Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

domingo, 8 de febrero de 2015

El zonzo y los tres pelos del diablo .1024

Había una estancia de un Rey, y tenía la estancia un mayordomo. El Rey, cuando venía a marcar la hacienda, desde el pueblo a la estancia, echaba tres años de camino. Cuando vino el Rey a la estancia, venía un viejito a pedir un pedazo de carne, y como el Rey no quería que le dieran carne a nadie, le preguntó al mayordomo qué andaba haciendo ese viejito. Le dijo el capataz qu'era un viejito que adivinaba la suerte. El Rey le dice:
-Llameló para acá.
Le llamó el mayordomo al viejito. El mayordomo le dice al viejito que s'hiciera el adivino.
-¿Qué anda haciendo? -le dijo el Rey.
-Yo soy uno que anda adivinando la suerte -le dijo el viejito.
-Bueno, adivine con quién se va a casar m'hija.
-Su hija se va a casar con el hijo del mayordomo.
El hijo del mayordomo era tonto. Entonce el Rey le dijo al tonto que se aprontara para llevar una carta a la Reina. Bueno, él contestó que no sabía pa dónde quedaba el pueblo. Palabra 'e Rey no puede faltar, usté se va no más. Y el tonto tuvo que salir no más a buscar al pueblo. Tanto andar sin rumbo, buscando el pueblo, por fin vido un juego, en los disiertos del campo. Y era el juego de la casa de una diabla, madre de tres diablos, y le dice la diabla al tonto cuando llegó:
-¿Quí andás haciendo m'hijito, que si vienen mis hijos te van a comer?
Entonce el tonto se cayó de cansancio y se durmió. Había andado tres años comiendo raíces y pasto, como animal.
Llegando al día ya, vinieron los tres diablos y le dijieron a la diabla:
-Mamita vieja, ¿qué es lo qui hay acá?
-Es un pobre hombre que va a la casa de la Reina mandado por el Rey y lleva una carta para la Reina.
Y uno de ellos dijo:
-Chey, bolsiquiemoló -y le sacaron la carta. En la carta decía: «inmediatamente que llegue el portador, echeló al sótano con agua».
Un diablo dijo:
-Chey, ¿llevemoló al pueblo?
Y otro dijo:
-Güeno, y le vamos a falsificar la carta.
Le falsificaron la carta y le pusieron: «inmediatamente que llegue el portador, hagaló casar con m'hija. Palabra de Rey no puede faltar». Y le dejaron la firma del Rey. Y los diablos lo llevaron al pueblo y lo dejaron dormido en la puerta del palacio.
Cuando el tonto se recordó, preguntó adónde era el palacio de la Reina, y entonces le dijeron que era ahí. Y ya entró y le dio la carta a la reina y la reina leyó la carta y dijo:
-'Tará loco el Rey que manda decir esto. No puede ser esto, hija -le dice a la niña, pero ésta es la firma del Rey, así que no hay más caso, hija, que casarse.
El tonto iba sucio, rotoso y con todo el pelo crecido. Así que lu hicieron asiar y cortar el pelo.
Al año y medio llegó el Rey al palacio. Encontró la hija casada y con una nieta. Entonce tuvo un gran dijusto con la Reina. La Reina justificó con la carta firmada por el Rey. Entonce el Rey l'hizo un pedido al yerno. Le pidió que fuera a buscar tres pelos del diablo, pelos de oro, para que saliera y se mandara cambiar. Palabra de Rey no puede faltar. Pongasé en marcha. Y el tonto no tuvo más remedio que salir en marcha. Desde el momento que salió, la hija del Rey y la nena, se enfermó. El tonto, tanto andar, divisó muy lejo un árbol. Era un peral seco que lo cuidaba un vigilante.
-¡Me deja pasar por acá! -dijo el tonto.
-Si me dice porque hace diez años daba peras di oro este peral y hoy no da, lo dejo pasar.
El tonto le dijo:
-A la vuelta le traigo la repuesta. Y pasó.
A los muchos días, llegó ande había un pozo con agua que lo cuidaba un vigilante:
-¿Me deja pasar por aquí? -le dijo.
-Sí, si me dice porque el agua hace diez años era remedio y ahora es veneno, lo dejo pasar.
