Éste
era un viejito pobre y tenía un chivito.
Una
mañana se quedó dormido el viejito y el chivito le comió las habas
que era lo único que tenía el viejito para comer. Y agarró el
viejito y se enojó y le dijo al chivito que lo iba a matar si otra
güelta le comía las habas.
-No
te jodís viejo 'e miércoles Recién casi me matastes porque te comí
unas habas locas, y te voy a dar el peso. Le viá ir a pedir el almú
pa medir plata al rico y vuá decir que vos 'tas por medir mucha
plata.
Y
se jue no más el chivito a la casa 'el rico y le dijo que le preste
el almú de medir plata, porque su patrón tiene un montón de plata
pa medir. Y le prestaron el almú. Y al otro día jue a devolverlo y
puso el peso en una esquina del almú. Cuando el rico vio el almú
con el peso dijo:
-Qué
rico será este hombre que todavía le quedó un peso en el almú de
lo qui ha medío plata y no si ha dado cuenta.
Se
vino el chivito y al otro día temprano le comió las alverjas que
tenía el viejito. Y vino el viejito y le dijo:
Se
disparó el chivito y se jue a retozar en el basurero. El chivito
halló un granito di oro y le dijo al viejito:
-No
te jodés, viejo. Recién me corristes porque te comí una alverjas
locas y me querías matar. No te doy el granito.
Y
se jue no más a pedir el almú al rico para medir oro. Cuando volvió
el chivito con el almú el viejo había hecho unos pozos en el
basurero para ver si sacaba oro para él y no encontró nada.
El
rico le había preguntao al chivito que de quén era el oro. Y él le
había dicho que era di un señor muy rico. Entonce el rico lo quiso
conocer. Y cuando volvió el chivito le dijo:
-El
rico ha dicho que vaya a pasiar el que hizo medir el oro y yo le dije
que sos vos. Y hay que ir en seguida.
Y
se jue el viejo con el chivito. A lo mucho que iban caminando,
hallaron un arroyito de agua y el viejo no quería cruzar. El chivito
le pegó un aspazo y lo botó adentro del agua. Lo sacó mojado al
viejito, medio augau, y lo dejó áhi y le dijo que espere. Se jue en
lo 'el rico y le dijo que el señor rico que venía a visitarlo se
cayó al agua y se mojó y que le preste ropa. El rico le dio ropa
muy güena. Le mandó un traje, zapatos, zoquetes, corbata,
calzoncillos, y le dijo el chivito al viejo:
Y
cuando el viejo no sabía ponerse le pegaba aspazos y le enseñaba y
le hacía poné bien. Y lo hizo vestir bien y lo llevó. El viejo ya
parecía hombre rico.
Por
la noche estaban cenando y el chivito está espiando y cuando tomaba
tragos muy largos lo recordaba di un aspazo. Así el viejito parecía
una persona de mucho respeto.
Por
la noche le pasaron cama al viejito, y el chivito durmió abajo de la
cama. Al otro día se había meao toda la cama. El chivito le pegó
un aspazo y dio güelta el colchón.
El
chivito le dijo que cuando le pregunte el rico qué es eso que
brilla, que le diga que es su palacio. Que ya va ver que le va hacer
un palacio para él.
Y
agarró el chivito y marchó de viaje. Y halló una víbora de la
cruz y le sacó el corazón, medio moribunda, y le dijo:
-Coranzoncito
de livertú, que se presente un palacio de plata, otro de oro llenos
de todas las cosas mejores y que se presenten unos negros jetones
sirviendo la comida.
Y
así se hicieron los palacios y llegaron el rico y el viejito. Y
después el rico lo hizo casar con una hija muy rica que él tenía.
Y
entonce el chivito le dijo:
-Yo
soy un ángel del cielo. Hi venido pa salvate y date de todo. Ya 'tás
rico y tenís familia y yo me voy. Pegame tres golpes en el lomo.
Y
el viejito se quedó rico y con su esposa vivieron felices y comieron
perdices, y a mí no me dieron porque yo no quise.
Cuento
1084. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 072
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