Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

Juan giles .942

Era una viejita muy pobre. Una vez estaba picando unas leñitas de un pedazo de poste y se estaba terminando el poste. Y le dio un gran hachazo al poste. Partió, y saltó un muchachito, y le dijo a la viejita que era su hijo y que se llamaba Juan Giles. La viejita le tomó para el hijo. El muchacho creció pronto y era muy vivo, como nadie había visto un gente más vivo.
Una vez había mucha seca y los animales del Rey se 'taban muriendo. Un buen día lo llamó el Rey a este chico y le ofreció una bolsa de plata si hacía llover.
En cuanto llegó Juan Giles a la casa del Rey empezó a llover y revivieron todos los animales. Entonce el Rey le hizo llamar para darle la bolsa de plata.
Y siguió lloviendo mucho y como era grande la lluvia ya no había ni pasto que comer. Entonce le hizo llamar a Juan Giles, el Rey, y le ofreció otra bolsa de plata pa que haga dejar de llover.
Juan Giles había comprado un carnero para caballo, porque era peticito, y se jue en el carnero a la casa del Rey. Cuando llegó, ni las pezuñas se mojó el carnero. Al momento dejó de llover y bajaron todas las aguas. Entonce le pagó otra vez una bolsa de plata.
Una noche llegaron dos hombres en la casa de Juan Giles. Le preguntó adónde iban y le dijo los hombres, que iban a rodar mundo, que é salir de viaje largo. Entonce Juan Giles le dice a la madre:
-Yo también voy a ir a rodar mundo. Ya tiene mucha plata, ya no me necesita.
La madre le decía que no se fuera, que era tan chico, pero él decía que iba no más. Entonce le prepara la maleta con avíos, tortas, arrollado, queso.
Salieron lo tre. Los hombres le dijo que cómo iba en el carnero. Juan Giles se riyó. Al salir de la casa lleva un peine, un puñado de carbón y un puñado de ceniza. Y siguieron. Anduvieron todo el día.
De noche ya, llegan en una casita larga a pedir para pasar la noche. Le hace pasar, Juan Giles, a los dos compañeros y él queda fuera del fuerte, cerca del alambrado.
Juan Giles no quiso pasar porque conocía que era la casa de la bruja que mataba a los hombres para comer la carne.
La bruja les hizo camas en el patio a los dos hombres, a los dos jóvenes. Se acuestan con los hombres las hijas de la bruja, con gorro colorado. La bruja duerme en la pieza con la puerta abierta.
Juan Giles, a eso de la medianoche, se levanta y les pone a los jóvenes los gorros y deja su saliva en un vaso de la mesa. Luego les despertó a los dos compañeros para seguir viaje. Les hizo ver el peligro que tenían y salieron ellos. Ensillaron sus caballos y se fueron.
Al rato la vieja llamó, y decía:
-¿Está Juan Giles?
Y le contestó la saliva:
-Sí, estoy durmiendo.
Así llamó tres veces la vieja y la saliva contestó tres veces. Llegó un momento que terminó la saliva y no contestó más. Entonce la vieja se levantó. En la oscuridá tocó los gorros y creyó que eran los jóvenes y los mató a las hijas. Cuando amaneció, vio lo que había hecho por Juan Giles y decidió matarlos a los tres.
Agarró, la vieja, tres bolsas y les siguió a los jóvenes.
Un redepente ve Juan Giles a la vieja. Ya casi les llega. Entonce echó el peine y se formó unas espinas que no podía pasar la vieja. Mientra ellos fueron muy lejo, la vieja consiguió pasar. Ya iba muy cerquita de ellos. Entonce echa el puñado de ceniza y se formó un cerrazón que la vieja no podía pasar. Ellos fueron muy lejo, pero al rato pasa y ya iba muy cerca de ellos, la bruja. Entonce Juan Giles echa el puñado de carbón y se formó un quemazón que hasta se quema los pieses la vieja. Estuvo mucho tiempo, pero otra vez les siguió. Cuando 'taba por pasar la quemazón, la vieja, Juan Giles y los compañeros fueron a quedar en un árbol grande, bien limpio abajo, y arriba había una especie de catre de palos cruzados. Cuando llegan suben al árbol y se ponen en esos palos. Entonce llegan unos indios y se ponen a jugar por plata y a cocinar comida para ellos.
Redepente dice uno de los compañeros de Juan Giles:
-Quiero orinar -y orinó por un indio.
El indio olió y dijo:
-Meada de pajarito -y siguieron jugando.
Al rato quiso hacer caca el otro y hizo caca por un indio, y el indio olió y dijo:
-Caca de pajarito -y siguieron jugando.
Siguieron jugando los indios y comiendo. En eso uno de los jóvenes miró hacia abajo, no se pudo agarrar, y cayó entre los indios. Los indios se asustaron creyendo que caía algo por castigo del cielo y dispararon, y dejaron la comida y toda la plata. Bajaron, comieron y volvieron a subir. Entonce les dice Juan Giles que al rato va a llegar la bruja, pero que no vayan a mirar para abajo porque se van a caer y los va a agarrar la bruja. Juan Giles empieza a tocar una guitarra que habían dejao los indios y se pusieron a cantar. En eso les llega la bruja que había andado perdida. Abre la bolsa y empieza a decir:
-Cae, cae chiripita. Cae, cae chiripita.
Uno de los jóvenes miró y cayó en la bolsa. Entonce la bruja le ató la boca a la bolsa y abrió la otra, y empezó a decir:
-Cae, cae chiripita. Cae, cae chiripita.
Miró el otro y también cayó en la bolsa. La vieja la ató a la boca. Abrió la otra bolsa y siguió diciendo para que cayera Juan Giles:
-Cae, cae chiripita. Cae, cae chiripita.
Pero él no le hizo caso. Entonce le subió la bruja. Entonce Juan Giles bajó ligero, agarró la bolsa y dijo varias veces:
-Cae, cae, vieja de mierda.
Y cayó la vieja y Juan Giles le ató la boca a la bolsa. Les desató a los compañeros y hicieron una gran fogata y la bruja, la vieja, se quemó.
Los jóvenes se hicieron ricos y volvieron a la casa de ellos con cargas de plata y vivieron muchos años muy felices.

Isabel Benítez, 55 años. Arroyo Marote.

Curuzú Cuatiá. Corrientes, 1949.

Campesina. Su habla es típica de la región.

En el cuento figura el motivo de la huida mágica.

Cuento 942. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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