-A la güelta le traigo la repuesta -le dijo el tonto.
Y pasó.
Al mucho andar encontró un mar. En el mar andaba un hombre remando, y lo llamó el tonto y le dijo:
-Señor, ¿me puede pasar para el otro lau del mar?
-Lo paso si me dice porque hace diez años que tengo los remos pegados en las manos.
-Si me pasa, a la güelta le traigo la repuesta.
Tanto andar llegó al ranchito ande había una viejita muy vieja.
-¿Qué andás haciendo hijito, que si llega m'hijo te come?
-¿Y quién es su hijo?
-Es el diablo pelo di oro. ¿Y qué andáis haciendo?
-Ando mandau del Rey en busca de tres pelitos del diablo, pelos di oro.
Y le contó todo lo que había andado y le había sucedido. Y entonce, le dice:
-Allegate por acá, m'hijito. Vas a tomar mucha atención en lo que te voy a pedir, porque en seguida va a venir m'hijo que sabe todo lo que pasa en todos lados. Te voy a hacer volver una hormiguita de las más chiquitas, y te voy a meter en las jaretas de las naguas, y que no te vayas a asustar cuando venga el diablo, y poné atención en todo lo que diga.
Llegó el diablo por la mañana:
-Mama vieja, aquí hay gusanío de la tierra.
-Hijo, no hay nada.
-¡Cómo no va haber!
La agarró a la vieja de la mano y la tiró lejísimo, y la volvió a agarrar y la tiró ajuera 'el rancho. La hormiguita estaba quietita. Ya se quedó quieto, y la vieja le dijo:
-Vení hijo, te voy a espulgar.
Y el diablo puso la cabeza en la falda de la vieja, se dejó espulgar, y 'staba tan cansado que se durmió. La vieja lo siguió espulgando, y le arrancó un pelo y se lo echó al seno. Y se recordó el diablo, enojado. La viejita le dijo:
-¿Estaré loca o me estaré por morir? Hi soñau que en tal punto hay un peral seco que lo cuida un vigilante.
Contestó el diablo:
-Sí hay, que ahora diez años daba peras di oro y que ahora no da. Solamente yo lo sé. Hay una serpiente a siete metros enterrada que le come las raíces, y solamente con la espada mía puede morir. Basta de pincharla y entonces el árbol dará fruta por los diez años que no ha dado.
Se volvió a quedar dormido el diablo en las faldas de la viejita. Y lo siguió espulgando, y le arrancó otro pelo. Y se recordó el diablo, la agarró de una pata y la tiró lejísimo, y di áhi la volvió a tráir.
-Bué... Este día muero -dijo la viejita. Fijate -le dijo, hi soñau que en tal punto hay un pozo con agua que hace diez años qu'era remedio y ahora es veneno.
Dijo el diablo:
-Sí, porque hace diez años se cayó una piedra y apretó un sapo. Por eso hay que ver de sacar la piedra y pinchar el sapo con mi espada, y lavar bien el pozo, y el agua vuelve a ser remedio.
Vuelve a quedar dormido el diablo, y, ¡otro pelito al seno de la vieja! La agarró, otra vez, el diablo y la tiró lejísimo y la volvió después al rancho.
Le vuelve a decir la viejita:
-Fijesé, hijo, hoy muero o estoy loca. Hi soñau que en tal punto hay un mar, y hay un hombre remando, que tiene los remos pegaus.
-Los tiene pegaus por zonzo, porque una vez venía de pasajero él y el que remaba le dijo:
-¿Quiere hacerme el servicio de tenerme los remos para armar un cigarrillo? -y él dijo bueno y se pegó. El que estaba con los remos pegaus era un castigau.
El diablo ya tenía qu'irse, y se jue. Entonce, la viejita lu hizo volver cristiano al tonto.
-¿Has oído lo que dijo el diablo? -le dijo.
-Sí, mamita vieja. Dijo que el peral no daba peras di oro porque una serpiente le comía las raíces; que en el pozo había un sapo aplastado por una piedra y que sólo con la espada d'él se puede matar a la serpiente y al sapo. Que el hombre de los remos está pegau por zonzo, que le tiene que decir a otro que le tenga los remos y que va a quedar pegau.
La viejita le dio los tres pelos di oro y le regaló una espada vieja del diablo. El tonto le dio las gracias y se jue.
