Había
una estancia de un Rey, y tenía la estancia un mayordomo. El Rey,
cuando venía a marcar la hacienda, desde el pueblo a la estancia,
echaba tres años de camino. Cuando vino el Rey a la estancia, venía
un viejito a pedir un pedazo de carne, y como el Rey no quería que
le dieran carne a nadie, le preguntó al mayordomo qué andaba
haciendo ese viejito. Le dijo el capataz qu'era un viejito que
adivinaba la suerte. El Rey le dice:
El
hijo del mayordomo era tonto. Entonce el Rey le dijo al tonto que se
aprontara para llevar una carta a la Reina. Bueno, él contestó que
no sabía pa dónde quedaba el pueblo. Palabra 'e Rey no puede
faltar, usté se va no más. Y el tonto tuvo que salir no más a
buscar al pueblo. Tanto andar sin rumbo, buscando el pueblo, por fin
vido un juego, en los disiertos del campo. Y era el juego de la casa
de una diabla, madre de tres diablos, y le dice la diabla al tonto
cuando llegó:
Entonce
el tonto se cayó de cansancio y se durmió. Había andado tres años
comiendo raíces y pasto, como animal.
-Es
un pobre hombre que va a la casa de la Reina mandado por el Rey y
lleva una carta para la Reina.
-Chey,
bolsiquiemoló -y le sacaron la carta. En la carta decía:
«inmediatamente que llegue el portador, echeló al sótano con
agua».
Le
falsificaron la carta y le pusieron: «inmediatamente que llegue el
portador, hagaló casar con m'hija. Palabra de Rey no puede faltar».
Y le dejaron la firma del Rey. Y los diablos lo llevaron al pueblo y
lo dejaron dormido en la puerta del palacio.
Cuando
el tonto se recordó, preguntó adónde era el palacio de la Reina, y
entonces le dijeron que era ahí. Y ya entró y le dio la carta a la
reina y la reina leyó la carta y dijo:
-'Tará
loco el Rey que manda decir esto. No puede ser esto, hija -le dice a
la niña, pero ésta es la firma del Rey, así que no hay más caso,
hija, que casarse.
Al
año y medio llegó el Rey al palacio. Encontró la hija casada y con
una nieta. Entonce tuvo un gran dijusto con la Reina. La Reina
justificó con la carta firmada por el Rey. Entonce el Rey l'hizo un
pedido al yerno. Le pidió que fuera a buscar tres pelos del diablo,
pelos de oro, para que saliera y se mandara cambiar. Palabra de Rey
no puede faltar. Pongasé en marcha. Y el tonto no tuvo más remedio
que salir en marcha. Desde el momento que salió, la hija del Rey y
la nena, se enfermó. El tonto, tanto andar, divisó muy lejo un
árbol. Era un peral seco que lo cuidaba un vigilante.
-¡Me
deja pasar por acá! -dijo el tonto.
-Allegate
por acá, m'hijito. Vas a tomar mucha atención en lo que te voy a
pedir, porque en seguida va a venir m'hijo que sabe todo lo que pasa
en todos lados. Te voy a hacer volver una hormiguita de las más
chiquitas, y te voy a meter en las jaretas de las naguas, y que no te
vayas a asustar cuando venga el diablo, y poné atención en todo lo
que diga.
Llegó
el diablo por la mañana:
La
agarró a la vieja de la mano y la tiró lejísimo, y la volvió a
agarrar y la tiró ajuera 'el rancho. La hormiguita estaba quietita.
Ya se quedó quieto, y la vieja le dijo:
Y
el diablo puso la cabeza en la falda de la vieja, se dejó espulgar,
y 'staba tan cansado que se durmió. La vieja lo siguió espulgando,
y le arrancó un pelo y se lo echó al seno. Y se recordó el diablo,
enojado. La viejita le dijo:
-¿Estaré
loca o me estaré por morir? Hi soñau que en tal punto hay un peral
seco que lo cuida un vigilante.
-Sí
hay, que ahora diez años daba peras di oro y que ahora no da.
Solamente yo lo sé. Hay una serpiente a siete metros enterrada que
le come las raíces, y solamente con la espada mía puede morir.
Basta de pincharla y entonces el árbol dará fruta por los diez años
que no ha dado.
Se
volvió a quedar dormido el diablo en las faldas de la viejita. Y lo
siguió espulgando, y le arrancó otro pelo. Y se recordó el diablo,
la agarró de una pata y la tiró lejísimo, y di áhi la volvió a
tráir.
