Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de febrero de 2015

Guiman .873

Diz que en una casa, un matrimonio tenía una niña muy bonita. Y diz que la madre la cuidaba muy mucho. Que en una piecita separaíta, diz que la tenía, pero al laíto ande dormían el matrimonio. Que la niña era muy bonita, como no había otra. Que se llamaba Guimán. Y áhi diz que cada vez que se dispertaba la madre, le llamaba a la niña para ver si estaba en su dormitorio. Que la llamaba varias veces, en la noche. Diz que no lo dejaba dormir al viejito, porque a cada rato decía:
-¡Guimán! ¡Guimán!
Y ella que le contestaba:
-Aquí estoy, mamita.
Y bueno, esta niña que era tan bonita, que encontró un novio. Y el novio que se quería casá con ella, pero diz que tenían miedo que la madre no la iba a dejar casar. Y él para que no la haga resentí a la madre que le había dicho que no le avise a la madre que él se está por casá con ella. Y que el novio era un joven muy bueno. Y que él le ha dicho a la niña cómo iban a hacer para casarse y que la mamita   la deje casarse y no se oponga. Y áhi dice que la niña le ha dicho que iban hacer lo que ella dijiera. Y áhi dice que la niña dejó tres escupidas pa que contesten por ella. Y que han salido y han ensillado un caballo que daba un tranco de una legua. Y se han ido.
Que ya a la medianoche la madre lo ha llamado:
-¡Guimán! ¡Guimán!
Y que una escupida ha dicho:
-Aquí estoy, mamita.
Que ya más tarde lo ha vuelto a llamar:
-¡Guimán! ¡Guimán!
Y que la otra escupida más delgadita que decía:
-Aquí estoy, mamita.
Que el viejo la retaba a la vieja porque no lo dejaba dormir, y que ella le ha dicho que le parecía que la niña se le andaba por ir.
Y ya que a la madrugada la vieja volvía a llamalo:
-¡Guimán! ¡Guimán!
Y que la voz de la última escupida ya era muy delgadita, y que agatas había dicho:
-Aquí estoy, mamita.
Bueno, que la vieja se ha sentado en la cama, y que ha dicho:
-Esa voz ya no es la de mi hija.
Que la desconocía porque era una voz muy delgadita. Y que el viejo se enojaba porque no lo dejaba dormir, y que la vieja se ha levantau no más.
-¡Ay! ¡Ay! -que ha gritado la vieja. Me han robado m'hijita. Ya no está en su camita.
Diz que había teníu la vieja una chancha grande, como ternero, y que era negra, y que de un tranco pasaba tres leguas. Y áhi dice que la vieja agarra un lazo y le pone medio bozal a la cucha negra, y se monta hecha varón. Ha salido a buscar la niña. Que corría la chancha y que hacía ¡Cros!... ¡Cros!... ¡Cros!...
Diz que que el joven y la niña habían andado toda la noche, y que ya había síu la madrugada. Entó que le dice la niña:
-Mi mamita ya anda por alcanzarlos. Viene en la cucha negra que tiene el tranco de tres leguas.
-Y ¡qué vamos a hacer! -que dice el novio.
Entó diz que la niña tiró un pañuelo blanco. Áhi dice que s'hizo una gran niblina. Que ha llegado la madre y que se ha perdido en el medio de la niblina y que no ha podido pasar. Nai, al fin ha podido pasar y que ya los iba alcanzando a la niña y al joven.
Y ya que la niña había tirau un peine, y que se había hecho un campo de espinas. Diz que la viejita no podía pasar. Que áhi andaba y andaba y la cucha se clavaba espinas. Nai, que al fin ha pasado y que los iba alcanzando a la niña y al joven.
La niña y el joven han visto que la madre iba llegando y le han tirau un espejo, y que se ha hecho un gran río. Que áhi la ha atajau el río. Y que la cucha quería pasar el río y casi la llevaba l'agua. Y diz que así estuvo mucho tiempo tratando de pasar y no ha podido.
Diz que en ese tiempo los novios se han casado en la otra banda del río y han venido, y la han abrazado a la viejita y le han pedido perdón. Y diz que la viejita lloraba porque le han llevau la hija, pero que al fin los ha perdonado y se han vuelto todos juntos.
-Nosotros himos hecho eso porque usté la mezquinaba tanto -que han dicho.
Y áhi vivieron todos muy contentos.

Manuela Emilia Sosa, 38 años. Villa Salavina. Salavina. Santiago del Estero, 1951.

Lugareña rústica, bilingüe quichua-español.

Variante del cuento tradicional con un final nuevo.

Cuento 873. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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