por aquí pasó con una niña linda,
blanca como la luna,
colorada como el sol.
-En busca d'ella voy.
-Para pasar tiene que peliar con el toro mayor.
El toro era malísimo, y áhi no más se le vino. El mozo era de campo y corajudo, y áhi no más l'hizo frente. El mozo pelió y pelió hasta que lo mató no más al toro. Entonce, ya comió un asado con el invernador, y hizo lazos y arneses con el cuero del toro. Y siguió viaje.
Allá lejo qui había caminau mucho, encontró una invernada di ovejas, y habló con el capataz:
-¿No mi ha visto pasar a Juan Maradón?

-Por aquí pasó con una niña linda,
blanca como la luna,
colorada como el sol.
-En busca d'ella voy.
-Para pasar tiene que peliar
con el carnero mayor.

Y ya se le vino el carnero furioso. El mozo lo mató más fácil qu'al toro. Al pegarle el carnero el chope, el mozo le pegó una puñalada y lo mató. S'hizo un lindo cojinío del cuero. Comió un asado con el capataz y siguió viaje otra vez. Caminó, caminó, y ya lejo, encontró una invernada de chivas. Ya llegó y habló con el capataz.

-¿No mi ha visto pasar a Juan Maradón?

-Por aquí pasó con una niña linda,
blanca como la luna,
colorada como el sol.
-En busca d'ella voy.
-Para pasar tiene que peliar
con el chivato mayor.

Y ya se le vino el chivato, y tamién lo mató. Hizo una carona del cuero, y comió un asado con el capataz. Y siguió el camino. Caminó, caminó, y muy lejo encontró una invernada de chanchos. Tamién habló con el capataz:
-¿No mi ha visto pasar a Juan Maradón?

-Por aquí pasó con una niña linda,
blanca como la luna,
colorada como el sol.
-En busca d'ella voy.
-Para pasar tiene que peliar
con el chancho mayor.

Y ya se le vino el chancho, un chancho malísimo, cormillos ajuera, cruzados. Llevaba una guascha el mozo, y cuando quiso llegar el chancho, le pegó un guachazo en la trompa -los chanchos son muy falsos en la trompa- y áhi no más quedó tiritando. Lo mató y se lo dio al capataz. Siguió el camino. Lejo, muy lejo, encontró una invernada de yeguas.
Ya llegó y habló con el capataz:
-¿No mi ha visto pasar a Juan Maradón?

-Por aquí pasó con una niña linda,
blanca como la luna,
colorada como el sol.
-En busca d'ella voy.
-Para pasar tiene que peliar
con el padrillo mayor.