-Bué...
Este día muero -dijo la viejita. Fijate -le dijo, hi soñau que en
tal punto hay un pozo con agua que hace diez años qu'era remedio y
ahora es veneno.
-Sí,
porque hace diez años se cayó una piedra y apretó un sapo. Por eso
hay que ver de sacar la piedra y pinchar el sapo con mi espada, y
lavar bien el pozo, y el agua vuelve a ser remedio.
Vuelve
a quedar dormido el diablo, y, ¡otro pelito al seno de la vieja! La
agarró, otra vez, el diablo y la tiró lejísimo y la volvió
después al rancho.
Le
vuelve a decir la viejita:
-Fijesé,
hijo, hoy muero o estoy loca. Hi soñau que en tal punto hay un mar,
y hay un hombre remando, que tiene los remos pegaus.
-¿Quiere
hacerme el servicio de tenerme los remos para armar un cigarrillo? -y
él dijo bueno y se pegó. El que estaba con los remos pegaus era un
castigau.
-Sí,
mamita vieja. Dijo que el peral no daba peras di oro porque una
serpiente le comía las raíces; que en el pozo había un sapo
aplastado por una piedra y que sólo con la espada d'él se puede
matar a la serpiente y al sapo. Que el hombre de los remos está
pegau por zonzo, que le tiene que decir a otro que le tenga los remos
y que va a quedar pegau.
La
viejita le dio los tres pelos di oro y le regaló una espada vieja
del diablo. El tonto le dio las gracias y se jue.
En
esto, el Rey no había dejau médico que no había visto para que
curara la hija y la nieta, y no sanaban nunca.
-Usté
está pegau por zonzo. Usté tiene qui hacer lo mismo qui han hecho
con usté, pedirle por servicio al que venga que le agarre los remos
un momento, y ése quedará pegau.
-Sí,
l'agua es veneno hoy, porque 'stá un sapo apretau con una piedra. Yo
voy a sacar la piedra y voy a pinchar el sapo con la espada. Voy a
desaguar el pozo. Y así lu hizo y volvió l'agua a ser remedio. Le
ofertaron toda l'agua que quiso llevar. Llevó sólo un frasquito muy
chiquito.
-Sí,
la traigo -le dice. Acá en el tronco hay una serpiente, distancia
siete metros y sólo yo la puedo matar.
Hizo
un pozo al pie del peral, hasta descubrir la serpiente y apena la
pinchó con la espada, murió. Si no sale tan ligero, lo tapan las
peras di oro. En seguida el árbol se puso a dar tantas peras, como
que debía haber dau en diez años. Quedó el montón más alto qu'el
peral. Le quisieron dar todas las que quisiera, pero llevó tres no
más, y se jue.
Después
de andar mucho llegó a un pueblo que había muchísimos enfermos,
familias enteras. Llegó el tonto, y les daba a oler el frasquito di
agua. Enfermos que 'staban al cortarse, se volvían sanitos y todos
creían que era médico, y tomó fama y siguió curando enfermos. Los
reyes de todas partes lo mandaban a llamar para que los curara. Hasta
que llegó a oídos del Rey suegro, que había un médico que curaba
todo. Lo mandó llamar que juera inmediata-mente, que le pagaría lo
que quiera.
-Lo
he llamado para que me cure esta hija y esta nieta, que ningún
médico me las puede curar. Estaban estéricas las dos, secas.
Y
entonces llegó ande 'staba la señora y les hizo oler la botellita,
y al momento se volvieron sanitas y gordas como habían sido. El Rey,
de contento, no sabía que hacer con él, por la hazaña que había
hecho. Le dio pieza y le dijo que de ahí no se moviera. Hasta que un
día, le dijo el Rey:
Contestó
el tonto:
-¿Para
ser Rey y tener el castigo que hi teníu de mi suegro que me mandó a
buscar tres pelitos del diablo, pelos di oro?
-Y
acá le traigo el pelo di oro que me mandó a buscar, y le traigo una
pera di oro, de regalo, y le regaló otra a la mujer.
Al
mucho andar encontró un mar, y que andaba uno remando, y le hizo
seña que si arrimara a la costa.
Epifanio
Becerra, 48 años. Chischaquita. La Capital. San Luis, 1948.
Muy
buen narrador.
Cuento
1024. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
No hay comentarios:
Publicar un comentario