En esto, el Rey no había dejau médico que no había visto para que curara la hija y la nieta, y no sanaban nunca.
Llegó el tonto al mar, y le dijo al remador:
-Pasemé.
-¡Cómo no! ¿Me da la repuesta?
-Al otro láu le voy a decir.
En cuanto lo bajó le dijo:
-Usté está pegau por zonzo. Usté tiene qui hacer lo mismo qui han hecho con usté, pedirle por servicio al que venga que le agarre los remos un momento, y ése quedará pegau.
Llegó al pozo con agua.
-¿Me trae la repuesta? -le dice el hombre que lo cuidaba.
-Sí, l'agua es veneno hoy, porque 'stá un sapo apretau con una piedra. Yo voy a sacar la piedra y voy a pinchar el sapo con la espada. Voy a desaguar el pozo. Y así lu hizo y volvió l'agua a ser remedio. Le ofertaron toda l'agua que quiso llevar. Llevó sólo un frasquito muy chiquito.
Llegó ande 'staba el peral.
-¿Me deja pasar? -le dice al hombre que lo cuidaba.
-Va a pasar si me trae la repuesta.
-Sí, la traigo -le dice. Acá en el tronco hay una serpiente, distancia siete metros y sólo yo la puedo matar.
Hizo un pozo al pie del peral, hasta descubrir la serpiente y apena la pinchó con la espada, murió. Si no sale tan ligero, lo tapan las peras di oro. En seguida el árbol se puso a dar tantas peras, como que debía haber dau en diez años. Quedó el montón más alto qu'el peral. Le quisieron dar todas las que quisiera, pero llevó tres no más, y se jue.
Después de andar mucho llegó a un pueblo que había muchísimos enfermos, familias enteras. Llegó el tonto, y les daba a oler el frasquito di agua. Enfermos que 'staban al cortarse, se volvían sanitos y todos creían que era médico, y tomó fama y siguió curando enfermos. Los reyes de todas partes lo mandaban a llamar para que los curara. Hasta que llegó a oídos del Rey suegro, que había un médico que curaba todo. Lo mandó llamar que juera inmediata-mente, que le pagaría lo que quiera.
Y cuando jue le dijo el Rey:
-Lo he llamado para que me cure esta hija y esta nieta, que ningún médico me las puede curar. Estaban estéricas las dos, secas.
En cuanto pasó, la chica dijo:
-¡Papá!
Y entonces llegó ande 'staba la señora y les hizo oler la botellita, y al momento se volvieron sanitas y gordas como habían sido. El Rey, de contento, no sabía que hacer con él, por la hazaña que había hecho. Le dio pieza y le dijo que de ahí no se moviera. Hasta que un día, le dijo el Rey:
-Yo quisiera ponerlo de Rey a usté.
Contestó el tonto:
-¿Para ser Rey y tener el castigo que hi teníu de mi suegro que me mandó a buscar tres pelitos del diablo, pelos di oro?
El Rey recién lo conoció y le pidió disculpas.
-Y acá le traigo el pelo di oro que me mandó a buscar, y le traigo una pera di oro, de regalo, y le regaló otra a la mujer.
Entonce el Rey contestó:
-Desde hoy usté va ser el Rey.
-Yo seré Rey si es que usté me va a traer un pelo del diablo, pelo di oro. Y siga viaje.
Y el Rey siguió viaje. No tuvo más remedio.
Ya lejo divisió una parva de peras di oro.
-¡Ah! -dijo, por aquí ha pasau éste, voy bien.
Y siguió. Llegó ande había un letrero del agua que es remedio.
-¡Ah! -dijo, por aquí ha pasau éste.
Al mucho andar encontró un mar, y que andaba uno remando, y le hizo seña que si arrimara a la costa.
-Si me puede pasar para el otro lado -le dijo.
-Como no, con mucho gusto -le dijo el hombre. Y subió el Rey.
-Señor, ¿me puede tener los remos un momento para armar un cigarrillo?
Y el Rey tomó los remos y se le pegaron en las manos y áhi quedó castigau hasta hoy.

Epifanio Becerra, 48 años. Chischaquita. La Capital. San Luis, 1948.

Muy buen narrador.

Cuento 1024. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 072

No hay comentarios:

Publicar un comentario