Y ya se le vino el padrillo. El mozo qu'iba con lazo y bola, y l'hizo frente. ¡Animal malo había síu! Lo tenía mal, pero al fin lo pialó. El caballo del mozo se le había aniquilado muchísimo. El cojudo era gordo. Lu atracó al bramadero, el mozo, y lo ensilló, y lo montó al padrillo, pero el mozo era domador y lo amansó. Y siguió viaje en él.
Bué... le preguntó al capataz si era lejo la casa de Juan Maradón. El capataz le dijo qu'era cerca, y le dijo and'era la senda. Y se jue. Qui había caminau mucho, cuando llega ande 'taba una res. Y ya ve qui alrededor de la res había un tigre, un lión, un galgo, un halcón y una hormiguita. Afrentó un bordo, y cuando los vido se volvió, pero lo llamaron. Estos animales querían repartir la res, pero iban a quedar inconformes, porque unos querían más qui otros. El tigre lo mandó a llamar al joven con el galgo, pa que los repartiera. Ya si allegó el hombre. Los saludó, y dijo que venía obedeciendo el llamado que li hacían. Y el tigre dijo:
-Lo mandamos a llamar para que nos deje conformes y nos reparta.
-¡Cómo no! -dijo el mozo.
Se bajó, sacó el cuchío, y les dio a cada uno una buena presa. Y los dejó a todos muy conformes.
Ya les conversó el joven p'ande iba. Entonce l'hormiguita se sacó una patita y se la dio junto con una virtú. Tenía que decir: Dios y l'hormiguita más chiquita qui hay en el mundo, y qu'él s'iba a transformar en hormiguita. Eso lo podía hacer cuando tuviera algún apuro, y que s'iba hacer hormiguita al momento.
Entonces dijo el halcón:
-Yo nu hi de ser meno.
Se sacó una pluma y se la dio. Le dijo que cuando se viera en apuro y se quisiera hacer halcón, dijiera: Dios y el halcón más ligero y volador qui hay en el mundo.
El galgo dijo:
-Yo nu hi de ser meno.
Se sacó una uña, y le dijo que cuando se viera en trabajo, dijiera: Dios y el galgo más ligero qui hay en el mundo, y que s'iba hacer galgo.
Entonce dijo el lión:
-Yo nu hi de ser meno.
Se sacó una uña y le dijo que cuando se viera en apuro y se quiera hacer lión dijiera: Dios y el lión más malo y cazador qui hay en el mundo.
Entonce dijo el tigre tamién:
-Yo nu hi de ser meno.
Y se sacó un pelo y se lo dio, y le dijo que cuando quisiera hacerse tigre que dijiera: Dios y el tigre más bravo qui hay en el mundo.
Bué... todos le dieron la virtú y él siguió su viaje. Ya 'taba cerquita de la casa de Juan Maradón, y ya llegó tamién. L'encontró a la niña sola. Juan Maradón nu estaba en las casas. Cuando lo vido la niña si asustó muchísimo, y le dijo:
-¡Ande venís, hermanito! ¡Te va matar esti hombre malísimo! ¡Te va matar! ¡Ya está al llegar!
Entonce él escondió el caballo y s'escondió él, áhi cerca.
-Cuando venga -le dijo a la niña- vos preguntale qui ánde tiene la vida.
Bue... Sacó la patita de l'hormiguita, y le dijo:
-Dios y l'hormiguita más chiquita qui hay en el mundo. Y áhi no más s'hizo hormiguita.
Ya vino Juan Maradón, furioso, y decía:
-¡Puf! ¡Puf! ¡Olor a carne humana! ¿Quién ha venido? Le dijo la niña que no había venido nadie. Ya por fin se apaciguó, y ya se sentaron y comenzaron a tomar mate. Ella en conversación, le preguntó qui ande tenía la vida.
Entonce él le dijo:
-¡Ah!, preguntas de mujeres nunca son buenas, pero como te quero tanto, te voy a decir.
L'hormiguita qui andaba junto a los pieses d'él y oyendo todo.
-Allá -que le dijo, ¿ves aquel cerro? Al otro lau d'ese cerro, es una quebrada honda, muy honda. En el bajo 'e la quebrada está un monte muy grande. En el tronco 'el monte está un toro negro, atado. Adentro del toro, está una chancha. Adentro de la chancha está una gama. Adentro de la gama está la paloma y adentro de la paloma está un güevo. En ese güevo está mi vida.
Entonce el joven oyó todo eso.
-Pero ya nu ando bien, porque han muerto un toro, un carnero, un chivato, un chancho y han domau un potro que tamién eran parte de mi vida.
Y ésos eran los animales que habían peliau con el joven. El joven hecho hormiguita, se retiró. Sacó la pluma y dijo:
-Dios y el halcón más volador.
En el momento s'hizo halcón, y si asentó en el monte, ande 'staba el toro. Ya se bajó, sacó l'uña 'el tigre y dijo:
-Dios y el tigre más bravo.
Se transformó en tigre y se puso a peliar con el toro, y lo mató.
A todo esto, Juan Maradón se comenzó a enfermar.
El joven abrió el toro y salió la chancha, y él dijo:
-Dios y el lión más cazador.
Y s'hizo lión y mató a la chancha. Y abrió la chancha y salió la gama disparando. Y él dijo:
-Dios y el galgo más ligero. Se transformó en un galgo. Y salió como bala y l'alcanzó y la mató a la gama.
A todo esto Juan Maradón estaba mal y mal en la cama, casi no se movía.
Abrió el mozo la gama y salió la paloma, y dijo:
-Dios y el halcón más cazador. Y se transformó en halcón. Y la sacó di atrás, y la cazó. L'abrió y le sacó el güevo. Y se jue pa la casa de Juan Maradón. Sacó el güevo y alzó todas sus virtudes.
Ya llegó el joven. Agora ya nu había peligro. Ya salió la niña y le dijo:
-Ya está muy mal. ¡Ya se corta!
Ya entró el joven, y que le muestra el güevo a Juan Maradón y le dice:
-¿Conocís esto?
-¡Cómo no lo voy a conocer -le dice- si es mi vida! ¡Entregameló! ¡Entregameló! -que clamaba.
-Te lo voy a entregar -le dice el joven- si me decís ande tenís las riquezas y me das las llaves.
Y ya le dijo ánde tenía las riquezas.
-Y aquí tenís las llaves -le dice, dame el güevo.
-Tomalo -que le dice.
Y al tiempo que se lu iba a dar, lu apretó, lo rompió, y áhi no más se murió Juan Maradón.
Quedaron los dos hermanos riquísimos y jueron y trajieron la viejita y estarán viviendo áhi, dueños de la fortuna y de las invernadas de Juan Maradón.

Juan Lucero, 56 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1948.

En el cuento fundamental se han mezclado motivos de otros cuentos.

Cuento 857. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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